Detrás de un inofensivo apodo, "Putzi", se encuentra un curioso y desconocido personaje: Ernst Hanfstaengl, un hombre que llegó a ser amigo íntimo (hasta su caída en desgracia) del líder nazi Adolf Hitler. Gracias a su amistad con el führer, Hanfstaengl alcanzaría elevadas cotas de poder: se convertiría en jefe de la oficina de relaciones públicas del régimen en el extranjero, compondría himnos para el partido y también estaría presente en las más importantes tomas de decisiones que cambiarían en curso de la historia antes y después de la Segunda Guerra Mundial.
Pero ¿cómo llegó Hanfstaengl a ganarse la confianza del führer? Pues en principio, "Putzi" tocaba el piano para Hitler, que visitaba con frecuencia su casa, donde ambos cenaban y pasaban una agradable velada junto a la esposa de Hanfstaengl, Helene, por la cual su marido sentía autentica veneración. "Putzi", cuyo significado es "hombrecito", era físicamente la antítesis de su "amigo" Adolf. A pesar de su apodo, Hanfstaengl era un gigante de dos metros de estatura, culto, rico y bien relacionado. Sin embargo, con el tiempo Hanfstaengl fue apartándose del nazismo y de su líder al darse cuenta de los métodos coercitivos empleados por el régimen con sus opositores. Finalmente acabó cayendo en desgracia y siendo tildado de traidor por quienes hasta entonces lo había considerado su amigo.
El círculo de amistades de Hanfstaengl
Ernst Hanfstaengl, de padre alemán y madre estadounidense, nació en Múnich el 2 de febrero de 1887 en el seno de una familia burguesa. Ernst fue enviado a estudiar a Harvard, donde rápidamente se convirtió en un personaje muy popular gracias a que, gracias a sus dotes para el piano, compuso numerosas canciones para el equipo de fútbol universitario. En Harvard conoció al escritor Walter Lippmann y al periodista, poeta y activista del partido comunista John Reed. Tras finalizar su carrera en 1909 se trasladó a Nueva York donde se hizo cargo de la administración de la delegación estadounidense de la editorial de Bellas Artes Franz Hanfstaengl, propiedad de su padre.
Hanfstaengl fue enviado a estudiar a Harvard, donde rápidamente se convirtió en un personaje muy popular por componer canciones para el equipo de fútbol de la universidad.

Ernst Hanfstaengl junto a Adolf Hitler en el Café Heck en 1930.
Foto: Cordon Press
En una de las ocasiones en que tocaba el piano en el Harvard Club de Nueva York, Hanfstaengl conoció a Franklin D. Roosevelt, quien sería más tarde presidente de Estados Unidos. Asimismo, entre su círculo de amistades se encontraban el magnate de la prensa William Randolph Hearst; la artista, ilustradora y periodista Djuna Barnes, y el actor Charles Chaplin. Todo iba bien hasta que estalló la Primera Guerra Mundial. Hanfstaengl entonces solicitó al agregado alemán en Nueva York, Franz von Papen, que lo trasladara de incógnito a Alemania, pero ante la negativa de este, tuvo que permanecer en Estados Unidos durante todo el conflicto. Para acabar de complicar las cosas, en el año 1917 el joven vio cómo la editorial paterna era confiscada por el gobierno estadounidense por ser considerada una propiedad del enemigo.
Sieg Heil
Al regresar a Alemania en 1922, Hanfstaengl conoció a Adolf Hitler en una cervecería de Múnich, y a pesar de que tenía el encargo de la embajada de Estados Unidos de actuar como "observador" de la situación política en Alemania, y en especial de vigilar a Adolf Hitler, Hanfstaengl quedó tan fascinado con el personaje que pronto se convertiría en uno de sus más íntimos colaboradores. Hanfstaengl introdujo a Hitler en la alta sociedad de Múnich y le ayudó a financiar la publicación de su libro Mein Kampf así como el periódico oficial del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP), el Völkischer Beobachter (Observador del Pueblo). En su entusiasmo, Hanfstaengl también compuso las marchas que entonaban los camisas pardas (el ala paramilitar original del Partido Nazi ) y las Juventudes Hitlerianas. Pero además se le atribuye el invento del célebre saludo nazi: Sieg Heil (que podría traducirse como "Salve, viva, eterna victoria").
Hanfstaengl conoció a Hitler en una cervecería de Múnich y quedó fascinado con la figura del futuro führer.

Hanfstaengl junto a Adolf Hitler y Hermann Göring.
Foto: Bundesarchiv, Bild 102-14080 / CC-BY-SA 3.0
Hanfstaengl logró ganarse tanto la confianza de Hitler que durante la estancia de Winston Churchill en Múnich en 1932 incluso se ofreció a convocar una reunión entre el premier británico y el dictador alemán. Sin embargo, y a pesar de que Churchill afirmara no tener prejuicios contra Hitler, en el transcurso de una conversación con Hanfstaengl, Churchill le preguntó: "¿Por qué su jefe es tan violento con los judíos? Puedo entender muy bien estar enojado con los judíos que han hecho mal o que están en contra del país, y entiendo que quiera combatirles. ¿Cuál es el sentido de estar en contra de un hombre por su orígenes?". Finalmente, la reunión nunca se llevó a cabo.
El "humor" de Hitler
Pero con el tiempo Hanfstaengl se fue distanciando del régimen al darse cuenta del cariz que estaban tomando los acontecimientos y de la brutalidad de sus actuaciones. De este modo, poco a poco fue apartado del círculo íntimo del führer, sobre todo tras la denuncia de Unity Valkyrie Freeman-Mitford, una conocida dama de la alta sociedad británica partidaria de Adolf Hitler. Entonces tuvo lugar un hecho singular. En 1937, en plena Guerra Civil Española, Hanfstaengl recibió órdenes de lanzarse en paracaídas en un área ocupada por el bando nacional con el objetivo de prestar su apoyo en las negociaciones. Pero una vez a bordo del avión, Hanfstaengl se enteró de que el piloto tenía ordenes de lanzarlo sobre territorio controlado por los republicanos. Sin embargo, el aparato acabó aterrizando en un pequeño aeródromo cerca de Leipzig, desde donde Hanfstaengl escapó en el último momento. ¿Quiso la cúpula del Reich deshacerse de él?
En 1937, en plena Guerra Civil Española, Hanfstaengl recibió órdenes de lanzarse en paracaídas en un área ocupada por el bando nacional con el objetivo de ayudar en las negociaciones.

Ernst Hanfstaengl sentado detrás de Hermann Göring en una recepción de despedida en la embajada italiana.
Foto: Cordon Press
Años más tarde, Albert Speer (Ministro de Armamento y Producción de Guerra del Reich) dijo en sus memorias que aquello tan solo había sido una "broma" maquinada por el propio Hitler y por Joseph Goebbels (quien despreciaba a Hanfstaengl y se refería a él como "bufón") para castigar a Hanfstaengl por sus "comentarios adversos" en contra del führer. Según Speer, el avión estuvo dando vueltas sobre Alemania para desconcertar aún más a un asustado Hanfstaengl, y se dieron informes de situación falsos para hacerle creer que estaba llegado a territorio español. Tal vez una muestra del singular sentido del humor del dictador nazi. Sea como fuere, y por si acaso, Hanfstaengl huyó a Suiza, y posteriormente se trasladó a Gran Bretaña, donde fue encarcelado tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial y conducido a un campo de prisioneros en Canadá. En 1942, Hanfstaengl fue entregado al Gobierno estadounidense y acabaría proporcionando información relevante sobre unos 400 líderes nazis.
Hanfstaengl huyó a Suiza, y posteriormente se trasladó a Gran Bretaña, donde fue encarcelado tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial y conducido a un campo de prisioneros en Canadá.
En 1944, Hanfstaengl fue devuelto por los estadounidenses a los británicos, quienes lo repatriaron a Alemania al final de la guerra. Un periodista de la cadena norteamericana CBS que residió en la Alemania nazi hasta el año 1940 mantuvo frecuentes contactos con Hanfstaengl al que describió como un "hombre excéntrico y desgarbado, cuyo ingenio sardónico compensaba un poco su mente superficial". En 1957 Hanfstaengl escribió el libro Unheard Witness (Testigo no escuchado), que fue reeditado posteriormente con el titulo: Hitler: The Missing Years (Hitler: los años perdidos). Hanfstaengl murió en Múnich en 1975 y en el año 2004 el periodista británico Peter Conradi narró su historia en el libro El pianista de Hitler: El ascenso y la caída de Ernst Hanfstaengl.