Exposición: "Exvotos de Vizcaya, creencias de mar"

En la sala Ondare de Bilbao se expone hasta finales de julio parte del inventario más completo de exvotos, ofrendas de diversa índole dedicados a Dios a la Virgen o a los santos y que solían colgarse del techo

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“Quien fuere a la mar que aprenda a rezar”

Desde el amanecer de los tiempos el océano ha sido un abismo terrible e insondable que produjo en la mentalidad del marino un miedo irracional a lo desconocido. El mar, el Tenebroso de los antiguos, se tenía por refugio y feudo de innumerables monstruos y bestias míticas. Desde el Leviatán bíblico y las bestias que Yahvé creara el quinto día del Génesis, pasando por sirenas, tritones y otros seres fabulosos que acechaban a los barcos y sus tripulantes para hundirlos.

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Óleo sobre lienzo. Iglesia de la Virgen del Puerto. Zierbena. Siglo XVIII.

En la mentalidad popular, serpientes marinas, pulpos gigantes y calamares de dimensiones extraordinarias habitaban las aguas de todos los mares, ríos y lagos. El ser humano, juguete de la naturaleza, pone en manos de entidades superiores el feliz término de su tránsito obligatorio por el mar tenebroso. Sobre estos terrores se ha ido tejiendo la base fundamental de la religiosidad y devoción especial que la gente del mar sintió y practicó como medio de buenos augurios y esperanza de salvación.

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Dioses del mar

Hubo un tiempo en que los dioses moraban los océanos. Dagoon, Neptuno, Poseidón, las Nereidas, Pelagia… han sido innumerables las divinidades tutelares del mar. Sin embargo con el Cristianismo, la mar deja de ser la morada de los dioses. Ya nadie tiene autoridad sobre los monstruos y bestias de las profundidades. El espacio acuático, escenario de riquezas, aventuras y civilización, muestra su faz más temible y los pueblos del mar convierten la línea de la orilla en la frontera que separa el mundo de los confines del abismo. En los momentos de peligro se hace necesario invocar la misericordia en las alturas celestiales. Pero el hombre de mar, empequeñecido ante la magnitud del Todopoderoso, busca intercesores que medien ante Dios. Los santos del panteón cristiano y la propia Virgen María toman el relevo de los antiguos dioses y pactan con los humanos las condiciones de su salvación en los momentos más desesperados de la navegación.

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Ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Bermeo.

Exvoto procede de la expresión latina “exvoto suscepto”, lo que significa “como consecuencia de un voto”. Se trata de un elemento con una fuerte carga simbólica, ya que sintetiza la prueba física de un contrato suscrito entre el ser humano y la divinidad. Existen varios tipos de exvotos, gratulatorios, propiciatorios o conmemorativos. En todos los casos, la mentalidad popular atribuye a la intervención o intercesión divina el resultado feliz que ha motivado el exvoto. Sin esta premisa religiosa, el exvoto, como ofrenda, carece de sentido.

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Fragata Bilbaína. Museo de las Encartaciones. Avellaneda

Este precioso modelo de fragata mercante artillada ha tenido una vida azarosa, tanto el barco original como el exvoto que ha llegado a nuestros días. Representa a la fragata Bilbaína, construida a orillas de la Ría de Bilbao. En 1815 su capitán era el marino de Santurtzi, Antonio del Casal. Por lo que se desprende de la documentación de archivo esta fragata se dedicó durante algún tiempo al transporte de “madera de ébano”, un eufemismo utilizado en la época para referirse al trafico de esclavos africanos. La práctica de la esclavitud fue abolida oficialmente siendo legal en las colonias. Se mantuvo en Puerto Rico hasta 1873 y en Cuba hasta 1880. Esta situación propició que algunos capitanes vascos hicieran fortuna con esta actividad. El exvoto de la Bilbaína fue depositado en la Iglesia de Santa Isabel, en La Herrera Zalla, según tradición del pueblo, por los dueños de la fragata original.

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Fragata artillada. Santuario de la Virgen del Mar. Mamariga. Santurtzi. Siglo XVIII.

A principios del siglo XX Manuel Calvo ofrendó la maqueta de una hermosa fragata mercante en el Santuario de la Virgen del Mar de Mamariga, en Santurtzi. Habiendo perdido una sortija de gran valor para la familia, rogó a la Virgen del Mar que le ayudara a encontrarla y prometió ofrecer a cambio una fragata que tenía en casa perteneciente a su bisabuelo.

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Exvotos pintados

Las pinturas votivas suponen la máxima expresión narrativa. Si las maquetas de barcos alcanzaban altos grados de fidelidad a los buques originales, en los cuadros adquieren una vida que las maquetas no pueden darles. Los exvotos pictóricos tienen la particularidad de ser fiel reflejo de los momentos angustiosos vividos en alta mar por sus tripulantes. El dramatismo que emanan viene apoyado, en ocasiones, por el relato de los hechos a pie de cuadro. Algunos de ellos son tan fieles a la realidad de lo acontecido que es posible reconstruir los pormenores del accidente y el desenlace supuestamente milagroso del mismo.

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El cuadro de Charles Gregor

Este interesante cuadro de cuidada factura supone un pequeño misterio dentro de los exvotos pintados de la basílica de Begoña. Representa el naufragio de un velero en medio de una terrible tormenta. Tan solo sabemos que fue dibujado por Charles Gregory, un afamado pintor de marinas inglés, en 1853. Una obra única, puesto que no se conocen otras pinturas votivas de este pintor.  Junto a la firma del autor está escrita la palabra “Cowes”, que alude a la capital de la isla de Wight, cercana a la costa sur británica donde Gregory vivió toda su vida y donde tiene su base el Royal Yatch Squadron desde 1815. Gregory pintó numerosos óleos y acuarelas para esta afamada institución marítima británica. Sus pinturas en los últimos años son cada vez más buscadas por los coleccionistas privados.

 

El historiador marítimo y comisario de la muestra, Xabier Armendariz, ha localizado y estudiado, con el apoyo de la Diputación Foral de Vizcaya, un total de 130 exvotos a lo largo de 10 años de trabajo, elaborando el más completo inventario de estas características de toda España. La muestra, que podrá visitarse hasta el 27 de julio, reúne por primera vez un total de 35 exvotos y ofrendas marineras de Vizcaya.

El pasado 9 de mayo, la Sala Ondare de Bilbao abría sus puertas a la muestra "Exvotos de Bizkaia, creencias del mar". La exposición, con la tradición marinera como eje central de su temática, se nutre de objetos procedentes de diferentes puntos del País Vasco dedicados a distintas figuras religiosas.

Seis museos vizcaínos han colaborado en la muestra aportando sus objetos. Desde el Museo Diocesano de Arte Sacro de Bilbao, el Museo de las Encartaciones en Abellaneda-Sopuerta, el Museo Vasco, el Museo Plasentia de Butrón en Plentzia, el Arrantzaleen Museoa de Bermeo hasta el Museo Marítimo Ría de Bilbao.

Diez años de exhaustivo trabajo

Los exvotos son ofrendas que los marinos entregaban en las iglesias o ermitas de tradición marinera como agradecimiento a la intercesión del patrón o patrona de esos templos en los momentos de peligro.

El historiador marítimo y comisario de la muestra, Xabier Armendariz, comenzó en el año 2006 su estudio e inventariado, que se puede considerar el más completo en esta temática de cuantos se conocen en España. Hasta hoy ha catalogado cerca de 130 objetos de procedencia muy variada. Estos exvotos se encuentran actualmente en iglesias y ermitas de Bizkaia, pero también en museos y colecciones particulares.

Entre los cerca de 35 objetos seleccionados para la exposición, se pueden encontrar desde maquetas de barcos hasta pinturas que describen con gran naturalismo las tormentas o los momentos de peligro vividos por sus donantes. Abundan también los elementos religiosos, como custodias o cálices, equipamientos de los barcos, como flotadores, boyas o remos, e incluso esqueletos de peces. También son dignas de mención las magníficas conchas de tridacna gigas, que abundan en nuestras iglesias y que se utilizan como “aguabenditeras”.

Una historia en cada exvoto

Todos los exvotos cuentan una historia acontecida en el mar o aportan información de interés acerca de la experiencia de los marinos sobre la cubierta de un barco. Otras veces narran anécdotas curiosas. Son los casos de la fragata Bilbaína que se dedicaba, al parecer, al tráfico de esclavos africanos, o el del buque Aizkorri Mendi, atacado por un submarino alemán durante la primera guerra mundial.

También merece destacarse un cuadro de Chales Gregory, famoso pintor del siglo XIX, cuya obra completa se expone en el Museo Marítimo Nacional de Greenwich (Gran Bretaña).