Atherton Curtis era un afamado coleccionista de arte norteamericano. Curtis, que poseía una importante colección de objetos del antiguo Egipto, también era conocido por su actividad como mecenas de instituciones y museos, actividad en la que destacaron asimismo su primera esposa, Louise, y también la segunda, Ingeborg. En 1938, el coleccionista hizo al Museo del Louvre de París una impresionante donación: nada más y nada menos que 1.500 piezas. Entre ellas se encontraba una hermosa estela funeraria del Reino Antiguo (2686-2125 a.C.), concretamente de la dinastía IV, procedente de la tumba de una antigua princesa llamada Nefertiabet.
La tumba de Nefertiabet (G 1225), ubicada en el cementerio occidental de Giza, fue descubierta en 1902 por el británico Montague Ballard, que había obtenido una concesión para excavar en el yacimiento. En el poco tiempo que estuvo en Egipto, Ballard halló la tumba de la princesa, con su magnífica estela, y poca cosa más. Finalmente, todos los objetos que descubrió fueron dispersados y acabaron en manos privadas.
Las peripecias de una estela
A partir de entonces se pierde la pista de los objetos hallados en la tumba de Nefertiabet, y no vuelve a saberse nada de ellos hasta que tres piezas procedentes de su mastaba (entre ellas la magnífica estela) se documentan en la colección de arte de Arthur Sambon. Posteriormente, el 25 de mayo de 1914, el marchante Jacob Hirsh las pondría a la venta.
La última noticia que se tiene de la inquieta estela es que se encuentra formando parte de la colección privada de Atherton Curtis, quien, como hemos visto, la acabó donando al Louvre. Una vez en el museo, la estela pasó a formar parte del llamado "Legado Curtis", compuesto por la considerable cantidad de objetos donados por el coleccionista. Tras la muerte de Curtis, en 1943, la estela pasaría a incrementar la colección permanente de la institución parisina.
Una vez donada al Louvre, la estela pasó a formar parte del llamado "Legado Curtis", compuesto por una considerable cantidad de objetos donados por el coleccionista.
Pero ¿quién fue esta princesa y por qué fue enterrada con una estela de tan bella factura? Nefertiabet, cuyo nombre significa "la Bella del Este", muy posiblemente fue hija del faraón Keops (aunque algunos investigadores opinan que fue su hermana), el artífice de la Gran Pirámide de Giza. En todo caso, no hay duda de que perteneció a la familia real, algo que queda corroborado por la cercanía de su tumba a la pirámide del faraón así como por la inscripción que puede leerse en su estela: "La hija del rey, Nefertiabet".
alimentos para la eternidad
La estela de la princesa Nefertiabet, de 37,70 cm de alto y 52,50 de ancho, es una de las más antiguas de este tipo descubiertas en Egipto. Muestra una escena que es muy habitual en la iconografía del Reino Antiguo, aunque, en este caso, está realizada con una maestría excepcional. Nefertiabet, sumamente estilizada, se representa sola, sentada en un delicado taburete acabado con patas de toro, frente a una mesa de ofrendas repleta de rebanadas de pan blanco.
La princesa va vestida con un ajustado vestido de piel de pantera (lo que hace referencia a su cargo de sacerdotisa), largo hasta los tobillos, que deja uno de sus brazos al descubierto. El otro, está cruzado ante su pecho. Nefertiabet alarga su mano derecha hacia las ofrendas de alimentos que están dispuestas sobre la mesa y representadas encima y debajo de ella mediante jeroglíficos.
La princesa va vestida con un ajustado vestido de piel de pantera, largo hasta los tobillos, que deja uno de sus brazos al descubierto.

Detalle de la estela de la princesa Nefertiabet sentada ante una mesa de ofrendas. Museo del Louvre, París.
Detalle de la estela de la princesa Nefertiabet sentada ante una mesa de ofrendas. Museo del Louvre, París.
2013 Musée du Louvre / Christian Décamps
El rostro de Nefertiabet, de perfil, está delicadamente cincelado. En él destacan sus ojos, delineados con kohl, y su cuello adornado por un collar. Porta una larga peluca tripartita negra que deja visibles las orejas. Los jeroglíficos grabados en la piedra mantienen su colorido y hacen referencia a los alimentos, bebidas, incienso... que se proporcionaron al alma de la fallecida Nefertiabet. En la parte derecha de la estela se detallan los miles de trozos de tela que fueron necesarios para la momificación de la princesa, especificando su calidad y longitud.
¿Dónde estaba la estela?
Pero ¿qué sabemos de la tumba de la princesa? Lamentablemente, cuando Ballard penetró en la tumba de Nefertiabet, esta hacía ya mucho tiempo que había sido saqueada. En la cámara funeraria, el explorador halló los fragmentos de un sarcófago de piedra caliza blanca con tapa plana. En una de las esquinas de la estancia localizó un hueco que en su día habría contenido los vasos canopos de Nefertiabet, donde se dispusieron sus vísceras momificadas. Restos de cuencos y jarras se extendían por el suelo.
¿Y dónde se encontraba la famosa estela? ¿Por qué se conservó tan bien si la tumba fue saqueada? De hecho, durante el Reino Antiguo, este tipo de estelas se acostumbraban a colocar en las capillas funerarias de las mastabas. Los investigadores creen que la de Nefertiabet se insertó en la pared exterior de la mastaba, posteriormente fue tapiada y eso la protegió del desgaste y de las garras de los ladrones.
Este tipo de estelas se acostumbraban a colocar en las capillas funerarias de las mastabas.

Panorámica aérea de la llanura de Giza, presidida por las tres grandes pirámides de Keops, Kefrén y Micerino. Alrededor de ellas se extienden numerosas mastabas de altos funcionarios y miembros de la familia real, como la de la princesa Nefertiabet.
Panorámica aérea de la llanura de Giza, presidida por las tres grandes pirámides de Keops, Kefrén y Micerino. Alrededor de ellas se extienden numerosas mastabas de altos funcionarios y miembros de la familia real, como la de la princesa Nefertiabet.
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Aunque no todos están de acuerdo con esta premisa. El profesor de la Universidad de Harvard Peter der Manuelian, en su obra de 2003 Estelas de la necrópolis de Giza, afirma con respecto a la tumba de Nefertiabet que "los restos de la capilla original de adobe no se han conservado y, por lo tanto, no se ha podido determinar la ubicación exacta de la estela debido a la destrucción de esta parte de la pared de la mastaba causada por Ballard".
Sea como fuere, quien hoy en día visite la sala 635, situada en el nivel 1 del ala Sully del Museo del Louvre, en París, podrá mirar cara a cara a una princesa que vivió hace mucho, mucho tiempo, Nefertiabet, hija y hermana de rey, vestida elegantemente con su traje de felino y con el brazo derecho perpetuamente tendido en dirección a su mesa de ofrendas para, así, poder alcanzar el alimento que le permitirá vivir toda la eternidad...