A finales del siglo XIX, algunos europeos se aventuraron por el desierto del Taklamakán siguiendo la antigua Ruta de la Seda. Esta zona, en la actual región autónoma china de Sinkiang, es uno de las lugares más inhóspitos del planeta: su nombre en uigur, el idioma local, significa "quien entra no sale". El viajero y geógrafo sueco Sven Hedin fue uno de los primeros occidentales que llegaron aquí.
El 28 de marzo de 1900, Hedin avistó restos de casas de madera en un montículo, donde desenterró algunas monedas y utensilios chinos antiguos. Entonces se desató una virulenta tormenta de arena que lo obligó a refugiarse; cuando amainó, el explorador vio que el viento había dejado al descubierto una ciudadela de ladrillos. Hedin había descubierto Loulan, una floreciente ciudad de la Ruta de la Seda que había permanecido mil quinientos años enterrada bajo la arena.
saqueo a gran escala
A Hedin le siguieron exploradores como el alemán Albert von Le Coq, que excavó en Turfan, y el británico Aurel Stein, quien entre 1899 y 1915 excavó en las ciudades-oasis del desierto y en los fuertes fronterizos. Todos ellos se llevaron miles de objetos arqueológicos a los museos de Europa. Ese saqueo a gran escala impulsó a las autoridades chinas a prohibir, en la década de 1930, cualquier exploración o excavación extranjera en la zona.
Pero el principal atractivo arqueológico del Taklamakán, en particular de los asentamientos que surgieron en la cuenca del río Tarim, que rodea el desierto a lo largo de dos mil kilómetros, reside en las numerosas momias humanas que allí se han localizado, de miles de años de antigüedad y en un excelente estado de conservación. Aunque no es su estado lo que más ha interesado a los arqueólogos e investigadores, sino sus características físicas, claramente caucásicas, es decir, de tipo europeo.
No es el estado de estas momias lo que más ha interesado a los arqueólogos, sino sus características físicas, claramente caucásicas.

El explorador Sven Hedin, junto con dos colaboradores en una de sus expediciones a China.
El explorador Sven Hedin, junto con dos colaboradores en una de sus expediciones a China.
Bridgeman
En 1915, Sven Hedin hizo en el cementerio de Loulan un descubrimiento que le causó honda impresión: la momia de un varón con rasgos caucásicos, muy bien conservada gracias a la extrema sequedad del clima, que había preservado enseres y cuerpos humanos como en una cápsula del tiempo. Hedin anotó: "La piel del individuo estaba pegada al cuerpo, y el olor que emanaba de él aún era acre".
Gentes de Loulan
Hasta 1979 no se retomó la actividad arqueológica a gran escala en la región, donde expediciones conjuntas chinas y japonesas realizaron descubrimientos asombrosos en ciudades-oasis de la Ruta de la Seda, como Kongque, Niya o Cherchen. Uno de los hallazgos más espectaculares tuvo lugar en 1980, en Loulan. Un grupo de arqueólogos chinos encontró el cuerpo perfectamente conservado de una mujer de 3.800 años de antigüedad, a la que bautizaron como la "Bella de Loulan" por sus llamativas facciones. Este increíble descubrimiento fue el más importante de una serie de hallazgos de cuerpos con rasgos caucásicos en la zona, perfectamente preservados bajo las arenas del desierto.
Arqueólogos chinos hallaron el cuerpo perfectamente conservado de una mujer de 3.800 años de antigüedad, a la que bautizaron como la "Bella de Loulan".

Momia de una mujer conocida como la "Bella de Loulan".
Momia de una mujer conocida como la "Bella de Loulan".
CC BY-SA 4.0
En 1985, en la localidad de Cherchen, cerca del lago Lop Nor, se exhumó la momia de un hombre datada en el año 1000 a.C., junto a tres momias femeninas y un bebé. El grado de conservación de todas estas momias es excepcional, en especial la del varón, conocido como "Hombre de Cherchen", del cual pueden apreciarse incluso los tatuajes que adornan su piel. El descubrimiento de momias continuó, y en 1995 se encontró la conocida como el "Hombre de Yingpan", de dos mil años de antigüedad, una momia caucásica de casi dos metros de altura con una máscara funeraria de papel de oro, y prendas de vestir de color rojo y marrón bordadas con oro.

Rostro de la momia conocida como "Hombre de Cherchen".
Rostro de la momia conocida como "Hombre de Cherchen".
Bridgeman
Entre 2003 y 2005, los arqueólogos realizaron el descubrimiento más espectacular en la cuenca del Tarim, en el cementerio de Río Pequeño, en Xiahoe, donde localizaron las momias más antiguas encontradas en la región, correspondientes a personas que vivieron hace 3.900 años. Los cuerpos, perfectamente conservados y con sus ropas intactas, estaban enterrados en botes vueltos del revés y cada enterramiento se había señalizado con una estaca.
¿De dónde vinieron?
Todas estas momias comparten unas características físicas que no tienen nada que ver con las de las actuales poblaciones de Asia Oriental. Sus rasgos corresponden a personas de origen europeo, de gran altura, cabellos rubios y pelirrojos, pómulos altos, nariz prominente, e incluso ojos azules. Científicos como Victor Mair, de la Universidad de Pennsylvania, estudian la cuestión desde hace décadas. Mair analizó el ADN de algunas momias y llegó a la conclusión de que, entre 2100 y 1000 a.C., los únicos habitantes de esta región eran gente de rasgos europeos.
Al parecer, podría tratarse de los misteriosos tocarios, un pueblo de origen caucásico cuya cultura dominó la cuenca del Tarim y que es mencionado en algunas crónicas chinas antiguas. A partir del siglo VII d.C., los tocarios fueron absorbidos por las tribus uigures, de origen turcomano, que se asentaron en la región. De hecho, para Mair, los pueblos de Asia Oriental comenzaron a aparecer por la zona hace unos 3.000 años. Así, estas momias confirmarían que los contactos entre Oriente y Occidente se remontan a épocas muy remotas.
Para Victor Mair, los pueblos de Asia Oriental comenzaron a aparecer por la zona hace unos 3.000 años.

Momia conocida como "Hombre de Yingpan".
Momia conocida como "Hombre de Yingpan".
Bridgeman
China solo ha autorizado los estudios genéticos de las momias en los últimos años. El llevado a cabo en 2004 por la Universidad de Jilin llegó a la conclusión de que las momias, efectivamente, tenían genes europoides. En 2007, el Gobierno chino autorizó a un equipo de National Geographic, dirigido por el genetista Spencer Wells, a realizar estudios de ADN. Los resultados confirmaron que la cuenca del Tarim estuvo continuamente habitada desde el 2000 al 300 a.C., y que sus pobladores procedían de Europa, Mesopotamia, el valle del Indo y regiones tan lejanas como el sur de Siberia.
Aunque los estudios sobre estas singulares momias siguen despertando controversia, lo cierto es que han demostrado que la cuenca del Tarim fue a lo largo de los milenios un punto de encuentro y de intercambio entre poblaciones muy diversas, hasta que la naturaleza acabó convirtiendo la zona en un lugar inhóspito donde ya nada podía prosperar.