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El Museo de Historia de Berna, en Suiza, exponía entre las numerosas reliquias una flecha datada de la Edad del Bronce y fabricada con un material cuyo origen fue un misterio durante cientos de años. El arma fue hallada en unas excavaciones realizadas en el siglo XIX a lo largo del lago Biel, en Mörigen (Suiza), pero no fue hasta 2021 cuando los arqueólogos pudieron confirmar que el metal de la punta pertenecía a los fragmentos de un meteorito.
Encontrar objetos forjados en material meteorítico antes de la Edad del Hierro es poco habitual: hasta ahora, solo se habían detectado 54 en todo el mundo, distribuidos entre Eurasia y África. En Europa central había únicamente dos ejemplos de hallazgos similares: las dos pulseras Czestochowa-Rakowa y el hacha Wietrzno, ambos localizados en Polonia.

meteorito
Secciones tomográficas de rayos X de la punta de flecha de Mörigen. a) muestra cuatro secciones sagitales, b) muestra 10 secciones transversales.
Thomas Schüpbach / Journal of Archaeologycal Science
Así pues, desde la conclusión extraída hace dos años, los científicos de la Universidad de Berna, en colaboración con expertos del Instituto Paul Scherrer de Suiza, se dedicaron a averiguar de qué meteorito proviene esta pieza en concreto. Y los resultados de la investigación ya han sido publicados en el Journal of Archaeologycal Science.
La respuesta estaba a más de 2.000 kilómetros
Los arqueólogos barajaban diversas opciones con las cuales debían comparar la composición de la flecha. La primera de ellas era el meteorito Twannberg, que habría impactado en la actual Suiza hace 160.000 años, pero, tras someter las pruebas a la tecnología de un analizador portátil de fluorescencia de rayos X y comprobar que los materiales no coincidían, esa hipótesis quedó descartada.
Más tarde, los análisis comparativos con los fragmentos del meteorito de Morasko, que dejó cráteres en Póznan, Polonia -a casi 1200 kilómetros de Mörigen-, también quedaron excluidos por contener mayor cantidad de germanio que la punta de la flecha.
Por último, los investigadores tuvieron que ampliar la vista y considerar como una posibilidad el meteorito de Kaalijarv, el cual habría caído sobre la actual Estonia en el 1.500 a.C., a pesar de que Mörigen y Kaalijarv estén separadas por más de 2.000 kilómetros. Y para su sorpresa, la composición de los fragmentos resultó coincidir con la de la flecha, por lo que los arqueólogos han logrado concluir una investigación que llevaba muchos años abierta.
Fragmentos de meteorito, ¿objetos de comercio?
La gran distancia entre el lugar del hallazgo de la flecha de Mörigen y la zona de dispersión del meteorito de Kaalijarv revela, según los arqueólogos, que los fragmentos de hierro meteorítico fueron transportados y comercializados durante el 800 a.C. Probablemente, estas piezas hayan viajado a través de la ya establecida ruta del Ámbar, que conectaba los territorios bañados por el mar Báltico con la Europa central y occidental.
Esta conclusión implica que en un futuro, e incluso a mayores distancias, puedan encontrarse otros ejemplares de origen estonio en otras colecciones arqueológicas. Con esto, los investigadores sugieren que se realicen análisis al respecto y se repliquen las técnicas no destructivas llevadas a cabo en este estudio, las cuales marcan una tendencia en la metodología de trabajo que puede ayudar de forma significativa a desvelar cómo inventaban y fabricaban objetos nuestros antepasados durante la Edad del Bronce.