Los orígenes de la Guardia Pretoriana se remontan a la República, cuando una parte de los soldados de cada legión llamados extraordinarii (sacados del orden de batalla) eran elegidos para guardar la persona del pretor o cónsul al mando del ejército. Estos hombres, que llegaban a sumar un quinto de la infantería y un tercio de la caballería, vigilaban asimismo el cuartel general del campamento o pretorio, por lo que fueron agrupados en las llamadas cohortes pretorianas.
Estas formaciones eran en principio de carácter temporal, formándose solo para la duración de una campaña, pero durante las guerras civiles del siglo I a.C. se establecieron de forma permanente para proteger a los hombres que se disputaban el poder absoluto en Roma como Julio César, Pompeyo, Marco Antonio y Octavio Augusto.
Protectores del emperador
Fue este último quien fundó la Guardia Pretoriana propiamente dicha tras su victoria sobre Antonio en la batalla de Accio. Octavio, como primer emperador, necesitaba un cuerpo de soldados fieles para asegurar su recién adquirida corona, y tras absorber a las fuerzas de su rival instaló en Roma una unidad militar permanente cuya fidelidad debía ser absoluta.

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Augusto de Prima porta, el emperador fue el fundador de la Guardia Pretoriana tras su victoria en Accio. Museos Vaticanos, Roma.
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Con el nombre de Guardia Pretoriana la nueva unidad consistía de 6.000 hombres divididos en doce cohortes de 500 efectivos cada una, cuyo mando era compartido por dos prefectos del pretorio elegidos directamente por el emperador, asistidos en su tarea por doce tribunos (uno por cohorte). A ellos se añadían los 300 jinetes llamados Speculatores Augusti, que actuaban como exploradores y policía secreta en todo el Imperio.

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Recreación actual del aspecto de un portaestandarte de la guardia, el escorpión fue adoptado como emblema pretoriano a partir del reinado de Tiberio.
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Dada su función de guardaespaldas, los pretorianos dedicaban la mayor parte de su tiempo a la protección de la familia imperial y sus palacios, pero sus deberes también incluían tareas policiales y de mantenimiento del orden. De este modo vigilaban las calles junto a las Cohortes Urbanas, controlaban al público en espectáculos y procesiones e incluso podían hacer de antidisturbios en caso que el pueblo se rebelara. Dado el poder absoluto del emperador, los pretorianos también actuaron en numerosas ocasiones como fuerza represiva, descubriendo las conspiraciones contra el régimen y atajándolas de manera sangrienta.
Equipo y reclutamiento
Su función como cuerpo de élite del ejército romano estaba claro, pero ¿de dónde salían los pretorianos? La mayoría procedían de las filas del ejército, escogidos por uno de los prefectos para entrar en la guardia gracias a su excelente hoja de servicios o sus contactos. Otros procedían directamente de las filas de los ciudadanos, alistados entre los 15 y los 35 años, parece ser que estos nuevos guardias procedían siempre de Italia, como una manera de mantener el estatus puramente romano de la unidad.

Caligula Münzkabinett, Berlin
Moneda del reinado de Calígula en la que se ve al emperador dirigiéndose a la guardia pretoriana, reconocible por el borde redondeado de sus escudos y la cresta de pelo que corona sus cascos.
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Los oficiales por su parte tenían un origen diverso según su grado. Los tribunos siempre eran hombres de rango ecuestre, cuyo servicio de un año en la guardia era una recompensa a una larga carrera en el ejército. Solían ser centuriones primipilos (los de mayor grado) de las legiones, que o bien se jubilaban tras su paso por los pretorianos o bien continuaban como tribunos en el ejército, tras recibir un ascenso y un incremento de paga. Por su parte los prefectos eran nombrados directamente por el emperador de entre su círculo de personas de confianza, pues su poder como líderes de la única unidad militar establecida en palacio podía ser una considerable amenaza para el trono.

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El mosaico del Nilo de Palestrina es el único testigo que nos ha llegado sobre el color del equipo de los pretorianos, que visten túnicas blancas y cascos de bronce y hierro junto a escudos decorados con escorpiones.
El estatus de la guardia se reflejaba por supuesto en su sueldo y privilegios. Así cada pretoriano cobraba de base el triple que un legionario normal, y su período de servicio antes de jubilarse a costa del estado era marcadamente inferior:solo 16 años respecto los 25 de los legionarios. Además la guardia recibía un donativo especial con el ascenso de cada nuevo emperador a partir de Claudio, quien tuvo que comprar su lealtad con el pago extraordinario de cinco años de salario a cada pretoriano.

Detalles, Columna Trajana, Roma, 2017 01
Pretorianos en marcha durante la guerra dacia en un relieve de la columna de Trajano, en campaña su aspecto podía ser indistinguible del de un legionario normal, diferenciándose solo por sus escudos.
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Por el contrario parece que su armamento no se diferenciaba demasiado del de las legiones, pues vestían la misma coraza de tipo segmentado y se protegían con el casco gálico imperial característico de la época, aunque sin duda se trataba de piezas más ornamentadas con detalles en bronce, oro y plata. El armamento ofensivo era asimismo idéntico, compuesto de una espada corta o gladio, una jabalina (pilum) y una daga llamada pugio.

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Recreación de un escudo pretoriano. Las cohortes combinaban rayos, alas y estrellas como parte de su heráldica, incorporando el escorpión a partir del reinado de Tiberio.
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Con todo sí que existían algunos elementos distintivos de la guardia: sobre el casco solían llevar una cresta o penacho de crin de caballo, y a partir de Tiberio adoptaron el escorpión (su signo astrológico) como emblema de la unidad. Los escudos eran otro elemento diferenciador con las legiones pues su forma ovalada se remontaba al período republicano, además los de la guardia iban decorados de manera característica con alas de la diosa victoria, rayos de Júpiter y elementos astrológicos como estrellas, lunas y la constelación de escorpión.

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Al servir en Roma lejos del campo de batalla el aspecto de un pretoriano podría ser parecido al de la imagen, sin armadura y vestidos con una túnica cubierta por una capa de lana.
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Otro detalle interesante es que dada su función de guardia cívica en la capital los pretorianos no solían llevar armadura en su día a día, reservándola para los desfiles y las contadas ocasiones en las que entraban en batalla, por contra solían ir vestidos con una túnica blanca y una capa roja, llevando a veces la toga de ciudadano en el Palatino y el Senado para transmitir al pueblo un aspecto civil y pacífico.
Conspiraciones y campañas
Si bien la guardia pretoriana ejerció de fiel protectora del emperador durante el reinado de Augusto, la unidad no tardó en corromperse con su sucesor Tiberio. Este nombró a Lucio Elio Sejano como prefecto único, quien construyó un gran campamento a las afueras de la ciudad (Castra Praetoria), como base desde la que lanzar su asalto al poder. Mientras su señor se retiraba a Capri Sejano asumió el mando del Imperio como favorito, purgando a todos sus rivales en Roma envenenando al hijo de Tiberio y tramando su muerte para sustituirle como emperador, de la que este se salvó solo gracias a la intervención de su nieta Livila, quien se había casado con el prefecto y le descubrió toda la conspiración.

Gold Aureus of Tiberius, Lugdunum (MANTIS)
Áureo de Tiberio con la efigie del emperador.
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Desde entonces la guardia fue como una espada de Damocles sobre el cuello del soberano, y no menos de trece emperadores murieron a su manos, entre ellos Calígula (asesinado por un tribuno del que se burlaba por su atiplada voz), Cómodo, Caracalla y Heliogábalo. La situación llegó a tal extremo que los pretorianos llegaron a subastar la corona imperial desde los muros de su campamento tras eliminar a Cómodo, vendiéndola al senador Didio Juliano por 25.000 denarios.

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Claudio es aclamado emperador tras el asesinato de Cómodo. Óleo de Lawrence Alma Tadema, Museo de Arte Walters, Baltimore.
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Pese a ello cuando los pretorianos iban a la guerra nunca decepcionaban. Tras su participación en los conflictos civiles su primera campaña tuvo lugar en Hispania, adonde acompañaron a Augusto en su lucha contra los cántabros, si bien no parece que entraran en combate. Más activa fue su participación en las revueltas del Ilírico y Germania a la muerte de Octavio, destacando luego en el combate a muerte con los germanos y la victoria final de Germánico en el muro angrivario, donde fueron los primeros en romper la línea enemiga.

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Marco Aurelio perdona la vida a unos bárbaros rodeado por la guardia pretoriana. Relieve de su arco (hoy desaparecido), Museos Capitolinos, Roma.
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Tras la muerte de Nerón los pretorianos fueron una pieza clave en el año de los cuatro emperadores, la guerra civil que encubrió a Vespasiano a la púrpura imperial. Primero eliminaron al pretendiente Galba, quien les había prometido una importante suma para luego retractarse, alinénadose con Otón y siendo derrotados y disueltos por Vitelio. Tras ello ofrecieron sus espadas al gobernador de Siria Vespasiano, quien logró triunfar en la contienda y coronarse emperador.
En el segundo siglo del Imperio la guardia tuvo un papel mucho más destacado en el frente dada la tendencia de los emperadores de la época a dirigir las guerras en persona. Así acompañaron a Trajano en su conquista de la Dacia y Mesopotamia y también lucharon con Marco Aurelio y su hermano Lucio Vero para defender Roma de germanos y partos.

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Los pretorianos se ahogan en el Tíber junto a Majencio en un relieve del Arco de Constantino, erigido por este emperador para conmemorar su victoria en el Puente Milvio.
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Fue su participación en las guerras civiles de los siglos III y IV lo que llevó al fin de la Guardia Pretoriana. Cuando en el 306 Constantino inició una revuelta para hacerse con el poder, los pretorianos decidieron apoyar a su rival Majencio, quien controlaba Roma. Ambos se enfrentaron en la batalla del puente Milvio, donde la guardia fue derrotada y se hundió junto a Majencio cuando cedió el puente de madera por el que se retiraban a través del Tíber. Los pretorianos fueron sustituidos por la Schola Palatina de Constantino, terminando así sus 337 años de servicio más o menos fiel a la casa imperial.