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Desde el momento de su surgimiento, el desarrollo de las sociedades trajo consigo enormes cambios en los ecosistemas a lo largo y ancho del planeta, del mismo modo que también afectó al modo en el que el ser humano interactuaba –y lo sigue haciendo– con los animales, especialmente los domésticos, elementos claves para el sustento alimenticio de unos núcleos poblacionales cada vez más grandes y organizados. Esa ha sido la conclusión a la que ha llegado el grupo de investigadores del proyecto de la Institución Milá y Fontanals del CSIC en un artículo publicado en la revista especializada Plos One.
El proyecto ha estudiado más de 200.000 restos animales en más de 100 yacimientos de la península Ibérica y del norte y el centro de Italia datados entre la Edad de Bronce (siglo XII a.C) y la Antigüedad Tardía (siglo VI d.C). En el estudio, los investigadores se centraron en la evolución del consumo de carne en este periodo en ambas penínsulas mediterráneas, siendo el ganado una parte clave para el desarrollo de sus economías desde el Neolítico.

Mosaico de una antigua villa romana de Mérida.
Foto: Helen Rickard / CC
Las conclusiones, basadas en las evidencias arqueológicas encontradas y los indicadores ecológicos de cada región, apuntan a que los cambios políticos y económicos marcaron la evolución del consumo de carne y la elección de las especies domésticas, así como su tamaño, llegando a aumentar un 30% en época romana con respecto a la Edad del Hierro, la época que le precedió. El desarrollo económico, desde sus inicios, fue ligado al impacto ecológico en estas zonas y al uso que se hacía del terreno.
Las vacas durante la época romana eran un 30% más grandes que las de la Edad del Hierro para satisfacer las necesidades alimenticias de unos núcleos urbanos cada vez más grandes.
Modelos ganaderos que se ajustan a sus necesidades
En el periodo comprendido entre los siglos XII a.C. y VI d.C., dos modelos productivos convivieron con diferencias significativas: mientras que en contextos locales predominó la ganadería extensiva con animales más pequeños, los núcleos urbanos organizados durante la época romana requerían un modelo más intensivo en el que se dio preferencia a la ganadería porcina y vacuna.
Estas conclusiones indican que los modelos de sociedad más poblada y organizada no solo tenían una mayor necesidad de alimento, sino que su impacto sobre la biodiversidad también fue mayor. Primó el número y el tamaño de las reses, que también tenían necesidades alimentarias mucho mayores que aquellas criadas en un modelo de ganadería extensiva, un hecho que se asemeja al modelo actual de consumo global.
En la época romana se dio preferencia a la ganadería porcina y vacuna de modo intensivo, pues las relaciones económicas y el crecimiento de la sociedad así lo requirieron.
Los modelos ganaderos del pasado y sus parecidos con los actuales
En un contexto actual en el que Europa necesita importar anualmente cerca de 27 millones de toneladas de productos de soja para sustentar la alimentación de la ganadería destinada al consumo humano, el estudio ha demostrado que las vacas actuales son de un tamaño aún mayor que en la época romana, que ya eran un 30% más grandes que las de la Edad del Hierro.
Esto significa que el desarrollo de las sociedades a gran escala ha requerido de unos rendimientos por cabeza de ganado mucho mayores que hace miles de años, repercutiendo directamente en unas mayores exigencias de agua y alimento para sustentar los modelos ganaderos.
La situación actual de dependencia exterior para satisfacer las necesidades de la ganadería intensiva hace que países como España o Italia, los analizados en la investigación, estén a expensas de la cadena de suministro mundial que les abastece. Es por ello que la información aportada por la arqueología es un gran punto de partida que permitirá desarrollar modelos ganaderos más sostenibles a largo plazo, aunque eso signifique modificar los hábitos de consumo de carne de las sociedades, así como el impulso de una ganadería extensiva que utilice recursos locales y renovables que le permitan mantener una producción estable sin depender del exterior.