Foro romano

Entre la realidad y la memoria en Roma

Un equipo de arqueólogos, ingenieros y espeleólogos se adentra en las entrañas del Foro de Roma acompañado de un vehículo anfibio de última generación.

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Foto: Oliver Blum / AGE

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Foro Romano

Vista nocturna del Foro, con algunas de sus principales construcciones: el arco de Septimio Severo y, detrás de este, el edificio de la Curia. A la derecha, el templo de Saturno y, más al fondo, la colina del Palatino y el Coliseo. 

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Foto: Patrice Hauser / GTRES

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El sol de la tarde cae sobre Roma e ilumina el arco de Tito y la Via Sacra, principal arteria del Foro. Su nombre evoca el carácter ceremonial de esta calle, que fue escenario de celebraciones civiles y religiosas. 

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Foto: Antonio Zambardino

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Foro Romano

Bajo el Foro Romano discurre la Cloaca Máxima, una red de canalización de aguas de hace más de 2.000 años. En algunos tramos, como este cercano a la Curia, alcanza los dos metros y medio de altura.

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Foto: Riccardo Auci

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Los espeleólogos Gianni Vincis y Alfonso Díaz exploran el conducto que discurre junto a la fuente de Juturna, cerca del templo de Cástor y Pólux, un manantial de agua al que se le atribuían propiedades curativas.

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Foto: Antonio Zambardino

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Foro Romano

Desde la cabina de control hexagonal instalada en el mismo Foro se dirigen los movimientos del Archeorobot en la Cloaca Máxima y otros conductos subterráneos, y se registran los datos y las imágenes obtenidos durante su recorrido. Lucius puede medir la pendiente de la pavimentación, el nivel del agua, la temperatura, la humedad y la presencia de gases, así como filmar y fotografiar con todo lujo de detalles las estructuras arquitectónicas. 

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 Desde la cabina de control hexagonal instalada en el mismo Foro se dirigen los movimientos del Archeorobot en la Cloaca Máxima y otros conductos subterráneos, y se registran los datos y las imágenes obtenidos durante su recorrido. Lucius puede medir la pendiente de la pavimentación, el nivel del agua, la temperatura, la humedad y la presencia de gases, así como filmar y fotografiar con todo lujo de detalles las estructuras arquitectónicas.

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Foto: Riccardo Auci / Indissoluble.com

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Viaje al corazón del Foro

El Foro Romano está situado entre las colinas del Palatino y el Capitolio, un lugar estrechamente vinculado al origen de Roma. Por su ubicación, estaba destinado a convertirse en centro de la vida ciudadana y en pilar de las actividades política, comercial y administrativa. En la época arcaica, entre los siglos X y VII a.C., el valle del Foro albergaba un conjunto de pequeños cursos de agua y manantiales sujetos al régimen de crecidas del  Tíber. Durante gran parte del año era una zona palúdica que los habitantes de las colinas cercanas utilizaban como lugar de enterramiento. De principios del siglo VI a.C., durante el período real, datan los monumentos más antiguos. A finales de ese mismo siglo, con el último rey de Roma, se inició la construcción de la Cloaca Máxima, una obra importante de ingeniería para la canalización de las aguas que contribuyó  a hacer habitable aquel valle en torno al cual la antigua ciudad iba creciendo. Fue entonces cuando empezó la verdadera urbanización del espacio del Foro, el corazón de Roma.

Imagen panorámica creada a partir de 147 fotografías tomadas desde el Capitolio en un arco de 270°. La imagen ha servido de punto de partida para el desarrollo de un software para una visita virtual en 3D del Foro Romano. 

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Foto: Riccardo Auci

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Los arqueólogos Patrizia Fortini y Edoardo Santini examinan los documentos de Giacomo Boni, el arquitecto que en el siglo XIX excavó por primera vez el Foro, un legado de vital importancia para el estudio del yacimiento.

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Foto: Archivo SSBAR

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Giacomo Boni combinaba una sólida formación técnica con el conocimiento de las fuentes antiguas y una gran capacidad de innovación.

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Para una elaboración más completa y detallada de las plantas de las excavaciones del Foro, Giacomo Boni fletó globos aerostáticos equipados con una cámara fotográfica que obtenía fotos aéreas del yacimiento.

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Para una elaboración más completa y detallada de las plantas de las excavaciones del Foro, Giacomo Boni fletó globos aerostáticos equipados con una cámara fotográfica que obtenía fotos aéreas del yacimiento.

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Hasta el momento se han documentado 15 tipologías distintas de galerías en la Cloaca Máxima del Foro. Algunas de ellas fueron ya documentadas por Giacomo Boni en sus dibujos realizados a partir de las excavaciones del Foro Romano de principios de siglo XX.

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Galerías Cesáreas

Las Galerías Cesáreas son uno de los más importantes complejos monumentales descubiertos por Giacomo Boni. Se trata de un sistema de pasadizos subterráneos que se extienden bajo la pavimentación del Foro. Según las investigaciones se remontan a la época de César (siglo I a.C). Durante las excavaciones salieron a la luz restos de aparejos de madera pertenecientes a lo que pudo ser un montacargas (en la imagen, recreación en un dibujo original de un miembro del equipo de Boni). Por ello, los estudiosos han formulado la hipótesis de una maquinaria escénica subterránea usada en los espectáculos funerarios en honor de personajes ilustres, y también en espectáculos de gladiadores, durante la época republicana, práctica esta última que se abandona con la construcción, a fines del siglo I a.C., del primer anfiteatro estable en el Campo de Marte, el llamado anfiteatro de Statilio Tauro.

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Foto: A. De Gregorio / Dea / Álbum

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Didracma de plata con la imagen de la loba capitolina amamantando a Rómulo y Remo. Época Republicana, siglo III a.C., Museo Cívico Arqueológico, Bolonia.

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Roberto Vázquez, del equipo de indissoluble.com, coloca los puntos de referencia para las tomas con el láser escáner 3D.

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Foto: Antonio Zambardino / Riccardo Auci

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Lucius Archeorobot es capaz de introducirse en los lugares más recónditos asociados a la Cloaca Máxima, allí donde las reducidas dimensiones y unas estrictas medidas de seguridad hacen imposible el acceso al ser humano. El robot avanza por un tramo con cubierta de sección triangular (llamada a la capuchina) de la Cloaca más arcaica, en las inmediaciones de la basílica Emilia.

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Foto: Riccardo Auci / Archivo SSBAR

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Lamparilla Votiva encontrada en el Foro.

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Foto: Riccardo Auci / Archivo SSBAR

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Lamparilla votiva hallada en el Foro.

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Foto: Antonio Zambardino

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Tramo de la Cloaca Máxima.

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Tramo de la Cloaca Máxima.

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Tramo de la Cloaca Máxima.

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Tramo de la Cloaca Máxima.

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Tramo de la Cloaca Máxima.

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Junto al Archeorobot, un láser escáner Focus 3D, autónomo y con una capacidad de movimiento de 360 grados, complementa las tareas de Lucius en la obtención de los relieves georreferenciados de los conductos de la Cloaca.

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Foto: Riccardo Auci / Indissoluble.com

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Un láser escáner Focus 3D, autónomo y con una capacidad de movimiento de 360 grados, complementa las tareas de Lucius en la obtención de los relieves georreferenciados de los conductos de la Cloaca.

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Foto: Riccardo Auci / Indissoluble.com

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Un láser escáner Focus 3D, autónomo y con una capacidad de movimiento de 360 grados, complementa las tareas de Lucius en la obtención de los relieves georreferenciados de los conductos de la Cloaca.  

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Foto: Riccardo Auci

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Lapis Niger

El Lapis Niger («piedra negra» en latín) fue hallado por Bonwww.archeorobot.comi el 10 de enero de 1899. Monumento arcaico-republicano, esta ligado al mito del la fundación de Roma: el gramático romano Sexto Pompeyo Festo, del siglo II a.C., situaba en el lapis niger in comitio la tumba (o el lugar donde habría muerto) de Rómulo, el primer rey de Roma. Conserva el texto más antiguo escrito en lengua latina conocido hasta el momento, datado hacia 575 a.C.

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Foto: Antonio Zambardino

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Casa de las Vestales

La Casa de las Vestales, el alma de la antigua Roma, está vinculada al culto más antiguo de la ciudad, activo desde la protohistoria hasta el alba del cristianismo. Era la residencia de las sacerdotisas que velaban por el fuego sagrado de Vesta, que garantizaba la supervivencia del Estado romano. Cerrada durante más de 20 años y reabierta al público en 2011 tras una compleja restauración, es un monumento extraordinario de época imperial, reconstruido después del incendio de 64 d.C. y modificado a fines del siglo II. Era el único complejo habitado del Foro. Todavía hoy conserva las estatuas originales de época imperial con las figuras de las Vestales Máximas, o sumas sacerdotisas.

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Casa de las Vestales

La Casa de las Vestales, el alma de la antigua Roma, está vinculada al culto más antiguo de la ciudad, activo desde la protohistoria hasta el alba del cristianismo. Era la residencia de las sacerdotisas que velaban por el fuego sagrado de Vesta, que garantizaba la supervivencia del Estado romano. Cerrada durante más de 20 años y reabierta al público en 2011 tras una compleja restauración, es un monumento extraordinario de época imperial, reconstruido después del incendio de 64 d.C. y modificado a fines del siglo II. Era el único complejo habitado del Foro. Todavía hoy conserva las estatuas originales de época imperial con las figuras de las Vestales Máximas, o sumas sacerdotisas.

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Una vez levantado el bloque de travertino escondido entre los restos del pavimento de la basílica Emilia, empieza la aventura. Por esta «puerta» un equipo multidisciplinar de arqueólogos, espeleólogos eingenieros ha descendido al subsuelo del Foro Romano para explorar, a doce metros de profundidad respecto al nivel actual de la calle, la Cloaca Máxima, la red de alcantarillado más antigua que se conoce, una verdadera obra de ingeniería y arquitectura que se remonta a la época de los reyes de Roma, el siglo VI a.C. , y cuyo objetivo era canalizar los cursos de agua del Foro y de las colinas cercanas para verterlas al río Tíber.

Una misión que cuenta con la ayuda de la tec­nología más innovadora. A los investigadores les acompaña Lucius Archeorobot, un vehículo anfibio guiado por control remoto y dotado de los instrumentos más avanzados y sofisticados, entre ellos unos sensores láser con los que se puede obtener un relieve georreferenciado de los conductos del alcantarillado.

«Es la primera vez en la historia de la arqueología romana que se desciende a la Cloaca Máxima para hacer un reconocimiento tan completo, profundo y detallado, no solo de las galerías principales, sino también de los conductos laterales de aducción, más estrechos, donde las reducidas dimensiones y las medidas de seguridad nunca han permitido que entrara un ser humano –explica Patrizia Fortini, arqueóloga de la Soprintendenza Especial de Bienes Arqueológicos de Roma y responsable del proyecto “Lucius Archeorobot: Sistema de exploración y documentación de la Cloaca Máxima”–. Gracias a Lucius podemos hoy recoger una documenta­ción científica excepcional, cuyos datos objetivos nos ofrecen un conocimiento nuevo y minucioso de este mundo subterráneo.» Una empresa sin precedentes que ha sido posible gracias a la estrecha colaboración con Indissoluble.com, partner tecnológico con sede en Barcelona que, tras desarrollar un trabajo de extrema precisión a lo largo de cinco meses, ha ensamblado no menos de 30 elementos fabricados en distintas partes del mundo para «dar vida» a Lucius y dotarlo de la instrumentación perfecta.

La actuación es significativa. El Foro Romano, la plaza por excelencia de la antigua Roma, núcleo de la vida política, económica y religiosa de la ciudad y uno de los lugares más conocidos y vi­­sitados del mundo, en realidad no ha sido interpretado todavía en toda su complejidad, y algunas de sus estructuras constituyen un misterio.

«El Foro es un gran desconocido», dice Forti­ni. Entre las muchas causas está el estado ruino­so en que quedaron los monumentos durante la Edad Media, cuando de forma progresiva el Foro fue enterrándose y convirtiéndose en terreno de pasto para el ganado. Al olvido acumulado du­­rante siglos se añadió el expolio perpetrado en el Renacimiento, cuando el área fue saqueada como cantera de mármoles para su reutilización. «Pese a su fama –dice la arqueóloga–, aún existen monumentos cuya función desconocemos.»

Un ejemplo son las llamadas «Galerías Cesáreas», un sistema de pasadizos subterráneos que se articulan debajo de la plaza del Foro y cuya arteria principal mide 87 metros. «De los análisis de las estructuras arqueológicas se concluye que son de fines del siglo I a.C., y se caracterizan por la presencia de unas escotillas conectadas a conductos de ascensión. Una solución arquitectónica que ha llevado a algunos estudiosos a la hipótesis de una maquinaria escénica subterránea que se empleaba para los preparativos de los espectáculos funerarios en honor de personajes ilustres.» En efecto, el Foro Romano parece reunir una co­­lección de «casos sin resolver», casos abiertos que ocupan un lugar central en el debate científico.

Su redescubrimiento es reciente. Tuvo lugar a fines del siglo XIX gracias a las campañas de excavación y estudio de una figura singular: Giacomo Boni. El arquitecto asume la dirección del Foro desde 1898 (a la que se añade la del Palatino en 1907) hasta 1925, año de su muerte, cumplidos los 66. Boni es en cierto modo el descubridor del Foro, afirma Fortini, es quien saca a la luz los monumentos del área arqueológica central. El patrimonio que hoy podemos ver es el resultado de sus excavaciones. Y gracias a su trabajo, la arqueología está confirmando un siglo más tarde una parte importante de las fuentes latinas, consideradas durante mucho tiempo fruto de la fantasía o de la mitología popular.

La excepcionalidad de Boni radica en que supo aplicar una metodología de excavación estratigráfica prestando atención a la secuencia temporal de los monumentos. Veneciano, formado en un territorio de influencia austrohúngara, tenía una gran preparación técnica y un vasto conocimiento de las fuentes clásicas. La suya era por tanto una visión integral, y empleó en el yacimiento innovadores análisis científicos. Invitó a los antropólogos a estudiar los restos de esqueletos y desarrolló estudios comparados de etnología sobre los usos y costumbres, desde el tipo de cabañas, calzado y adornos, hasta las armas.

Sin embargo, a pesar de su valía, Boni no gozó de buenas críticas. «Era un personaje incómodo y nunca obtuvo el reconocimiento de sus colegas –prosigue Fortini–. Era arquitecto, no arqueólogo, procedía del Véneto y era un extraño en el mundo académico romano. Publicó poco, y toda su actividad de estudio e investigación permanece hoy en los documentos de su archivo custodiado en los almacenes de la Soprintendenza. Boni es un personaje por redescubrir.»

Por ello, en 2006 nació el proyecto «Memoria y realidad. Las excavaciones de Giacomo Boni en el Foro Romano», ideado y dirigido con pasión por Patrizia Fortini desde su cuartel general, la Biblioteca del Foro Romano y del Palatino, de la que es directora. «En los años setenta se desmantela el Museo del Foro, y todos los materiales acaban en los almacenes. Nadie había examinado en toda su dimensión el archivo que dejó Boni. Retomándolo, podemos releer el Foro a la luz de una ingente mole de datos. El proyecto nace de la ambiciosa idea de revisar toda la documentación de Boni. A medida que junto a mis colaboradores he avanzado en mi trabajo, me he dado cuenta del valioso alcance científico de su legado, de sus informes de excavación, sus mediciones y sus fotografías aéreas.»

Con Boni, efectivamente, el Foro se convierte entre 1898 y 1911 en cuna de la fotografía ar­­queológica aérea, un método inédito en Europa. Con ayuda del Ejército, Boni dirige los primeros «vuelos» en globo aerostático sobre el lugar. Toma instantáneas del conjunto para usarlas como soporte de las plantas generales de la excavación. «Aquellas vistas y fotografías nos ayudan hoy a identificar las distintas fases de excavación y a conocer mejor monumentos que ya no son visibles o no existen», explica Fortini. Con el proyec­to «Memoria y realidad» se está procediendo a la publicación de todo el Fondo Boni. El examen de sus planimetrías, documentos de archivo y fotografías, además de los miles de hallazgos arqueológicos, ofrecen una valiosa ayuda en la elaboración de la planta arqueológica del Foro y de sus monumentos más importantes.

Es el caso del Comicio, donde los ciudadanos se reunían para escuchar las arengas de los magistrados, y del área sacra del Lapis Niger que Boni descubrió en 1899. Este es uno de los lugares más antiguos del Foro, un complejo arqueológico de época arcaica y republicana que la tradición consagra como la tumba, o más bien el lugar de muerte, de Rómulo, vinculado al mito de la fun­dación de Roma. Encajado en el ángulo subterráneo noroccidental del Foro, bajo un enlosado de piedras negras (de ahí su nombre, lapis niger) de época republicana, alberga el testimonio más antiguo en lengua latina que se conoce, el prime­ro de uso público fechado entre 575 y 500 a.C.

Es la famosa inscripción con caracteres traza­dos en línea continua, siguiendo un desarrollo bustrofédico (de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, como se mueven los bueyes cuando aran el campo), escrita sobre una pilastra piramidal colocada junto a un altar. En el texto se ha reconocido una «lex sacra», una especie de prescripción de carácter religioso, tal vez una prohibición de acceso al lugar, en la que destaca una dedicatoria al rey, que al parecer se refiere a un monarca real y concreto. A la luz de las tecnologías más avanzadas, el estudio de la documentación de Boni marca un nuevo curso de las exploraciones del Foro.

«El Foro es un rompecabezas de estructuras arquitectónicas y edificios de diversas épocas que interaccionan y se superponen unos a otros –declara Roberto Egidi, director del Foro Romano–. Es como una página de un libro de historia. Nada está aislado o surge de modo improvisado, sino que todo está profundamente vinculado al curso de los acontecimientos de la civilización romana. No hay resto de la época republicana que no tenga contenido en el contexto de la época im­­perial. Y esta complejidad es su verdadera alma.» A caballo entre el valle del Coliseo y las cuestas del monte Palatino y el Capitolio, el Foro exhibe hoy toda su «complicada» belleza, y la dificultad del visitante es comprenderlo en su totalidad, porque sus monumentos nunca muestran una fase nítida y aislada.

«El Foro siempre ha sido el corazón de Roma –continúa Egidi–. Aquí estaba la Regia, y el templo de Vesta con la Casa de las Vestales. Era el centro de la política y la religión, y todos los grandes personajes quisieron dejar su impronta en esta área, que cambió de imagen y organización desde la edad arcaica hasta la republicana y la imperial. No solo en su ornamentación, con estatuas y columnas honorarias, sino también con intervenciones urbanísticas más radicales. El emperador Nerón, por ejemplo, transformó el Foro en el vestíbulo de su Domus Aurea.»

En la época de la monarquía, el valle del Foro era un lugar inhóspito, un terreno pantanoso con aguas estancadas sujeto a las continuas crecidas del Tíber. Pero las difíciles condiciones ambientales no impidieron una temprana ocupación del lugar. Existe un verdadero filón en la tradición antigua que sitúa en el Foro algunos de los lugares más antiguos y venerados, profundamente asociados al mito de la fundación de Roma.

«En el Foro se libra la batalla entre romanos y sabinos, y es donde se produce el encuentro reconciliador entre Rómulo y Tito Tacio –advierte Egidi–. Es el lugar donde murió el primer rey de Roma y donde el joven caballero Marco Curcio se arrojó con su propio caballo a la espantosa vorágine de un pozo consagrando en los fondos subterráneos el valor del pueblo romano.»

La historia del poblamiento del Foro Romano está ligada a la construcción de la Cloaca Máxima, que con sus canalizaciones hará el valle más habitable. Los romanos creían que un buen siste­ma de canalización de aguas era estratégico para el futuro éxito de Roma: de este modo se garantizaba la higiene de la ciudad y se prevenían epidemias. Un sistema que ya documentó Boni con una planimetría que intuía los trazados de los canales y analizaba su estructura. Sus trabajos serán retomados por Heinrich Bauer en las décadas de 1970 y 1980; mediante un nuevo estudio de los conductos principales, el arqueólogo alemán identificará las intervenciones correspondientes a las diversas épocas, con sus materiales y técnicas constructivas diferentes (la Cloaca alberga más de 15 tipologías de alcantarillado).

Pero los límites que hace 40 años imponía la exploración de la Cloaca al ser humano, hoy han sido superados con la tecnología «a lo Indiana Jones» encarnada por Lucius.

«El Archeorobot ha sido ideado y construido para documentar los conductos secundarios de la Cloaca Máxima, inaccesibles para el ser humano, incluso para los espeleólogos por ser demasiado estrechos o estar obstruidos, y cuyo estado de conservación desconocemos», explica Riccardo Auci, proyectista de Indissoluble.com y «padre» de Lucius.

Con cinco kilos de peso, 42 centímetros de largo, 26 de ancho, 31 de alto y seis pequeñas ruedas motrices, Lucius es la primera criatura que entra, en el sentido literal de la palabra, en las vísceras del Foro. «Trabajando mano a mano con los arqueólogos, se ha podido determinar la delicada situación de las galerías tributarias de la Cloaca –dice Auci–. Partimos del examen de los puntos críticos del monumento para comprender las necesidades de los investigadores.

A continuación abordamos la fase técnica de génesis del robot.» Lucius está dotado de unos sensores láser con los que genera el relieve georreferenciado del conducto inspeccionado. El robot puede medir la pendiente de la pavimentación, el nivel de las aguas, la temperatura, la humedad y la eventual presencia de gases, mientras que tres telecámaras de alta definición filman y fotografían en detalle las estructuras arquitectónicas. La exploración de Lucius se ha centrado de momento en el área central del Foro, parte de un sistema de canalizaciones más am­­plio que empieza en la Suburra, pasa por los Foros Imperiales, atraviesa el Velabro, el Foro Boario y llega hasta el Tíber. Y se ha iniciado bajo la basílica Emilia, donde la galería principal alcanza los dos metros y medio de altura.

«El primer tramo es amplio y transitable –dice Patrizia Fortini–. Pero a medida que hemos ido avanzando, los ambientes se han ido estrechando y han aumentado los niveles del agua y los malos olores, lo que nos ha obligado a recurrir al uso de máscaras protectoras.» En cierto mo­­mento la exploración ha tenido que ceder el paso a Lucius: él es quien se ha infiltrado por el conducto lateral de aducción bajo la basílica Emilia, un pasadizo con cubierta de sección triangular de más de 11 metros de largo y apenas 60 centímetros de alto por 40 de ancho, superando cúmulos de detritos y avanzando decidido, cartografiando la estructura de ladrillo de paredes y techo y verificando el estado de conservación.

Para Lucius eso solo ha sido el principio. De forma gradual ha conseguido penetrar en toda la ramificación de conductos que se abre debajo del Foro. «Lucius tiene un auténtico cerebro –advierte Auci–, compuesto de dos ordenadores que elaboran y transmiten en tiempo real los datos a la cabina de control exterior instalada en el mismo Foro.» Durante sus prospecciones, llevadas a cabo el pasado mes de junio, el viaje subterráneo de Lucius se ha seguido en la superficie desde su cápsula madre. Auci precisa que esta «ha sido diseñada de tal modo que tuviera un mínimo impacto ambiental en el área arqueológica, frecuentada cada día por millares de visitantes». Tiene forma de dodecaedro y la base es un pentágono de 1,65 metros de lado. La estructura es desmontable, no daña el suelo y trabaja con un generador propio y con absoluta autonomía, con un voltaje de 5 a 12 voltios.

Con esta exquisitez tecnológica, el «viaje al centro de la Tierra» de Lucius tiene como objetivo evidenciar las relaciones entre la superficie del Foro y su parte subterránea: «Es como el esqueleto de un cuerpo humano. Los conductos internos reflejan los monumentos de la superficie y su orientación. Por ejemplo, en un tramo debajo de la basílica Emilia, la Cloaca ha revelado puntos en los que la cubierta ha sufrido intervenciones que delatan una coincidencia con las estructuras arquitectónicas de la Basílica que hay encima. En definitiva, hemos puesto en perfecta relación la planta de la Cloaca Máxima reescrita por Lucius con los monumentos del Foro».

La moderna tecnología de lucius ofrece hoy la oportunidad de hacer hablar a todo cuanto emergió de las excavaciones de Boni. Un paso importante en la comprensión del Foro Romano a partir de la propia Cloaca Máxima, testimonio del grado de evolución e inteligencia de la sociedad romana y que aún hoy cumple inalterada la función para la que fue creada hace más de dos mil años.

Estrabón y Plinio exaltaron su construcción como «una de las más grandes obras humanas». Si Plinio atribuye la obra a Tarquinio el Viejo, el antepenúltimo rey de Roma, Tito Livio elogia como artífice a Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma. La avanzada ingeniería constructiva de origen etrusco es un elemento que se aprecia claramente en la obra, sobre todo en el uso de la bóveda en las galerías. Y su mantenimiento era prioritario, tanto que el historiador y senador Dión Casio explica que cuando Marco Vipsanio Agripa fue elegido edil en el año 33 a.C., ordenó una rigurosa inspección del funcionamiento del gran colector de Roma para luego proceder a los trabajos de drenaje y limpieza de los conductos.

Las fuentes históricas dan noticia de que lo que llegaría a ser la Cloaca Máxima era original­mente un canal a cielo abierto que recogía las aguas de los cursos naturales que descendían de las colinas y drenaba el valle del Foro, y que progresivamente fue cubriéndose para convertirse en un sistema subterráneo.

La importancia de la Cloaca Máxima era tal que fue puesta bajo la protección de la diosa Venus Cloacina, cuya capilla, visible hoy cerca de la basílica Emilia, se consideraba el ingreso a la red de galerías. El uso de la Cloaca fue una realidad hasta la caída del Imperio romano. La ruina en que poco después se convirtió el Foro afectó también a las galerías, que en su mayoría quedaron obstruidas y cayeron en desuso. El paisaje cambió, y la malaria que asolaba la zona alimentó la antigua leyenda medieval de un dragón que vivía en una caverna del monte Palatino y devoraba a quien se aventuraba a transitar por el lugar. La bestia sería vencida por san Silvestre, quien arrastró al dragón por el Foro y lo enterró cerca del templo de Cástor y Pólux.

Será necesario esperar hasta el siglo XVI para ver saneada la Cloaca. Pero es el siglo XXI el que marca un cambio de rumbo en la historia de este monumento y, en el fondo, también en la arqueología. Patrizia Fortini está convencida de ello: «A través de las nuevas tecnologías y los sistemas digitales no solo podemos lograr un conocimiento nuevo del Foro Romano, sino también la implicación de las nuevas generaciones. Sin perder el rigor científico, esperamos fascinar al público joven, que de hecho es el interlocutor fundamental para la conservación del patrimonio en el futuro inmediato».