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De todos esos griales, hay uno muy especial, aquel que se conserva desde el siglo XV en la catedral de Valencia. Anteriormente, hasta 1399, se custodió en el monasterio de San Juan de la Peña y consta de tres partes: una copa de ónice del siglo I, un pie de ese mismo material y un armazón de plata sobredorada de comienzos del siglo XII que une las dos piezas de piedra. Lo asombroso es que en el pie hay una inscripción en árabe cúfico salomónico que reza ALLAH JOSUA, "Jesús [es] Dios".
El que quizá fue un caballero templario,Wolfram von Eschenbach cuenta en su novela Parsifal (la cual refiere las aventuras de Perceval, caballero de la Mesa Redonda, hasta que es coronado rey en el castillo del Grial) que "en el borde de la piedra [el Grial] hay una inscripción con letras celestiales" y que "tan pronto como se ha leído, desaparece por sí misma de la vista". Y precisamente algo así ocurre cuando se observa el pie del cáliz de Valencia con un determinado ángulo de incidencia de la luz.
Una tradición recoge la leyenda de que san Lorenzo guardó el cáliz de Cristo, que estaba en Roma, y, para evitar que cayera en manos paganas durante la persecución del emperador Valeriano en 258, lo envió a su familia en Huesca. Tras varias peripecias, el cáliz acabó en el siglo XI en el monasterio de San Juan de la Peña, cerca de Jaca (Aragón), donde a finales del siglo XI se documenta un cáliz de piedra: Calis lapsis exilis Domini.
Según señala José Luis Corral, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, el asunto es mucho más complicado de lo que podría parecer. En los textos relacionados con la leyenda del Grial, el rey Frimuntel es padre de tres reyes: Anfortas, Pelles y el Rey Tullido. Como explicamos en el último número de Historia National Geographic, la genealogía histórica del Grial valenciano identificaría a Frimuntel con Sancho Ramírez, rey de Aragón y Pamplona (1063-1094) y padre de tres hijos que fueron reyes, uno de los cuales, Alfonso I el Batallador, podría ser Anfortas.

Museo de la Real Colegiata de San Isidoro de León
Vista exterior de la Real Colegiata de San Isidoro de León, nacida en el siglo X como monasterio femenino. Como dómina del Infantado de León, la infanta Urraca ostentaba el señorío de los monasterios del reino, cuya cabeza era el de San Isidoro. A la muerte de su madre Sancha en 1067, Urraca heredó el patrocinio y mantenimiento del templo, que renovó y amplió.
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Pero resulta que, a mediados del siglo XI, Fernando I ocupó el trono del reino de León (1037-1065) y también tuvo tres hijos que fueron reyes: Sancho II en Castilla, Alfonso VI en León y García II en Galicia. Asimismo, tuvo dos hijas: las infantas Urraca y Elvira. Y, según cuenta Eschenbach en su Parsifal, el rey Frimuntel tiene dos hijas: Herzeloyde, madre de Parsifal, y Joisiane, esposa de Kyot, duque de Cataluña. Urraca, la primogénita del rey leonés, donó sus joyas para la orfebrería del cáliz conservado en la colegiata de San Isidoro de León y conocido como Cáliz de doña Urraca, cuyo vaso es una copa de piedra de época romana y que también se ha identificado como el santo cáliz. Así pues, España cuenta con dos supuestos griales, uno en Valencia y otro en León…
En estos enlaces a las páginas web de la catedral de Valencia y la Real Colegiata de San Isidoro de León se ofrece información sobre los respectivos cálices.