Fotos únicas del Día D

Las espectaculares fotos de Robert Capa durante el desembarco de Normandía

"Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es porque no te has acercado lo suficiente". Y vaya si se acercó. Las 11 magníficas es, probablemente, la serie fotoperiodística más importante de la historia, las únicas imágenes de la batalla librada el 6 de junio de 1944 en el Día D, durante la Segunda Guerra Mundial. Y unas fotografías que sirvieron de inspiración para Steven Spielberg y su película "Salvar al soldado Ryan".

Un día gris, nublado y ventoso, en el Canal de la Mancha. Unos pocos kilómetros separan a las tropas aliadas del famoso Muro del Atlántico, el sistema defensivo montado en la línea de costa por los nazis ante un eventual ataque de los aliados. El mar picado salpica a los cientos de miles de soldados embarcados en lanchas camino a Francia. Militares, armas en mano, dispuestos a dar su vida en la lucha contra el nazismo. Cientos de miles de soldados y un fotógrafo que, cámara en mano, mostraría al mundo una masacre que, a la postre, fue decisiva para la liberación de Europa y la victoria final en la Segunda Guerra Mundial.

Robert Capa era su nombre ficticio (el real era Endre Friedmann) y su serie de fotografías pasó a la historia como "Las 11 magníficas". Las únicas 11 imágenes del Desembarco de Normandía (también conocido como Día D) que llevaron a cabo los Aliados sobre las costas francesas ocupadas por los ejércitos de Hitler el 6 de Junio de 1944.

Pero, ¿realmente se jugó el pellejo solo por 11 fotografías? En primer lugar, no tomó solo 11 imágenes, sino que en realidad realizó más de 100 tomas en varios carretes, pero un error en el revelado echó a perder todas las demás. Y por otro lado, ¡solo son 10! Sí, solo son 10 imágenes y a la pregunta a la agencia Magnum sobre cuál es la undécima y por qué se conoce como "Las 11 magníficas", la respuesta es simple: “seguramente fue un error de la época pero no lo sabemos” explican.

Capa iba en una de las cientos de barcazas que llegaron a las playas francesas junto al 16º Regimiento de Infantería de la 1ª División de Infantería el 6 de junio de 1944. Esta primera oleada, probablemente la más peligrosa, fue seguida de otras. Una ingente cantidad de armas para luchar. Dos cámaras Contax II con lentes de 50 mm para dejar constancia del horror de la guerra para la revista Life.

En la siguiente serie de fotografías, quizá los documentos gráficos de guerra más importantes de la historia, el propio Robert Capa relata cómo vivió el desembarco de Normandía en primera persona. A la postre el momento más decisivo de la Segunda Guerra Mundial. Unas fotos desastrosas tomadas por, probablemente, el mejor reportero de guerra de todos los tiempos. Un documento gráfico y periodístico extraordinario. Un incunable de la historia de la fotografía.

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Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Llegada a la costa

Me gusta arriesgar. Decidí entrar con la Compañía E en la primera oleada [del Desembarco de Normandía]. La costa de Normandía se hallaba todavía a varias millas de distancia cuando el primer estallido inconfundible llegó a nuestros oídos. Nos metimos en el fondo de la barcaza y dejamos de observar cómo nos aproximábamos a la costa. Nos cruzamos con la primera barcaza vacía que ya había descargado a sus tropas en la playa y el contramaestre negro nos saludó con una sonrisa y el signo V (de Victoria). Era el momento de comenzar a tomar fotografías, y saqué mi primera cámara Contax de su funda piel impermeable. El fondo plano de nuestra barcaza golpeó suelo francés. Allí, entre los grotescos diseños de obstáculos de acero que sobresalían del agua, había una delgada línea de tierra cubierta de humo: nuestra Europa, la playa 'Easy Red'.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Primeras fotos del Desembarco de Normandía

Mi hermosa Francia parecía sórdida y poco atractiva. Una ametralladora alemana, escupiendo balas alrededor de la barcaza, arruinó por completo mi regreso. Los hombres de mi barcaza se metieron en el agua. Hasta la cintura, con los rifles listos para disparar, con los obstáculos de invasión y la playa humeante al fondo, una buen momento para tomar fotos. Hice una pausa por un momento en la pasarela para tomar mi primera imagen real de la invasión. El contramaestre, que tenía una prisa comprensible por salir de allí, confundió mi actitud de toma de fotografías con una vacilación explicable, y me ayudó a decidirme con una patada bien dirigida en la parte trasera. El agua estaba fría, y la playa se encontraba todavía a más de cien metros. Las balas agujereaban el agua que me rodeaba y me dirigí al obstáculo de acero más cercano. Un soldado llegó al mismo tiempo que yo, y por unos minutos compartimos refugio. Se quitó la pistola del impermeable y comenzó a disparar sin ton ni son hacia la playa cubierta por el humo. El sonido de su rifle le dio suficiente coraje para seguir adelante y me dejó solo en el obstáculo. Yo también me sentí lo suficientemente seguro como para tomar fotos de los otros tipos que se escondían igual que yo.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Algo muy serio

Todavía era demasiado temprano y el día estaba demasiado gris para tomar buenas fotos. Pero el agua grisácea y el cielo cubierto hicieron que la imagen de los hombrecitos, esquivando balas refugiados en el entramado anti-invasión diseñado por Hitler, fuera bastante fotogénica. Terminé de tomar algunas fotos y el mar me había calado los pantalones. A regañadientes, traté de alejarme del obstáculo de acero que me protegía, pero las balas enemigas no me lo permitían. Cincuenta metros delante de mí, uno de nuestros tanques anfibios medio quemados salió del agua y me ofreció un nuevo sitio seguro donde protegerme. Evalué la situación. Alcancé el tanque entre cuerpos flotantes, tomé algunas fotos más y reuní las agallas suficientes para encaminarme a la playa.

Los alemanes abrieron fuego a discreción  y no pude encontrar ningún resquicio entre los proyectiles para recorrer los últimos 20 metros que me separaban de la playa. Me quedé detrás de mi tanque repitiendo una pequeña frase de mis días de la Guerra Civil Española, "Es algo muy serio". Es algo muy serio. Este es un asunto muy serio.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Sin ganas de besar suelo francés

La marea estaba subiendo y el agua llegó a la carta de despedida a mi familia en el bolsillo de mi pecho. Gracias a la cobertura de dos soldados llegué hasta la playa. Me tiré al suelo y mis labios tocaron la tierra de Francia. No tenía ganas de besarlo.

Volví la cabeza hacia un lado y me encontré cara a cara con un teniente con el que jugué al póquer nuestra última noche. Me preguntó si sabía lo que veía. Le dije que no y que no creía que él pudiera ver mucho más allá de mi cabeza. "Te diré lo que veo", susurró. "Veo a mi madre en el porche delantero, agitando mi póliza de seguro".

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Entre el mar y el alambre de púas

St Laurent-sur-Mer debía haber sido en un momento un lugar monótono y barato para los maestros de escuela franceses de vacaciones. Ahora, el 6 de junio de 1944, era la playa más fea del mundo. Agotados por el agua y el miedo, nos tumbamos en una pequeña franja de arena húmeda entre el mar y el alambre de púas. La inclinación de la playa nos brindó algo de protección, siempre y cuando quedáramos agachados, pero la marea nos empujó contra el alambre de púas, donde los alemanes nos tenían a tiro. Me arrastré hacia mi amigo Larry, el padre irlandés del regimiento, que podría maldecir mejor que cualquier otro y me gruñó, '¡Maldita sea mitad francés! Si no te gustaba estar aquí, ¿por qué diablos has vuelto? Así reconfortado por la religión, saqué mi segunda cámara Contax y comencé a tomar fotos sin levantar la cabeza.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Una playa como una lata de sardinas

Desde el aire, la playa 'Easy Red' debía parecer una lata abierta de sardinas. Tomando instantáneas desde el ángulo de la sardina, el primer plano de mis fotos estaba lleno de botas mojadas y caras pálidas. Por encima de las botas y los rostros, mis encuadres se llenaban de humo de metralla; Tanques quemados y barcazas que se hundían formaban el fondo de mis tomas. Larry tenía un cigarrillo seco. Yo busqué en mi bolsillo de la cadera mi frasco de plata y se lo ofrecí. Inclinó la cabeza hacia un lado y tomó un trago a través de la comisura de su boca. Antes de devolverme la petaca, se la dio a otro amigo, un médico judío, quien imitó con gran éxito la técnica de Larry. También yo utilicé su técnica para echar un trago.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Un proyectil cercano

La siguiente bomba de mortero cayó entre el alambre de púas y el mar, y cada pedazo de metralla encontró el cuerpo de un hombre. El sacerdote irlandés y el médico judío fueron los primeros en llegar a la playa 'Easy Red'. Tomé la foto. La siguiente explosión fue todavía más cerca. No me atreví a apartar los ojos del mirador de mi Contax y disparé frenéticamente toma tras toma. Medio minuto después, mi cámara se atascó, mi carrete había terminado. Busqué en mi bolsa un rollo nuevo, y mis manos húmedas y temblorosas lo echaron a perder antes de que pudiera insertarlo en mi cámara.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Con el miedo en el cuerpo

Hice una breve pausa... y la situación empeoró. La cámara vacía temblaba entre mis manos. Era un nuevo tipo de miedo que sacudía mi cuerpo de pies a cabeza y me desencajaba la cara. Desenganché mi pala e intenté cavar un agujero. La pala golpeó la piedra debajo de la arena y la tiré lejos de allí. Los hombres a mi alrededor yacían inmóviles. Únicamente los muertos tirados en la línea de flotación rodaban con las olas. Una lancha de desembarco de infantería (LCI por sus siglas en inglés) con sus médicos con cruces rojas en los cascos desafió al fuego enemigo. Ni lo pensé ni tomé la decisión. Simplemente me levanté y corrí hacia el bote. Me metí en el mar entre dos cuerpos y el agua llegó hasta mi cuello. La ola de la marea marea golpeó mi cuerpo y cada ola azotaba mi cara bajo el casco. Sostuve mi cámara por encima de mi cabeza, y de repente supe que estaba huyendo. Intenté girarme pero no podía y me dije a mí mismo: 'Solo voy a secarme las manos en ese bote’.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Plumas por todas partes

Llegué a la barcaza. Los últimos médicos acababan de salir. Subí a bordo y cuando llegué a la cubierta, sentí un estruendo, y de repente estaba todo cubierto de plumas. Pensé, '¿Qué es esto? ¿Alguien está matando pollos? Entonces vi que una bomba de mortero había alcanzado la barcaza y que las plumas eran el relleno de las chaquetas kapok de los hombres que habían sido alcanzados por el proyectil. El capitán estaba llorando. Su asistente había volado por los aires y tenía trozos suyos por todo el cuerpo. Nuestro barco estaba listo para salir de allí e intentar llegar a la nave nodriza antes de que nos hundieran. Bajé a la sala de máquinas, me sequé las manos y puse películas nuevas en ambas cámaras.

Foto: Robert Capa / Contacto / Magnum

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Una última oportunidad de volver a la playa

Volví a subir a cubierta justo a tiempo para tomar una última fotografía de la playa cubierta de humo. Luego tomé algunas fotos de la tripulación realizando transfusiones de sangre en la misma cubierta de la nave. Una barcaza de invasión se acercó y nos sacó del barco que se estaban hundiendo. El traslado de los malheridos en el mar no era una tarea sencilla. No tomé más fotos. Estaba ocupado levantando camillas. La barcaza nos llevó al USS Chase, la última oleada de la 16ª Infantería estaba bajando del barco, pero las cubiertas ya estaban llenas de muertos y heridos que regresaban del combate.

Esta fue mi última oportunidad de ir de nuevo a la playa. Y no volví.

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