Misterios y curiosidades del antiguo Egipto

Los enigmáticos guardianes de la tumba de Tutankamón

Cuando Howard Carter penetró en la antecámara de la tumba del faraón en el Valle de los Reyes quedó anonadado por la enorme cantidad de objetos que observó en la antecámara. Aunque lo que llamó poderosamente su atención fueron las dos figuras que representaban al faraón y que a modo de centinelas flanqueaban la entrada sellada de la cámara funeraria del rey.

Estatua de Tutankamón tocada con el pañuelo nemes ceremonial. La pieza formó parte de una exposición sobre el tesoro del faraón llevada a cabo en Londres en 2019.

Foto: Cordon Press

Entre la ingente cantidad de objetos de todo tipo que abarrotaban la antecámara de la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes, un asombrado Carter, el afortunado egiptólogo británico que descubrió la tumba en 1922, no pudo evitar fijarse en dos estatuas de tamaño algo mayor del natural que flanqueaban uno de los muros de la estancia, que parecía una puerta sellada. "Dos estatuas reclamaron y obtuvieron nuestra atención: dos figuras negras de tamaño natural de un rey, una frente a la otra como centinelas, con faldellín y sandalias de oro, armados con un mazo y un báculo y llevando sobre la frente la cobra sagrada como protección [...]. Eran figuras extrañas e impresionantes, incluso como las vimos nosotros, medio escondidas por los objetos que las rodeaban", las describió Carter.

Estas figuras, que tanto intrigaron a los arqueólogos cuando las vieron por vez primera, representaban al propietario de la tumba, el faraón Tutankamón, y su función parecía, sin lugar a dudas, la de centinelas de la cámara funeraria del monarca, que se ocultaba tras aquel muro sellado. Las estatuas estaban hechas de madera cubierta con escayola pintada en negro y con elementos dorados. Ambas son muy parecidas ya que se representan de pie, con la pierna izquierda avanzada en la típica postura masculina de caminar y sujetando un báculo de papiro con la mano izquierda y una maza con la derecha. Pero, aunque a primera vista son muy parecidas, en realidad presentan diferencias sustanciales entre ellas.

Las estatuas guardianas tal como se hallaron dispuestas en la entrada de la cámara funeraria de Tutankamón.

Foto: Cordon Press

Similitudes y diferencias

Antes de analizar las diferencias entre ambas estatuas tal vez deberíamos hacer hincapié en algunas de sus semejanzas. De hecho, las dos muestran al faraón luciendo un collar ancho sobre el pecho rematado con una cadena ancha decorada con un escarabajo alado. Portan asimismo muñequeras y brazaletes, van vestidas con un elaborado faldellín hasta las rodillas con el frontal almidonado en forma trapezoidal y van calzadas con unas sencillas sandalias. Los ojos están hechos de obsidiana y piedra caliza cristalina, y ciñen en su frente el ureo o cobra protectora de la realeza. El negro de la piel posiblemente representa, según los estudiosos, el limo que deja el Nilo tras la inundación, una referencia a la fertilidad y el renacimiento.

Las dos estatuas de Tutankamón van vestidas con un elaborado faldellín hasta las rodillas con el frontal almidonado en forma trapezoidal y van calzadas con unas sencillas sandalias.

Y ¿en qué se diferencian entonces? Pues la diferencia principal entre las dos estatuas del faraón radica en sus respectivos tocados. Una de ellas lleva el típico pañuelo nemes, un tejido de franjas que caía sobre los hombros y se ataba con una trenza en la espalda. A lo largo de la historia egipcia muchas estatuas de faraones se han representado con este tocado ceremonial, asociado al dios solar Re en su acepción de Khepri, el escarabajo que representa el Sol del amanecer. También se cree que identifica al rey con el dios halcón Horus, hijo de Osiris, el señor del inframundo.

Estatua tocada con el nemes a punto de ser embalada rumbo a Londres para ser exhibida.

Foto: Cordon Press

La otra estatua, por su parte, va tocada con el afnet o khat, una peluca en forma de "bolsa", una corona que tiene un significado típicamente funerario (solo se ha documentado en este tipo de contextos) y que al parecer está relacionada con la noche y el viaje del difunto al más allá. Los expertos consideran que la presencia de estos tocados en ambas estatuas podría representar el viaje nocturno del dios del Sol Re (simbolizado por el tocado khat), que renace de nuevo cada amanecer (lo que está simbolizado por el tocado nemes).

Estatua khat de Tutankamón en su vitrina del Museo Egipcio de El Cairo.

Foto: Marie Thérèse Hébert & Jean Robert Thibault / CC-BY-SA-2.0

El faraón y los dioses

Asimismo, las dos estatuas presentan unos textos inscritos en ellas. La estatua tocada con el khat lleva una inscripción en el faldellín que la identifica como "el ka de Horakhty, el Osiris, rey, señor de las Dos Tierras, Nebhkheperure, de voz verdadera". Al rey difunto se le identificaba siempre con el dios Osiris, y el epíteto "de voz verdadera" o "justificado" hacía referencia a los muertos. Así, esta estatua sería una representación del ka (uno de los cinco componentes del espíritu humano, posiblemente el más importante) del faraón fallecido.

Al rey difunto se le identificaba siempre con el dios Osiris y el epíteto "de voz verdadera" o "justificado" hacía referencia a los muertos.

Howard Carter y su equipo embalan una de las estatuas de Tutankamón para su traslado.

Foto: Cordon Press

Por su parte, la inscripción de la estatua tocada con el nemes real la identifica como "el buen dios Nebkheperure, hijo de Re, Tutankamón, gobernador del Iunu meridional, dotado de vida eterna, como Re, durante todos los días". Todas estas referencias, incluida la de "Iunu meridional", nombre con el que se conocía la ciudad de Heliópolis, sede del gran templo dedicado al dios Re, tienen una connotación solar.

Para saber más

Vista desde abajo de la máscara de Tutankamón, expuesta en su vitrina del Museo Egipcio de El Cairo.

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"Por todas partes el brillo del oro"

En cuanto al baño dorado (el color del Sol y de la carne de los dioses) que presentan ambas estatuas en los faldellines, las sandalias, los tocados, los pectorales, los brazaletes, las mazas, los báculos y el perfil de ojos y cejas, los expertos creen que acentúa la conexión de Tutankamón con el dios solar Re mientras vigila con celo la entrada de la cámara funeraria, el lugar más importante y sagrado de la tumba.

Aunque no son estas las únicas estatuas de este tipo localizadas en tumbas reales son, con mucho, las mejor conservadas y las más completas.

Arthur Mace y Alfred Lucas, colaboradores de Howard Carter, examinan una de las estatuas de la tumba de Tutankamón.

Foto: Cordon Press

Para saber más

Vista desde abajo de la máscara de Tutankamón, expuesta en su vitrina del Museo Egipcio de El Cairo.

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Aunque no son estas las únicas estatuas con dichas características localizadas en tumbas reales sí que son, con mucho, las mejor conservadas y las más completas. También son las únicas de su tipo que presentan un baño de oro tan intenso. De hecho, esto sucede con mucha frecuencia en otras estatuas rituales de Tutankamón y en gran cantidad de objetos hallados en la tumba. Este uso extensivo del oro resultó deslumbrador para los descubridores de la tumba del faraón, como describe el propio Carter en su libro sobre el sensacional hallazgo: "Al principio no pude ver nada ya que el aire caliente que salía de la cámara hacía titilar la llama de la vela, pero luego, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles del interior de la habitación emergieron lentamente de las tinieblas: animales extraños, estatuas y oro, por todas partes el brillo del oro...".