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Carlo Broschi, conocido como Farinelli, era un cantante que en las décadas de 1720 y 1730 conquistó con su voz inigualable de castrato los teatros de ópera de Italia y de Europa. En 1737, cuando se hallaba en Londres, Isabel de Farnesio lo contrató para que viniera a la corte española a dar unos recitales. El éxito de su primera actuación en la corte fue tal que de inmediato los reyes lo convencieron para que permaneciera en España dedicándose exclusivamente a cantar cada noche para ellos; a cambio, además de la remuneración, Farinelli recibió toda suerte de honores que lo convirtieron en un personaje destacado de la corte.
En 1738 el cantante expresaba su satisfacción en una carta: «Desde el primer día de mi llegada, he seguido esta misma vida cantando todas las noches a los pies de los Soberanos y me escuchan como si fuera el primer día. Debo rogar a Dios que me conserve la buena salud para continuar esta vida; nunca hay reposo». Se dijo que cantaba siempre las mismas cinco arias, aunque hoy se piensa que había mayor variedad.
Una leyenda

Aria cantada por Farinelli en la corte española, incluida en una colección que envió a María Teresa de Austria.
Aria cantada por Farinelli en la corte española, incluida en una colección que envió a María Teresa de Austria.
Foto: Austrian National Gallery
¿Actuó Farinelli como un músico sanador? Es cierto que en la época muchos creían en las propiedades terapéuticas de la música y varios autores españoles escribieron tratados sobre la materia. Sin embargo, testimonios como los del embajador británico Keene indican que Isabel de Farnesio buscaba ante todo divertir a Felipe V, quien por otra parte no carecía de gustos musicales. La escena de la primera aria cantada por Farinelli, que como por ensalmo habría sacado a Felipe V de la depresión, es seguramente un mito surgido unas décadas más tarde.
Este artículo pertenece al número 200 de la revista Historia National Geographic.