Edad del Bronce

Un estudio genético descubre los orígenes de la Cultura de El Argar

La recuperación del ADN de sus huesos ha permitido al fin identificar la zona de la que procedían los fundadores de esta civilización de la Edad del Bronce que, al igual que muchos otros pueblos llegados a la península Ibérica durante este período, se corresponde con la estepa eurasiática.

Enterramiento en tinaja típico de la cultura de El Argar

Foto: ASOME-UAB

El surgimiento de la cultura de El Argar en la región de Murcia y el sur de Valencia sobre el 2400 a.C. supuso un duro golpe para las tribus locales. Los argáricos poseían armas de bronce con las que derrotaban fácilmente a los indígenas armados con artefactos de cobre y piedra, por lo que muchos arqueólogos han especulado con la idea de que habrían llegado a la Península como parte de las migraciones que trajeron este metal desde oriente.

Sus asentamientos fortificados dominaban los cerros y colinas del sureste de la península Ibérica, y pronto se extendieron hacia el oeste, conquistando buena parte de la actual Andalucía. Su llegada también supuso un cambio en las tradiciones mortuorias de la zona. Con ellos los agáricos llevaron un nuevo tipo de cerámica y la costumbre de enterrar a sus muertos en grandes tinajas bajo las casas.

Es precisamente en estas sepulturas sobre las que se ha basado el estudio recientemente publicado en la revista especializada Science Advances, complementadas con esqueletos de otras culturas hasta formar un corpus de 244 individuos entre los años 3000 y 1200 a.C.

La Bastida de Totana (Murcia) es uno de los asentamientos argáricos más importantes, se calcula que albergaba a cerca de mil habitantes en sus 45.000 m² de extensión.

foto: Wikimedia Commons

Las típicas copas de El Argar se usaban en los banquetes de la élite: ceremonias mediante las que nobles y guerreros demostraban su posición dominante sobre los locales y estrechaban sus lazos de comunidad.

Foto: Wikimedia Commons

Polvo de hueso

Para descubrir los orígenes de la Cultura de El Argar los especialistas de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto Max Planck han sacado muestras de estos restos óseos y, tras analizarlas en el laboratorio, han secuenciado el ADN mitocondrial de 136 individuos distintos.

Como ya sospechaban los investigadores, los resultados del análisis han corroborado la hipótesis de su procedencia oriental, formando parte de la gran oleada migratoria de finales del tercer milenio que provocó importantes cambios sociales y tecnológicos en toda Europa Occidental.

Una tumba de la Bastida de Totana, sobre el esqueleto de la izquierda se puede observar una verdosa alabarda de bronce, signo de que se trata de la sepultura de un noble o guerrero de ascendencia argárica y su pareja.

Foto: Wikimedia Commons

El ajuar servía para diferenciar las clases sociales, usualmente los nobles eran enterrados con algún objeto de oro y armas de bronce, elementos inexistentes en las sepulturas de esclavos y indígenas. Recreación de una tumba individual, Museo Arqueológico de Elche.

Foto: Wikimedia Commons

Asimismo el estudio ha permitido descartar que la población local tuviera lazos genéticos con el este, con lo que ahora se pueden identificar con más precisión a los agáricos de cada yacimiento gracias a sus característico material genético estepario.

De hecho el trabajo ha demostrado también que con la llegada de estos migrantes a la península se produjo la extinción de muchos linajes genéticos que, o bien desaparecieron, o bien se asimilaron con la nueva clase dominante, creando una población mucho más homogénea que en la Edad del Cobre.

Una de las casas de la Bastida de Totana con una tumba integrada en el suelo.

Foto: Wikimedia Commons

Crisis y migraciones

En el tercer milenio las tribus de la península Ibérica pasaron por importantes transformaciones que cambiaron en gran medida su modo de vida y organización social. Existen muchas teorías que pretenden explicar el porqué de esta metamorfosis: se ha propuesto desde un cambio climático que acabó con los cultivos seguido por una invasión externa alrededor del 2200 a.C., hasta una epidemia de peste que exterminó a los indígenas y dejó espacio para nuevas culturas.

Las incursiones y luchas obligaron a los argáricos a abandonar el asentamiento en las llanuras para trasladarse a las cimas más defendibles de las colinas. Muralla de la Bastida de Totana.

Foto: Wikimedia Commons

Encontrado en 1963, el tesoro de Villena sigue siendo la mayor obra de arte producida por la cultura de El Argar.

Foto: Wikimedia Commons

Sin embargo los autores del estudio no se han inclinado por ninguna de ellas y defienden que el surgimiento de El Argar y la decadencia de los pueblos a los que sustituyeron se debe más bien a una combinación de todas al mismo tiempo.

En cambio sí que defienden la aparición de una nueva case dominante de carácter patriarcal, como han demostrado mediante la repetición de genes en los varones, y el paso de tumbas comunales a sepulturas individuales o de pareja asociadas a un ajuar más a menos rico según la clase social de los muertos.

Cerámica argárica en el Museo Arqueológico Nacional

Foto: Wikimedia Commons

Al margen de especulaciones históricas, el trabajo constituye la prueba definitiva del origen oriental de esta cultura, y permite comprender mejor las dinámicas migratorias que los llevaron a convertirse en la potencia dominante de la zona hasta su repentina desaparición alrededor del año 1500 a.C.

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