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La hierba verde y los tonos amarillentos y rojizos de los árboles. Nada, a excepción de la vieja alambrada, hace presagiar que se trata de un antiguo campo de concentración de la Alemania nazi. Pero unas excavaciones realizadas entre el 4 y el 8 de septiembre y entre el 19 y el 31 de octubre de 2017 han sacado a la luz los restos de 64 personas y más de 300 objetos de la época: cucharas, tazas, gafas, un termómetro, un extintor, una carretilla... y tres placas con los números de identificación de los prisioneros, entre otras cosas. Los hallazgos han sido realizados en el antiguo campo de concentración de Gross-Rosen, actualmente en Rogoźnica, en el suroeste de Polonia. Gross-Rosen fue establecido en agosto de 1940 como un campo satélite del campo de concentración de Sachsenhausen. Recibió unos 125.000 prisioneros hasta febrero de 1945, cuando fue liberado por el Ejército Rojo, y 40.000 de ellos murieron en el mismo campo de concentración, durante las marchas de la muerte o en los transportes de evacuación.
Los restos mortales serán enviados al Instituto de Medicina Forense en Breslavia
"Las excavaciones se basan en un relato que fue ofrecido al Museo de Gross-Rosen. Se trata de la relación del médico del campo de concentración, un belga que fue prisionero y que trabajó en el sitio unos meses antes de su liberación. Habla de unas 300 personas enterradas ahí. De momento no podemos confirmar esa cantidad, pero creemos que las próximas excavaciones, previstas para la primavera de 2018, podrían revelar nuevos restos", explica Barbara Misiewicz, del Instituto de Memoria Nacional (Polonia), a National Geographic. "Cotejaremos los números de las placas halladas con los de los prisioneros registrados en el Museo de Gross-Rosen y posteriormente enviaremos los restos mortales al Instituto de Medicina Forense en Breslavia con el fin de determinar el sexo, la edad, el estado de salud y la causa de la muerte", concluye.