Geografía

El georama: la Tierra como espectáculo

Charles Guérin instaló en París una esfera hueca en cuyas paredes interiores representó un detallado mapamundi

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FOTO: DEA / Getty Images

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El georama de Guérin

Interior del Georama de Guérin. El dibujo, aparecido en L'Ilustration en 1846, muestra la sección de la esfera con la plataforma, la escalera y las paredes interiores pintadas.

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La residencia del georama

En la imagen, dibujo que recrea la residencia en los Campos Elíseos de París que albergaba el georama de Guérin aparecido en el semanario L'Illustration

En el siglo XIX, la expansión colonial europea por el mundo hizo pensar a muchos en nuevas formas para difundir los conocimientos geográficos entre la población. Una de ellas fue el georama. El primero fue iniciativa del francés Charles-François-Paul Delanglard, que en 1822 hizo construir en pleno centro de París una esfera hueca de 14 metros de diámetro, en cuyas paredes interiores se representó un mapamundi muy detallado. El público podía contemplarlo subiendo por una escalera en el centro de la esfera, provista de tres plataformas. Delanglard esperaba explotar comercialmente la atracción, pero el negocio no funcionó y pocos años después el georama fue destruido.

Delanglard construyó en 1822, en pleno centro de París, una esfera hueca con un mapamundi muy detallado

En 1844 otro francés, Charles-Auguste Guérin, construyó otro georama cerca del parque de los Campos Elíseos de París. Era más pequeño que el anterior (10 metros de diámetro) y la escalera doble contaba con una sola plataforma, situada a la altura del ecuador, pero los testimonios ensalzan los efectos visuales del mapamundi, logrados gracias a la luz natural que penetraba a través de un óculo situado en la parte superior.

Un planeta de colores

Desde dentro de la esfera, los espectadores veían los mares y océanos iluminados gracias a una seda azulada semitransparente. Los lagos también eran traslúcidos, mientras que los volcanes en actividad destellaban gracias a pequeñas lentes de cristal de color púrpura. Los continentes e islas se delimitaban en una superficie opaca sobre la que las montañas estaban representadas en relieve con las cumbres de nieves perpetuas pintadas de blanco, mientras que las zonas tórridas aparecían en tonos cálidos y las estepas de Asia y Norteamérica, en color verdoso.

El teorema de Guérin era más pequeño, pero con espléndidos efectos visuales gracias a la luz natural

Guérin y sus valedores defendieron ante las autoridades el valor pedagógico del georama e incluso instaron a construir uno en cada ciudad de Francia, pero su empresa fracasó, igual que la de Delanglard. En 1851 se construyó en Londres otro georama de mayores dimensiones (18 metros de diámetro), que fue desmantelado diez años más tarde.