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Unas 17 sepulturas etruscas han salido últimamente a la luz junto a la Tumba del Escarabeo Dorado, descubierta a comienzos de año en la necrópolis de Poggetto Mengarelli en Vulci, en la provincia de Viterbo, al norte de Roma. Esta tumba, perteneciente a una princesa de la aristocracia etrusca del siglo VIII a.C., fue bautizada así por los dos escarabeos egipcios que se hallaron en su interior.
Carlo Casi, el director de las excavaciones, explica a este medio que las tumbas se están excavando actualmente y que "esto es sólo el comienzo". La necrópolis de Pogetto Mengarelli abraza toda la historia etrusca, desde la cultura de Villanova hasta la época romana. Los etruscos creían en la vida de ultratumba y los objetos hallados en las nuevas tumbas así lo atestiguan: un espejo en bronce para perpetuar el rostro que un día reflejó, anillos que nunca pierden su brillo y vasos para brindar en la eternidad, entre otras cosas.
Bajo una losa de piedra caliza blanca yacían los restos incinerados de una mujer junto a un ajuar funerario excepcional, formado por una fusayola que testimonia su afición por la hilatura, un juego de doce vasos y cinco fíbulas de bronce. En la tumba de un hombre han aparecido algunos anillos de plata y objetos de bronce como fíbulas, hebillas, vasos, empuñaduras y otras partes de armas. Y en la sepultura adyacente de una niña se han encontrado dos pares de pendientes de oro, un anillo de plata y dos estatuillas de bronce con forma de sirena.