La marina japonesa es derrotada en Filipinas

El Golfo de Leyte: la mayor batalla naval de la Segunda Guerra Mundial

En octubre de 1944 americanos y japoneses se enfrentaron en una serie de combates navales que decidirían la suerte de las Filipinas. La derrota supuso para Japón la pérdida de su poder naval y el fin de la guerra al año siguiente.

cp tk 38 ticonderoga

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Portaaviones y cruceros americanos del grupo de combate 38 en el Pacífico fotografiados tras su victoria en el golfo de Leyte.

Cordon Press

Al cabo de tres años de guerra los aliados se hallaban en su mejor momento, en Normandía británicos, americanos y canadienses habían desembarcado liberando gran parte de Francia, mientras por el este los rusos se acercaban cada vez más a Berlín.

En el Pacífico la armada americana gozaba de una amplia superioridad después de la decisiva victoria de Midway, y conquistaba el Pacífico isla a isla, capturando las islas Carolinas, Salomón y Marinas en una fulgurante sucesión de triunfos.

La última ofensiva japonesa

Conseguidos estos primeros objetivos, el siguiente paso del alto mando americano fue cortar el suministro de combustible a su enemigo tomando las Filipinas, desde cuyos aeródromos se dominaban las rutas de aprovisionamiento del sudeste asiático. Con ello se pretendía ahogar económicamente al Japón, privándole de la capacidad de emplear sus tanques en una futura invasión del archipiélago nipón.

Enterados del plan americano, los japoneses idearon una trampa en la que, tras atraer a gran parte de la flota enemiga, caerían sobre ella con el grueso de sus naves. El ataque contaría con la ventaja de la sorpresa y dejaría atrapada a la fuerza de desembarco, que no tendría más remedio que rendirse. Además la destrucción de una parte importante de las fuerzas americanas en el Pacífico restablecería el equilibrio naval en el Pacífico, lo que posibilitaría un contraataque con el que retomar las islas.

Map of Battle of Leyte Gulf

Map of Battle of Leyte Gulf

Los tres ataques japoneses (rojo) fueron rechazados con grandes pérdidas por la flota americana (negro) durante los cuatro días que duró la batalla.

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Los japoneses desplegaron un total de cuatro flotas, que atacarían simultáneamente: desde Japón el almirante Jisaburo Ozawa atraería las fuerzas de combate americanas formadas por los portaaviones pesados hacia el norte. Llegado ese momento, el almirante Takeo Kurita atacaría con sus acorazados a la flota de invasión (incluyendo los imponentes Yamato y Musahsi, los boques de guerra más grandes del mundo), aislando la cabeza de playa. Otros dos grupos menores al mando de los almirantes Kiyohide Shima y Shoji Nishimura, junto con los aviones de las bases terrestres apoyarían el ataque de Kurita. 

Primeros compases

El 16 de octubre los primeros barcos americanos llegaron a las Filipinas, abriéndose paso a través de los campos de minas hacia la céntrica isla de Leyte, el objetivo principal de la invasión. Pero mientras los soldados del séptimo ejército estadounidense tomaban la playa el 20 de octubre, las naves japoneses se iban acercando, llegando el 23 a la Bahía de Corón y al Cabo Engaño (al oeste y norte de las Filipinas respectivamente).

Desafortunadamente para los japoneses la fuerza de Kurita fue detectada por dos submarinos americanos, que tras hundir los cruceros Atago y Maya dieron media vuelta e informaron al almirante William F. Halsey de la llegada del enemigo. Este respondió enviando a sus portaaviones contra el enemigo, dejando a la flota de invasión expuesta como pretendían los japoneses.

Japanese battleship Yamato is hit by a bomb during the Battle of the Sibuyan Sea, 24 October 1944 (80 G 325952)

Japanese battleship Yamato is hit by a bomb during the Battle of the Sibuyan Sea, 24 October 1944 (80 G 325952)

El Yamato es atacado por los bombarderos americanos en el Mar de Sibuyán durante la batalla del 24 de octubre.

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Al día siguiente se entabló batalla, en una lucha confusa donde los bombarderos de Halsey lograron hundir el Musashi y otras ocho naves. Sin embargo los americanos perdieron también el portaaviones Princeton, alcanzado por una bomba que atravesó su pista de despegue y lo hizo saltar por los aires.

Emboscada en Surigao

Mientras en el norte se producía este forcejeo entre ambas flotas, en el sur los americanos habían detectado con sus aviones de reconocimiento a una segunda fuerza que se dirigía al estrecho de Surigao a atacar las playas de desembarco, ocupado en su propia batalla Halsey destacó al escuadrón de reserva de Jeese B. Oldendorf para detenerles.

Este desplegó a sus acorazados en una doble línea bloqueando el estrecho, desplegando a sus destructores y lanchas torpederas en los flancos dispuestas a atacar a los japoneses en cuanto empezara el combate. Avanzando durante la noche del 25 de octubre, la flota nipona no descubrió la trampa hasta que fue demasiado tarde, pues Oldendorff había ordenado apagar las luces de todos sus barcos.

US cruisers firing during Battle of Surigao Strait on 25 October 1944

US cruisers firing during Battle of Surigao Strait on 25 October 1944

Buques americanos disparando contra la flota japonesa en la noche del 24-25 de octubre. 

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La primera noticia que recibieron de la presencia de la flota americana fue cuando los acorazados abrieron fuego sobre ellos con todas sus torretas. Navegando en fila hacia esta barrera de fuego los japoneses solo podían responder con sus cañones delanteros, y cuando los torpederos s unieron al ataque su supinación se convirtió en desesperada. 

Una devastadora serie de impactos de torpedo partió por la mitad a la nave insignia de Nishimura, el Yamashiro, pero aún así los japoneses continuaron con su avance suicida  en un vano intento de romper la línea enemiga. Oldendorf, afirmaría luego que “no podía acabar de creerme que esa fuerza japonesa, totalmente superada, se lanzara de cabeza contra nosotros”.

Fuso class Battleship and Mogami, Battle of Leyte Gulf, October 1944

Fuso class Battleship and Mogami, Battle of Leyte Gulf, October 1944

Los acorazados Fuso y Mogami zigzaguean para evitar el fuego de los cañones americanos. El primero sería hundido poco después de que un avión de reconocimiento tomara esta foto.

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Bajo este castigo implacable la flota entera de Nishimura fue aniquilada, y el escuadrón del almirante Shimura, que acababa de entrar en el estrecho, decidió volver atrás y huir. A modo de anécdota, el grupo de Kinkaid incluía cinco acorazados dañados en Pearl Harbor, algunos de ellos recientemente reparados, que consiguieron de este modo vengarse del traicionero ataque.

Esa misma noche Halsey trabó combate con el enemigo, atacándolo con sus aviones al despuntar el alba. El portaaviones japonés Zuikaku fue gravemente dañado y otras tres naves destruidas. Mientras tanto se llevaba a cabo este exitoso ataque, Halsey recibió la alarmante noticia de que la flota de invasión estaba siendo atacada por Kurita a quien él creía aniquilado, de modo que se dio la orden de dar medio vuelta y dirigirse al rescate de la fuerza de invasión.

La derrota definitiva

Tras atravesar el desprotegido Estrecho de san Bernardino, Kurita viró hacia Leyte, cayendo sobre la débil flota de cobertura mandada por Thomas L. Sprague, quien realizó una valiente defensa resguardando a sus portaaviones ligeros tras una pantalla de destructores y atacando incansablemente a las enormes naves japonesas. El ataque japonés era también una lucha contra el tiempo, pues Halsey y Oldendorff acudían a toda marcha tras haber terminado con los restos de las escuadra enemigas.

Explosion on USS ST  LO (CVE 63) after she was hit be a Kamikaze of Samar During the Battle of Leyte Gulf, October 25th 1944  (50232606747)

Explosion on USS ST LO (CVE 63) after she was hit be a Kamikaze of Samar During the Battle of Leyte Gulf, October 25th 1944 (50232606747)

El portaaviones ligero St Lo fue alcanzado por un kamikaze durante el desembarco en Leyte y se hundió con 113 tripulantes.

En ese punto cayo un fuerte chubasco, que libró de la destrucción a las pequeñas naves de Sprague, pues a los acorazados les costaba apuntar en esta tromba de agua. Al levantarse la lluvia los portaaviones huyeron hacia el sur tras una cortina de humo, cubiertos por el valiente ataque de los destructores, que lanzaron sus torpedos en medio de un fuego infernal, hundiendo a tres naves japonesas.

Tras haber sufrido tan graves pérdidas contra una simple flota de apoyo, Kurita decidió huir para no perder el resto de su flota cuando llegaran los refuerzos americanos. Al encontrarse solo y sin noticias de sus colegas, los cuales habían sido derrotados, su retirada consiguió salvar lo poco que quedaba de la Armada Imperial.

SB2C 3 of VB 18 on USS Intrepid (CV 11) during Battle of Leyte Gulf 1944

SB2C 3 of VB 18 on USS Intrepid (CV 11) during Battle of Leyte Gulf 1944

Un bombardeo Curtiss Helldiver despega de la cubierta del USS Intrepid durante la batalla, nótese el daño causado en su timón de cola por el fuego japonés.

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La Batalla del Golfo de Leyte fue el golpe de gracia al control japonés de los mares. Si bien los americanos perdieron tres portaaviones ligeros y tres destructores, eran bajas que podían reemplazar fácilmente gracias a sus recursos y capacidad industrial, mientras que los tres acorazados, tres portaaviones ligeros, diez cruceros, nueve destructores y el portaaviones pesado Zuikaku no podían ser repuestos por una industria japonesa sin materias primas y bajo constante bombardeo.

USA C 260 Invasion of Leyte, October 1944

USA C 260 Invasion of Leyte, October 1944

El general Douglas MacArthur (centro) se une a la fuerza de desembarco en la isla de Leyte. Los marines conquistarían el archipiélago filipino sin demasiados problemas tras la victoria de la marina.

A partir de entonces la impotente flota nipona se vio relegada a misiones de apoyo a las fuerzas de tierra, quedando el ataque a las naves americanas en manos de los bombarderos kamikazes. Sin cobertura naval, la pérdida del imperio era inevitable, con la pérdida de las rutas marinas cada parte del Imperio Japonés quedaba aislada y sus colonias podían ser conquistadas una por una. En palabras del ministro de marina japonés: “comprendí que aquello era el fin”.