Levantamiento en Sicilia

Eunoo, el esclavo rebelde que quiso ser rey

Con fama de poseer dotes de magia y clarividencia, Eunoo, un esclavo sirio, se levantó en armas en Sicilia contra la todopoderosa Roma en el siglo II a.C. Eunoo reunió un ejercito de esclavos que puso en jaque las estructuras de una sociedad como la romana, basada en la esclavitud. Finalmente fueron las legiones dirigidas por Publio Rupilio las que pusieron fin al levantamiento. Aunque no sería el último.

Monumento erigido en honor a Eunoo, líder de la revuelta de esclavos que estalló en Enna (Sicilia) en 135 a.C.

Monumento erigido en honor a Eunoo, líder de la revuelta de esclavos que estalló en Enna (Sicilia) en 135 a.C.

Monumento erigido en honor a Eunoo, líder de la revuelta de esclavos que estalló en Enna (Sicilia) en 135 a.C.

Eannatum (CC)

Para una sociedad basada en el trabajo de miles de esclavos, como la romana, una de sus peores pesadillas era sufrir un levantamiento generalizado. Convertidos en simples objetos, en la antigua Roma los esclavos sufrían, en muchas ocasiones, un trato vejatorio por parte de sus amos. Los esclavos romanos carecían de derechos, y, por supuesto, de estatus legal, por lo que no podían tener ningún tipo de relación, propiedades ni por supuesto familia.

Con este panorama, Roma conoció diversos levantamientos y tres grandes revueltas de esclavos. La más famosa de ellas fue la Tercera Guerra Servil, llamada por Plutarco "guerra de los gladiadores", liderada por Espartaco, un esclavo de origen tracio convertido en gladiador. Pero sesenta años antes, alrededor del año 135 a.C., tuvo lugar otro levantamiento masivo de esclavos, la conocida como Primera Guerra Servil, que tuvo lugar en Sicilia. Esta revuelta estuvo dirigida por un hombre llamado Eunoo, un esclavo procedente de Apamea, en Siria, que llegó a proclamarse rey de la isla y acuñar su propia moneda. Tres años más tarde, en 132 a.C., un ejército romano compuesto por mas de 70.000 hombres aplastó la rebelión sin piedad.

sicilia cae en manos de roma

Sicilia, considerada por los romanos como uno de sus graneros principales junto con Egipto, había sido tradicionalmente el escenario de guerras y rebeliones. Hasta el final de la Segunda Guerra Púnica (211 a.C.), las isla había estado en manos de los cartagineses, pero tras la toma de Siracusa por parte de los romanos, los habitantes de la isla sufrieron unas terribles consecuencias: la población tuvo que vender sus tierras a los especuladores venidos de Roma, que las convirtieron en enormes latifundios, y a muchos incluso les fueron incautadas. Así, había una enorme cantidad de tierras para trabajar, lo que incrementó la importación de esclavos a Sicilia. De hecho, llegaron a ser unos 200.000 en una población total de 600.000 personas.

Sicilia estaba considerada por los romanos, junto con Egipto, uno de los graneros de Roma.

Mosaico romano de Dougga, en Túnez, donde se ve a dos esclavos ataviados con ropas típicas de su clase y con un amuleto contra el mal de ojo colgado del cuello.

Mosaico romano de Dougga, en Túnez, donde se ve a dos esclavos ataviados con ropas típicas de su clase y con un amuleto contra el mal de ojo colgado del cuello.

Mosaico romano de Dougga, en Túnez, donde se ve a dos esclavos ataviados con ropas típicas de su clase y con un amuleto contra el mal de ojo colgado del cuello.

Pascal Radigue (CC BY 3 0)

Pero tras varias décadas bajo yugo romano surgió en Sicilia una figura capaz de arrastrar a las masas descontentas. Se trataba de Eunoo, un esclavo sirio de quien se decía que poseía artes mágicas y adivinatorias gracias al influjo de la diosa Atargatis (divinidad siria de la vegetación y la fertilidad). Eunoo llegó a predecir que algún día sería rey y que conquistaría la formidable ciudad de Enna, en el centro de la isla. Así, el esclavo siriro pronto se puso manos a la obra. La revuelta se inició en la hacienda de un rico propietario conocido por la crueldad con que trataba a sus esclavos, llamado Damófilo. Todos los esclavos de su hacienda se levantaron en armas y pasaron a cuchillo al propietario y su familia. La noticia del levantamiento corrió como la pólvora de un extremo a otro de  Sicilia.

Una rebelión desigual

Para reclutar a su ejército de esclavos, Eunoo contó con la ayuda de un esclavo griego llamado Cleón. El colosal contingente, según las fuentes, estaría formado por unos 60.000 hombres. Pero en contra de lo que se podría esperar de una revuelta de esa magnitud, Eunoo y sus compañeros respetaron a los pequeños propietarios, así como a los herreros y a los armeros. No así a los grandes latifundistas, con quienes se cebaron, incendiando todas sus propiedades. Un caso aparte fue el de los marginados, indigentes y mendigos que poblaban las grandes ciudades, que, aprovechando el caos reinante, arrasaron e incendiaron todo lo que se puso a su alcance.

 Eunoo contó con la ayuda de un esclavo griego llamado Cleón para formar un colosal ejército de 60.000 hombres.

Mercado de esclavos en la antigua Roma, cuadro pintado por Jean-Léon Gérôme en 1884. Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Mercado de esclavos en la antigua Roma, cuadro pintado por Jean-Léon Gérôme en 1884. Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Mercado de esclavos en la antigua Roma, cuadro pintado por Jean-Léon Gérôme en 1884. Museo del Hermitage, San Petersburgo.

PD

La magnitud de la revuelta fue tal, que autores como Diodoro de Sicilia o Posidonio atribuyeron a Eunoo un gran carisma y una extraordinaria astucia, aunque atribuyeron todos los méritos militares a Cleón. Así, tras el éxito inicial, ambos hombres pusieron su mirada en la ciudad de Enna. Allí, los romanos habían exterminado a toda la población de origen púnico cuando se hicieron definitivamente con el control de la isla. Una vez ante las puertas de la ciudad, y sin pensárselo dos veces, Eunoo y Cleón la atacaron, y tras derrotar al pretor romano Lucio Hipseo, Enna cayó finalmente en manos de los sublevados, que nombraron rey a un eufórico Eunoo.

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Las legiones al "rescate"

Las noticias sobre la sublevación de Sicilia y su éxito se extendieron como la pólvora y llegaron a regiones de Grecia y Asia Menor. Mientras tanto, como nuevo monarca, Eunoo cambio su nombre por el de Antíoco, un nombre utilizado por los reyes de la dinastía Seléucida que gobernaban en Siria, su país natal (a partir de entonces, a sus mas de 70.000 seguidores, Eunoo les llamaría "mis sirios"). Asimismo, Eunoo convocó en su nueva capital, Enna, una asamblea popular y creó un consejo de sabios para desarrollar su futuro gobierno, además de, por supuesto, acuñar moneda.

Como nuevo monarca, Eunoo cambio su nombre por el de Antíoco, un nombre utilizado por los gobernantes Seléucidas.

Habitación de unos esclavos encontrada en unas recientes excavaciones en la Región V de Pompeya.

Habitación de unos esclavos encontrada en unas recientes excavaciones en la Región V de Pompeya.

Habitación de unos esclavos encontrada en unas recientes excavaciones en la Región V de Pompeya.

Parque Arqueológico de Pompeya

Pero todas estas aspiraciones de una vida mejor duraron solamente el tiempo en que Roma tardó en enviar a Sicilia dos legiones al mando del tribuno Calpurnio Pisón Frugi. A pesar de sufrir algún revés inicial, las legiones de Calpurnio Pisón empezaron poco a poco a recuperar las ciudades perdidas, y pronto la propia Enna fue sitiada, al igual que Tauromenium, la segunda ciudad en importancia del "nuevo reino" del flamante caudillo Eunoo. Pero la resistencia que presentaba la capital parecía imposible de doblegar, por lo que Calpurnio Pisón fue sustituido por Publio Rupilio, el cual endureció el cerco a Enna hasta que esta finalmente cayó por la traición de uno de los seguidores de Eunoo. 

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El mayor temor de una sociedad esclavista

Una vez en poder de las legiones, la ciudad de Enna fue masacrada, y, al igual que pasaría con los seguidores de Espartaco años más tarde, los supervivientes sufrieron un castigo ejemplar: fueron crucificados. Por su parte, Eunoo conseguía escapar hasta las montañas protegido por varios de sus hombres, aunque los soldados de su guardia prefirieron suicidarse antes que rendirse frente a los romanos. Finalmente, el propio Eunoo fue capturado por los romanos.

Los supervivientes sufrieron un castigo ejemplar: fueron crucificados.

Litografiía en la que aparece Cayo Graco, impulsor de una nueva ley agraria tras la Primera Guerra Servil. Silvestre David Mirys. 1799.

Litografiía en la que aparece Cayo Graco, impulsor de una nueva ley agraria tras la Primera Guerra Servil. Silvestre David Mirys. 1799.

Litografiía en la que aparece Cayo Graco, impulsor de una nueva ley agraria tras la Primera Guerra Servil. Silvestre David Mirys. 1799.

PD

A partir de aquí los testimonios sobre la muerte de Eunoo son confusos. Según algunas fuentes romanas, Eunoo murió a causa de una terrible enfermedad antes de ser juzgado, aunque en realidad, la muerte del rebelde sigue siendo un enigma. Sea como fuere, lo que sí está claro son los efectos que tuvo la rebelión de Eunoo en Sicilia. Uno de los más graves fue la tremenda despoblación que se produjo en la isla, que duró décadas.

Pero el efecto más duradero de la rebelión de Eunoo entre los romanos fue el miedo a un nuevo alzamiento servil. Y es que eran millones los seres humanos reducidos por Roma a la esclavitud. Este fue, quizás, el precio más elevado que tuvo que pagar una sociedad esclavista como la romana, una sociedad en la que los ricos propietarios se vieron obligados a ejercer una permanente vigilancia y tener que sofocar en ocasiones, incluso con baños de sangre, las inevitables revueltas que fueron estallando a lo largo del tiempo.