El explorador irlandés Ernest Shackleton emprendió a lo largo de su vida un gran número de expediciones para lograr descubrir los misterios que se escondían en un territorio tan lejano e ignoto como la Antártida. Pero a pesar de que la tercera expedición que llevó a cabo el carismático explorador a esas remotas tierras acabó en un auténtico desastre, su capacidad para hacer frente a todos los contratiempos que se le ponían por delante lo convirtió, por derecho propio, en sinónimo de resistencia y superación, alguien muy capaz de salir airoso de las pruebas más extremas a las que la naturaleza puede someter al ser humano.

Imagen de Ernest Shackleton aparecida en la revista The Heart of the Antarctic.
Foto: Cordon Press
Pero lejos del bullicio de las exploraciones, la vida de Ernest Shackleton estuvo siempre rodeada por la sombra de la inquietud y de la insatisfacción. En su búsqueda por alcanzar la riqueza y la seguridad personal, Shackleton fracasó en todos los negocios que emprendió hasta el punto de que murió endeudado. Tras su fallecimiento, su fama fue desvaneciéndose poco a poco en detrimento de la de su eterno adversario, Robert Scott. Al final, su figura sería "redescubierta" en el siglo XX, cuando sir Raymoind Priestley, uno de los primeros exploradores antárticos, en un discurso pronunciado en la Asociación Británica de Ciencias dijo lo siguiente: "Scott por el método científico, Amundsen por la velocidad y la eficiencia, pero cuando ocurre un desastre y toda esperanza se ha ido, arrodíllate y reza por Shackleton".
Shackleton y Scott, una enemistad profunda
Ernest Shackleton participó como tercer oficial en la Expedición Antártica Británica entre los años 1901 y 1904, también conocida como Discovery en honor al barco en el que iban a embarcar para emprender la aventura. Al mando se encontraba un teniente de torpedos de la Royal Navy recientemente ascendido a comandante llamado Robert Scott. Junto a ellos navegaría el físico Edward Wilson. Pero la expedición no fue precisamente un camino de rosas, puesto que a la falta de experiencia de la tripulación se unió la carencia de destreza en el manejo de los trineos tirados por perros, la toma de decisiones poco acertadas, y lo más importante, las continuas disputas entre Scott y Shackleton. Al final, se quedaron a 857 kilómetros de distancia del Polo Sur.
Ernest Shackleton participó como tercer oficial en la Expedición Antártica Británica entre los años 1901y 1904, también conocida como Discovery en honor al barco en el que iban a emprender la aventura.
De regreso a Inglaterra, y a pesar del fracaso, Shackleton decidió preparar un nuevo viaje al continente helado. Tres años después, en 1907, lideró la Expedición Antártica Imperial Británica a bordo del buque Nimrod. A su llegada a la isla de Ross, los miembros de la expedición ascendieron al volcán Erebus, desde donde determinaron la posición del polo sur magnético. Durante el viaje, los expedicionarios descubrieron un paso a través del glaciar Beardmore y cruzaron la cordillera Transantártica en un recorrido que resultó extenuante. Con todo, Shackleton tampoco logró alcanzar su objetivo final y se quedó a 180 kilómetros del Polo Sur. A pesar de ello fue recibido en Londres con todos los honores, e incluso el rey Eduardo VII lo ascendió a comandante de la Real Orden Victoriana.
La aventura más extrema de Ernest Shackleton
En 1914 apareció este anuncio en el Times londinense: "Se necesitan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito". Con este llamativo reclamo, Ernest Shackleton pretendía reclutar a la tripulación más adecuada para emprender una nueva y peligrosa expedición. Su objetivo: alcanzar definitivamente el Polo Sur. En contra lo que cabría esperar, al anuncio respondieron más de cinco mil personas entre aventureros, marineros, médicos y exploradores, y a pesar de que la publicidad dejaba bien a las claras que tan solo se aceptarían hombres, también se presentaron algunas mujeres. Asimismo, y haciendo gala de sus dotes de persuasión, Shackleton logró recaudar fondos entre diversos inversores, y pudo financiar la expedición gracias a donaciones privadas y del gobierno británico.
El anuncio de Shackleton para contratar a su tripulación decía: Se necesitan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito.

1915.
Fotografía de los restos del Endurance, hundido en el mar de Weddell.
Foto: Endurance22

Los miembros de la expedición se reúnen alrededor de un gramófono.
Foto: Cordon Press
Tras contratar a la tripulación (27 hombres en total, a los que se añadiría un polizón), Shackleton debía encontrar un par de barcos capaces de acometer una empresa como aquella. El primero de ellos, un navío que podía navegar tanto a vela como a vapor llamado Endurance, lo adquirió en unos famosos astilleros noruegos, y el segundo, un ballenero llamado Aurora, lo encontró en unos astilleros escoceses. El objetivo del viaje de Shackleton era llegar a la bahía Vahsel, junto al mar de Weddell, y desde allí poner rumbo al Polo Sur y alcanzar la isla de Ross, en el otro extremo de la Antártida, haciendo el camino a pie. A finales de agosto de 1914, el Endurance partió de Londres al mando del capitán Frank Worsley con rumbo a Argentina, puerto en que se les uniría Shackleton, que se había quedado en Londres recaudando dinero para la expedición. El 5 de diciembre, los expedicionarios partieron de la estación ballenera de Grytviken, en la isla San Pedro, o Georgia del Sur, con destino a la Antártida, con unas previsiones meteorológicas muy adversas.
El hundimiento del Endurance
Tras varios meses de dura travesía, el 19 de agosto de 1915 el hielo se cerró en la zona del mar de Weddell alrededor del Endurance como si de un anillo se tratara. Casi un mes más tarde, el 24 de octubre, Shackleton ordenó abandonar el barco, al grito de "¡Se está hundiendo!". A toda prisa, la tripulación trasladó las pocas provisiones que pudieron rescatar a un campamento improvisado construido en el hielo, y consternados tuvieron que sacrificar a los perros para poder alimentarse. El 21 de noviembre de 1915, el Endurance no pudo soportar más la presión del hielo y se hundió irremediablemente en las heladas aguas. Transportando sus pocas pertenencias en unos trineos, Shackleton y los miembros de su tripulación recorrieron la superficie completamente helada del mar de Weddell rumbo a la isla Paulet, que se encontraba a 402 kilómetros de distancia de su campamento. La pesada marcha les iba acercando hasta su objetivo, unas veces caminando y otras a bordo de botes, aunque las fuertes corriente marítimas a las cuales estaban sometidos finalmente lo impidieron.
El 19 de agosto de 1915 el hielo se cerró en la zona del mar de Weddell alrededor del 'Endurance' como si de un anillo se tratara. El 21 de noviembre de 1915, el barco no pudo soportar más la presión del hielo y se hundió irremediablemente en las heladas aguas.

Mapa de la ruta de la expedición del Endurance al mando de Ernest Schackleton.
Foto: PD

Imagen del Endurance atrapado en el hielo.
Foto: Cordon Press
En aquel momento tan desesperado, "el jefe", nombre por el que era conocido Shackleton por la tripulación, sacó a relucir sus dotes de liderazgo y tomó la dramática decisión de variar el rumbo y dirigirse a la isla Elefante, en el archipiélago de las Shetland del Sur, un lugar inhóspito y apartado de cualquier ruta conocida de navegación. De este modo su rescate solo podría tener lugar gracias a un golpe de fortuna, algo que en aquella parte del mundo era bastante improbable. Acuciado por la necesidad, y decidido a navegar en mar abierto para alcanzar las estaciones balleneras de Georgia del Sur, Shackleton eligió a cinco acompañantes para tan peligrosa travesía: Frank Worsley, capitán del Endurance, que se encargaría de la navegación; Tom Crean, que había "rogado ir"; dos marineros, John Vincent y Timothy McCarthy, y finalmente el carpintero Harry McNish. Embarcados en una chalupa bautizada como James Caird en honor al patrocinador principal de la expedición, los seis hombres se lanzaron a las procelosas aguas del paso de Drake, en una incierta travesía de 1.280 kilómetros.
El indiscutible liderazgo de Ernest Shackleton
Tras más de quince días de tortuosa navegación, el 8 de mayo los hombres avistaron la isla San Pedro, pero los vientos huracanados impidieron que pudieran desembarcar hasta el día siguiente. Tras 497 días sin pisar tierra firme, los exploradores descansaron durante unos días hasta que Shackleton decidió intentar cruzar la isla por tierra para llegar a la estación ballenera que estaba situada al otro lado. El capitán partió con Worsley y Crean mientras que McNish, Vincent y McCarthy se quedaron en Georgia del Sur. Los hombres realizaron una travesía de 35 kilómetros cruzando montañas de más de 1.200 metros de altura, equipados con botas a las que habían clavado unos tornillos para poder escalar. El 20 de mayo, 36 horas más tarde, arribaron a la bahía Stormness, en la costa norte de Georgia del Sur, y el 30 de agosto de 1915, después de un épico viaje, Shackleton regresaba a la isla Elefante a bordo de un remolcador chileno para recoger al resto de la tripulación y volver a Inglaterra sanos y salvos. Todos regresaron con vida.
El 30 de agosto de 1915, después de un épico viaje, Shackleton regresaba a la isla Elefante a bordo de un remolcador chileno para recoger al resto de la tripulación y volver a Inglaterra sanos y salvos.

El Endurance en la lejanía, atrapado por los hielos polares.
Foto: Cordon Press
Tras la epopeya del Endurance, Shackelton fue recibido como un héroe en Inglaterra. Fue requerido para dar conferencias sobre su aventura por todo el país, y reconocido como un valiente y osado explorador. Pero al final, cansado de las conferencias y de su tranquila vida en tierra, Shackleton consideró la posibilidad de organizar una última expedición y partir hacia el mar de Beaufort, una región prácticamente inexplorada. Con los fondos que le concedió John Quiller Rowett, un antiguo compañero de escuela, adquirió un buque noruego llamado Foca I al que rebautizó como Quest para emprender su nueva aventura.

Tripulación del Endurance. Al fondo, fumando una pipa, el capitán Ernest Shackleton
Foto: Cordon Press
Aunque no se conoce muy bien el itinerario de Shackleton en esta última expedición, sí se sabe que circunnavegó el continente antártico e investigó algunas islas subantárticas "perdidas", como Tuanaki, que una vez formaron parte del archipiélago de las islas Cook. Pero el 5 de enero de 1922, Shackleton empezó a encontrarse mal, quejándose de dolores de espalda y otras molestias. Según el relato del médico de a bordo, Alexander Macklin, este le dijo al capitán que debería tratar de "llevar una vida más normal", a lo que Shackleton respondió: "Siempre estás queriendo que renuncie a cosas, ¿a qué debería renunciar?", "principalmente al alcohol, jefe", le respondió Macklin. Instantes después de esta conversación, Shackleton sufrió un infarto fulminante que acabó con su vida. Al parecer, y según el estudio de los diarios del oficial médico de la expedición de Shackleton de 1907-1909, este sugería que el explorador sufría un defecto del tabique auricular (un agujero en el corazón), un problema cardíaco congénito. Tal vez al final esta malformación podría haber contribuido a la muerte del intrépido explorador.