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En el curso de sus campañas en Oriente, Alejandro Magno se casó con varias princesas de los territorios que conquistaba. Alejandro utilizó hábilmente las alianzas matrimoniales para afianzar su poder, pero sus romances no estuvieron dictados tan sólo por el cálculo político. Roxana, por ejemplo, la princesa bactriana de legendaria belleza que cautivó el corazón del gran conquistador. Se fijó en ella al verla bailar en un banquete. Considerada la princesa más bella de Asia, el rey decidió casarse con ella, en en el año 327 a.C., a pesar de que era su cautiva. Roxana cayó víctima de la ambición de Casandro de Macedonia, un antiguo general de Alejandro, que le dio muerte junto a su hijo.
Un equipo de arqueólogos del 28º Eforato de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas ha desenterrado una tumba en la antigua ciudad griega de Anfípolis (cerca de Serres, en el norte de Grecia) que podría pertenecer a Roxana y a Alejandro IV, la mujer y el hijo de Alejandro Magno, según informó Greek Reporter el pasado 6 de octubre.
El recinto circular que rodea la tumba tiene una altura de tres metros y un perímetro de unos 500 metros. Son las primeras excavaciones que se realizan en este emplazamiento, conocido desde 1965 como Kasta Tom. Katerina Peristeri, la directora del equipo, considera que aún es demasiado pronto para señalar la identidad de los propietarios de la tumba. Sin embargo, las autoridades locales y los medios de comunicación se han afanado en relacionar la tumba con la mujer de Alejandro y su hijo. Según la leyenda, tras la muerte de Alejandro, madre e hijo fueron condenados al ostracismo en Macedonia, donde fueron asesinados. La tradición oral afirma que las dos víctimas fueron enterradas en Anfípolis, a pesar de que no existe ninguna evidencia al respecto.