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Una misión arqueológica del Instituto Checo de Egiptología de la Facultad de Artes de la Universidad Carolina de Praga, dirigido por Miroslav Bárta, hace años que excava en Abusir, un yacimiento situado a varios kilómetros al norte de Saqqara, en una zona que contiene un grupo de grandes tumbas de pozo datadas a finales de la dinastía XXVI (664-525 a.C.) y principios de la XXVII (525-404 a.C.). Durante las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento en el año 2021, el equipo hizo un sensacional descubrimiento: el depósito de materiales de embalsamamiento más grande jamás encontrado en Egipto, prácticamente intacto.
Este increíble depósito perteneció a un hombre llamado Wahibre-mery-Neith, que vivió a principios del siglo V a.C., y se encontró almacenado en un pozo de unos 15 metros de profundidad. En su interior se guardaron más de 370 recipientes cerámicos que contenían los materiales que fueron utilizados en la momificación de este individuo. Durante la primavera de 2022, y continuando con las excavaciones, los arqueólogos localizaron en medio del pozo principal otro pozo más pequeño excavado en el lecho de roca, orientado de este a oeste, que medía 6,5 x 3,3 metros. Con toda probabilidad habían dado con el lugar de enterramiento de Wahibre-mery-Neith.

Los arqueólogos de la expedición checa excavan en la tumba de Wahibre-mery-Neith en Abusir.
Foto: Petr Košárek, Archives of the Czech Institute of Egyptology
Un colosal sarcófago doble
Los trabajos en este pozo funerario sacaron a la luz un sarcófago doble, que mide tres metros de altura, 2,30 metros de largo y dos de ancho, y se compone de dos grandes bloques de piedra caliza blanca. En su superficie, una inscripción indica uno de los títulos que ostentó este personaje, y da cuenta de su importancia: Comandante de mercenarios extranjeros. Los arqueólogos comprobaron también que el sarcófago había sufrido daños en el pasado, lo que parece sugerir que, a diferencia del depósito de embalsamamiento, la tumba de Wahibre-mery-Neith fue saqueada ya en la antigüedad. Y creen saber cuándo sucedió, puesto que en el lugar se han localizado algunas vasijas coptas abandonadas que se han datado entre los siglos IV y V d.C.
Los trabajos sacaron a la luz un sarcófago doble, que había sufrido daños en el pasado. Esto sugiere que la tumba de Wahibre-mery-Neith fue saqueada en la antigüedad.

Imagen del sarcófago de Wahibre-mery-Neith en el fondo del pozo funerario.
Foto: Petr Košárek, Archives of the Czech Institute of Egyptology

Vista del sarcófago interior, cuya tapa está decorada con textos del capítulo 72 del Libro de los muertos.
Foto: Petr Košárek, Archives of the Czech Institute of Egyptology
Un sarcófago con forma humana
En el interior del sarcófago se colocó un segundo sarcófago antropoide de basalto, con la tapa decorada en el exterior con pasajes del capítulo 72 del Libro de los muertos, que asegura al difunto un fácil acceso al más allá y una vida dichosa por toda la eternidad. Pero ambos sarcófagos, tanto el interior como el exterior, presentaban importantes roturas causadas por los antiguos saqueadores de tumbas, que destrozaron partes de ambos para acceder a los tesoros que pudiera haber en su interior. De hecho, los arqueólogos solo hallaron un amuleto en forma de reposacabezas y un escarabeo del corazón sin inscripciones. Ni rastro de la momia de Wahibre-mery-Neith.

Escarabeo del corazón localizado en el interior del sarcófago de Wahibre-mery-Neith.
Foto: Petr Košárek, Archives of the Czech Institute of Egyptology
El enorme sarcófago estaba dispuesto directamente sobre el relleno de arena en el fondo del pozo de enterramiento, y tanto al este como al oeste del mismo se abrieron unos pequeños espacios con el objeto de colocar un modesto ajuar funerario. En el lado este aún quedaban algunos elementos como dos cajas de madera que contenían 402 ushebtis de loza (figurillas funerarias cuya misión era trabajar en lugar del difunto en los campos del más allá), además de dos vasos canopos (recipientes para contener las entrañas momificadas del difunto) y copas de alabastro, una maqueta en loza de una mesa de ofrendas y un ostracón (fragmento de piedra o cerámica) que tenía inscritos algunos fragmentos de textos religiosos en escritura hierática.
Una tumba singular
Aunque la investigación arqueológica de la tumba de Wahibre-mery-Neith no ha aportado una gran cantidad de piezas de ajuar funerario, los investigadores han destacado sin embargo la singularidad de la tumba de este personaje, única en su diseño, y que permite obtener valiosa información sobre un turbulento período de la historia de Egipto: el inicio del dominio persa en el país del Nilo. Además, junto con la investigación de los elementos que componen el depósito de embalsamamiento, con el estudio de la sepultura los arqueólogos creen posible vislumbrar cómo fue la vida del propio Wahibre-mery-Neith, sus antecedentes familiares, su carrera profesional...
Los investigadores destacan la singularidad de la tumba, única en su diseño y que permite obtener valiosa información sobre ese turbulento período.

Vasos canopos y copas de alabastro hallados en la tumba.
Foto: Petr Košárek, Archives of the Czech Institute of Egyptology
Al parecer, Wahibre-mery-Neith tuvo una vida breve y murió de un modo repentino, cuando ni su tumba ni sus sarcófagos estaban todavía terminados, así que tanto su sepultura como su ajuar funerario tuvieron que adaptarse tanto a sus circunstancias personales como a las del momento histórico que le tocó vivir. Según los investigadores, esta tumba demuestra cómo los los antiguos egipcios supieron adaptar sus ideas religiosas y la cultura material funeraria a un tiempo en el que su milenaria civilización empezaba a declinar.