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Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, es una de las principales deidades del panteón mexica o azteca. Es el dios de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento. En ocasiones, también es llamado señor de los vientos y regidor del Oeste. Es, asimismo, el Tercer Tezcatlipoca (el dios de la noche y todas las cosas materiales) y está asociado al color blanco. Quetzalcóatl es una divinidad que representa la dualidad inherente a la condición humana: la serpiente es cuerpo físico con todas sus limitaciones y las plumas son los principios espirituales.
Son muchas las imágenes de la serpiente emplumada que se conservan en México. Pero a veces, el hallazgo de este tipo de representaciones no se debe al incansable trabajo de los arqueólogos, sino al más puro azar. Eso es lo que ocurrió en Ciudad de México el 19 de septiembre de 2022, cuando un terremoto sacó a la luz en la antigua Tenochtitlán (concretamente en terrenos de la antigua Escuela de Jurisprudencia) una colosal cabeza de serpiente elaborada en piedra que pesa de más de una tonelada y mide 1,80 m de longitud, un metro de alto y 85 centímetros de ancho.
La colosal pieza fue recuperada por personal de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, y ahora, un año más tarde, restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabajan con ahínco para devolverle su policromía original.

Detalle de la serpiente en el que pueden observarse los tonos ocre, azul, rojo, negro y blanco con los que fue pintada en época prehispánica.
Detalle de la serpiente en el que pueden observarse los tonos ocre, azul, rojo, negro y blanco con los que fue pintada en época prehispánica.
LANCIC (UNAM)
objetivo: eliminar la humedad
Conservar los colores originales de esta espectacular cabeza de quinientos años representa todo un reto para los especialistas del INAH, ya que los pigmentos utilizados por los antiguos mexicas, en este caso el ocre, rojo, azul, negro y blanco, se obtenían de minerales y vegetales. Para lograrlo, la cabeza ha sido introducida en una cámara sellada para que, lentamente, vaya perdiendo toda la humedad sin que esto afecte a su espléndida policromía. Este delicado proceso cuenta con la colaboración de expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Conservar los colores originales de esta espectacular cabeza de quinientos años representa todo un reto para los especialistas del INAH.

Detalle de la policromía de las escamas de la cabeza de serpiente mexica.
Detalle de la policromía de las escamas de la cabeza de serpiente mexica.
LANCIC (UNAM)
Así lo ha explicado María Barajas Rocha, conservadora jefe del Proyecto Templo Mayor: "Nuestro objetivo está en que la cabeza de serpiente pierda la humedad que acumuló durante siglos, de manera lenta y cuidadosa, para que esta salga desde los poros internos de la roca hasta su superficie, ya que si el proceso se acelera pueden generarse pérdidas de color e, incluso, grietas o cristalizaciones de sales en la piedra". Los arqueólogos, así como los restauradores, prevén que este minucioso proceso finalice a principios de 2024.

Detalle del ojo de la serpiente durante el proceso de restauración.
Detalle del ojo de la serpiente durante el proceso de restauración.
LANCIC (UNAM)
Mientras tiene lugar todo el proceso, personal del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural de la UNAM está llevando a cabo diversos análisis para descubrir de qué está hecha esta pieza. Por su parte, la coordinadora del proyecto de salvamento de la antigua Escuela de Jurisprudencia, la arqueóloga Moramay Estrada Vázquez, continúa analizando la cabeza del ofidio con el objetivo de concretar en qué momento fue realizada, así como descubrir mucho más sobre su iconografía y simbolismo.