Historia del ciclismo

Atrevido e impredecible: así era Federico Martín Bahamontes, el primer español que ganó el Tour de Francia

Considerado uno de los mejores escaladores de la historia del ciclismo profesional, Federico Martín Bahamontes, apodado “el Águila de Toledo”, fue el primer español en ganar el Tour de Francia en 1959.

Bahamontes (Roger Viollet / Cordon Press)

Bahamontes (Roger Viollet / Cordon Press)

Roger Viollet / Cordon Press

Entre los grandes nombres del ciclismo español no se puede olvidar el de Federico Martín Bahamontes, uno de los mejores escaladores de la historia de este deporte. El Águila de Toledo, como así se le conoció durante gran parte de su carrera, destacó especialmente en las etapas de montaña, favorecido por su gran resistencia y su estilo atrevido e imprevisible. El corredor toledano murió el 8 de agosto de 2023, a los 95 años de edad.

La juventud y sus años como aficionado

Comenzando por el principio, hay que empezar por decir que, en realidad, Bahamontes tendría dos nombres. Una vez explicó que, aunque fue bautizado como Alejandro y en muchos de sus documentos oficiales consta con este nombre, su tío Federico quería que le pusieran su nombre, por lo que casi todo el mundo le llamaba así y con este nombre desarrolló toda su carrera profesional.

Nació el 9 de julio de 1928 en el municipio de Val de Santo Domingo, en la provincia de Toledo, y su familia se trasladó a la ciudad del mismo nombre cuando él tenía pocos meses de vida. Al poco de terminar la Guerra Civil comenzó a trabajar en el taller de bicicletas del ex ciclista toledano Moisés Alonso, a la vez que hacía de repartidor para varios comerciantes de la ciudad. También se dedicó al estraperlo, comprando en las localidades de Gálvez y de Torrijos productos que no podían conseguirse en Toledo para luego revenderlos en la ciudad.

En aquellos años empezó a perfilarse su futuro perfil de escalador, ya que una de las cosas que hacen famosa a Toledo son sus numerosas y empinadas cuestas. En cada viaje Federico debía recorrer unos 60 km. entre ida y vuelta cargado con una carretilla, llevándola cuesta arriba hacia la ciudad. Con ese sueldo compró su primera bicicleta a un herrero, un sencillo modelo de paseo pero que le permitiría empezar a correr como aficionado.

Con esa bicicleta, a los 19 años ganó su primera carrera, una competición local en la que le dieron su primer mote, “El Lechuga”, y al año siguiente empezó a participar en carreras para aficionados. El año 1951 fue el de su despegue, al ganar la Vuelta a Ávila y el campeonato de España de ciclismo amateur. A estos siguieron competiciones semiprofesionales, abiertas tanto a corredores profesionales como a aficionados. En su último año como aficionado participó en la Vuelta a Cataluña, clasificándose como el mejor escalador de la prueba.

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El debut como profesional

Bahamontes hizo su debut como profesional en 1954, cuando disputó su primer Tour de Francia, ganando la clasificación de la montaña y quedando entre los 25 primeros en la general. En aquella edición atrajo la atención por la famosa "anécdota del helado": al pinchar una rueda durante un ascenso a la cima de La Romèyre, tuvo que esperar al vehículo de asistencia y, ya que contaba con varios minutos de ventaja respecto a sus competidores, mató el tiempo tomándose un helado; un hecho que fue interpretado por la prensa como un acto de soberbia con el que remarcaba su dominio en la montaña.

A su vuelta a Toledo abrió un taller de bicicletas con las ganancias de la carrera, con el que complementaba su sueldo como corredor. En la ciudad fue recibido como un héroe y desde entonces se le conoció como “el Águila de Toledo”, en referencia al escudo de la ciudad con el águila bicéfala de Carlos I de Habsburgo, rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano. Un símbolo muy adecuado, sin duda, para un corredor cuyo destino eran las cumbres.

Bahamontes escultura Toledo (Eduardo ASB)

Bahamontes escultura Toledo (Eduardo ASB)

Escultura de Federico Martín Bahamontes en Toledo, obra del escultor Javier Molina.

Eduardo ASB

No obstante, su debut profesional también estuvo marcado por su dura rivalidad con Jesús Loroño, su eterno competidor y compañero de equipo en sus primeros años, ya que ambos corredores se caracterizaban por su fuerte temperamento. Esta rivalidad provocó momentos muy tensos, como cuando su entrenador favoreció a Loroño en detrimento de Bahamontes durante la Vuelta a España de 1957.

En las temporadas siguientes se perfiló como gran dominador de la montaña en las Grandes Vueltas, así como en otras competiciones. Al mismo tiempo iba acercándose a los primeros puestos de la clasificación general: en el Tour de Francia de 1958 llegó a quedar octavo, y ese mismo año se adjudicó la sexta posición en la Vuelta a España y la primera en el Campeonato de España de Ciclismo en Ruta.

Cuando el Águila de Toledo alzó el vuelo

Sería al año siguiente, en 1959, cuando le llegaría la gloria: tras ganar el bronce en la Vuelta a Suiza, hizo el mejor papel de su carrera profesional en el Tour de Francia, en el que ganó tres de las cuatro categorías: general, montaña y combatividad; en la cuarta categoría, la clasificación por puntos, quedó en cuarto lugar. Fue de nuevo recibido como un héroe en Toledo y también en el resto del país, ya que era el primer español en ganar la prestigiosa ronda gala.

Bahamontes (PRESSE SPORTS,  Cordon Press)

Bahamontes (PRESSE SPORTS, Cordon Press)

Bahamontes durante la ascensión al Tourmalet, una de las cimas míticas del ciclismo, en el Tour de Francia de 1959.

PRESSE SPORTS / Cordon Press

Aquella sería su mejor temporada y, aunque intentó igualarla en años posteriores, no lo consiguió. Ese fue también el año de debut de uno de sus grandes rivales en la montaña: Julio Jiménez Muñoz, "el Relojero de Ávila", quien consiguió el maillot de la montaña tres veces en el Tour (quedando en otra ocasión segundo después de Bahamontes) y una en la Vuelta a España.

Tras un par de años malos a causa de una lesión en el fémur, en 1962 volvió a brillar con un cuarto puesto en la clasificación general y el primero de la montaña. Al año siguiente estuvo a punto de repetir su hazaña en el Tour, pero finalmente quedó en segunda posición de la clasificación general, aunque conservó el podio de mejor escalador. Tras conseguir su sexto y último maillot en 1964, finalmente se retiró como ciclista profesional al año siguiente.

Se iba como el corredor que más veces había ganado la clasificación de la montaña del Tour: un total de seis, récord que solo igualaría Lucien Van Impe en 1983 y únicamente sería superado por Richard Virenque, quien ganó su séptimo maillot en 2004. Por ello recibió varios homenajes: en 2009, cuando se cumplían 50 años de su gran victoria en el Tour, la organización de la carrera le tributó un homenaje el día de su cumpleaños; y en la edición número 100, disputada en 2013, se le dio el reconocimiento de mejor escalador de la historia de esta competición.

Bahamontes (Michiel Hendryckx)

Bahamontes (Michiel Hendryckx)

Bahamontes en su tienda de bicicletas de Toledo, que regentó durante 50 años.

Michiel Hendryckx

Tras retirarse como corredor, Bahamontes se dedicó a su tienda de bicicletas en Toledo. También organizó una carrera amateur, la Vuelta a Toledo, que se disputó entre 1966 y 2016; y dirigió su propio equipo profesional entre 1968 y 1974. En 2018 el escultor valenciano Javier Molina le dedicó una escultura en la ciudad de Toledo – colocada, de forma muy pertinente, en una cuesta – en un acto al que acudieron grandes nombres del ciclismo español como Miguel Induráin, Perico Delgado y Carlos Sastre.