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El 29 de septiembre de 1833 murió el rey Fernando VII de Borbón a los 48 años de edad, tras haber sufrido violentos ataques de gota, y su cuerpo fue depositado en el Panteón de Reyes del monasterio de El Escorial. Hijo de Carlos IV y de María Luisa de Parma, conspiró contra sus padres en octubre de 1807, parece ser que alentado por su preceptor, el canónigo Juan de Escoiquiz, que aborrecía al primer secretario Manuel Godoy y que admiraba a Napoleón.
El monarca perdonó a su hijo, pero éste volvió a conspirar y logró destronar a sus padres tras el motín de Aranjuez, el levantamiento ocurrido la noche del 17 al 18 de marzo de 1808 y que terminó con el encarcelamiento de Godoy. Fernando contó con el apoyo de las clases humildes, que le pusieron el sobrenombre de "El Deseado" por su actitud de resistencia frente al invasor francés. Fue legitimado por la voluntad popular, pero en mayo de 1814 derogó la Constitución de 1812, reinstauró el absolutismo y persiguió a los liberales.
Inauguró el Museo del Prado
Su reinado fue testigo de la pérdida de la mayor parte de las posesiones españolas de ultramar, que declararon su independencia. Sin embargo, cabe destacar su interés por las artes, pues fundó el Museo del Prado en 1819. Según los cronistas de la época, Fernando fumaba continuamente y no le dominaba pasión alguna. Se casó cuatro veces y, al no tener descendencia masculina directa, proclamó a su hija Isabel, de tres años de edad, como princesa de Asturias y heredera al trono, un hecho que desencadenó las guerras carlistas, al no ser reconocida por su hermano, el infante Carlos. Fernando VII ha pasado a la historia como el "Rey Felón".