"Canto las armas y al varón que, huyendo por el imperio del hado, fue el primero que desde las costas de Troya llegó a Italia y al litoral Lavinio, el que por tierras y piélago anduvo largamente, acosado por la violencia de los dioses y la fiera saña de la memoriosa Juno, y padeció también en la guerra mil trabajos". Así empieza la Eneida, la gran epopeya romana escrita por Virgilio en el siglo I a.C., protagonizada por Eneas, el sufrido héroe que el poeta celebra en estos versos.
Pero Eneas, a quien Virgilio convierte en padre de Roma, contaba por entonces con una apretada biografía. En efecto, era ya un personaje central en la épica oral primitiva de los griegos de Jonia (Asia Menor), la cantera de la que Homero extrajo los materiales para componer la Ilíada y la Odisea hacia el siglo VIII a.C. El vate concede a Eneas un papel estelar en la guerra de Troya, como consejero y jefe del bando troyano, compartiendo el protagonismo en la batalla con el primogénito del rey Príamo, Héctor, hasta la muerte de este a manos de Aquiles.
eneas, hijo del rey de dardania
Eneas pertenecía al linaje de los troyanos, pero a una rama diferente de la que gobernaba la ciudad. Su padre, Anquises, era rey de Dardania, la primera ciudad levantada por el fundador de la estirpe, Dárdano, en el monte Ida. Este dominaba majestuosamente toda la región, por un lado la isla de Lesbos, y por otro la llanura que se extendía hasta Troya, capital de la Tróade. Gobernaba en esta ciudad otro descendiente de Dárdano, el rey Príamo, casado con la reina Hécuba. Las dos ramas de la familia habían reforzado su relación de parentesco mediante el matrimonio de Eneas con una de las hijas de Príamo, de nombre Creusa.
Eneas estaba casado con la princesa troyana Creusa, una de las hijas del rey Príamo.

Venus y Anquises. William Blake Richmond. 1889.
Venus y Anquises. William Blake Richmond. 1889.
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Pero Eneas no era solo un príncipe destacado de la familia: era lo que los griegos entendían por un "héroe" en sentido estricto, es decir, uno de aquellos seres excepcionales nacidos del abrazo amoroso entre los dioses y los simples mortales. En su caso, la divinidad era nada menos que Afrodita, a Venus romana. Ella, que se jactaba de haber provocado con sus maniobras esos "abrazos amorosos" a los dioses, fue castigada por Zeus a probar su propia medicina. El afortunado mortal elegido para ello fue el joven rey Anquises.
Afrodita, movida por un deseo irresistible, le sedujo cuando se encontraba vigilando sus rebaños en las altas praderas del monte Ida. Era Anquises bello como un dios, algo frecuente entre los de su linaje, de creer a los mitógrafos griegos. Eneas no podía desmerecer a tal padre y, sobre todo, a tal madre. "Mortal igual a un dios", como lo describía Homero.
El héroe en Troya
El desembarco de los aqueos con sus "mil naves" en las playas de Troya y el comienzo del asedio de diez años a la ciudad pusieron a Eneas en la cabeza del bando de los asediados. Homero le dedica varios episodios de protagonismo, al mismo nivel que el propio Héctor, líder indiscutible de los troyanos. La intervención de su madre, Afrodita, será decisiva para sacar a Eneas incólume de la masacre que acaba con la ilustre ciudad. Colaboran con ella Apolo y Poseidón, quien escamotea Eneas a Aquiles invocando el destino que los hados tienen reservado para aquel: ser el soberano de la nueva Troya, que sucederá a la destruida por los aqueos.
Homero dedica a Eneas varios episodios de protagonismo, al mismo nivel que el propio Héctor.

Pintura romana que muestra a Eneas herido ante la preocupación de su madre Venus. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.
Pintura romana que muestra a Eneas herido ante la preocupación de su madre Venus. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.
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Así, cuando los hombres de la casa de Príamo van cayendo uno tras otro, empezando por Héctor, a manos de Aquiles, y los demás perecen tras el episodio del famoso caballo, solo queda Eneas para encabezar la última y desesperada resistencia de los troyanos. Este hubiera podido ser, sin duda, el fin de nuestro héroe si su madre no le hubiera guiado a través de las llamas, incitándolo a ponerse a salvo con su familia y los supervivientes de la matanza.
Al frente de este pequeño grupo, el hijo de Anquises se dirige al monte Ida, cargando con su anciano padre, portador de los viejos Penates, los dioses más sagrados de Troya, y llevando de la mano al pequeño Ascanio, o Julo, el hijo que le había dado Creusa. Así comienza un largo y costos exilio en busca de esa nueva Troya. De las playas al pie del Ida se embarca con su pequeño grupo y se encamina hacia el oeste, bordeando la costa griega primero, la del sur de Italia y Sicilia después. En esta isla morirá el viejo Anquises. Al partir de Sicilia camino de Italia, destino final de su periplo, una tempestad los arroja a las costas de África, cerce de donde se está levantando la nueva ciudad de Cartago.
De Cartago a Roma
Allí son recibidos por la reina Dido, quien, gracias a los buenos oficios de Afrodita, se enamora perdidamente de Eneas. Los dos viven un intenso idilio mientras los hombres y las naves se reponen. Pero Eneas no puede escapar a su destino y decide reemprender la marcha sin ceder a los ruegos de Dido, quien le maldice por su traición. Al ver partir las naves, la reina decide poner fin a su vida: hace levantar una pira funeraria, se sube a ella y se atraviesa con una espada que había pertenecido a su amante.

Eneas cuenta a la reina Dido de Cartago la historia de la caída de Troya. Pierre-Narcisse Guérin. 1815. Museo del Louvre, París.
Eneas cuenta a la reina Dido de Cartago la historia de la caída de Troya. Pierre-Narcisse Guérin. 1815. Museo del Louvre, París.
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Este, mientras, ha puesto rumbo al norte y, tras desembarcar de nuevo en Sicilia para celebrar los funerales de su padre, llega a la península itálica. El primer lugar que visita es la cueva de la Sibila de Cumas, donde se le aparecen sus muertos, antiguos y recientes, como Dido o Anquises, quien le descubrirá su futuro y el de sus descendientes. De allí, Eneas se dirige al Lacio, donde se encuentra con el rey Evandro, un exiliado griego que antaño fue huésped de Anquises. Eneas se casa con su hija, Lavinia. El héroe ha llegado al final de su camino.
El primer lugar que visita Eneas en Italia es la cueva de la Sibila de Cumas, donde se le aparecen sus muertos.

Eneas vence al rey Turno. Luca Giordano. Siglo XVII. Palacio Corsini, Florencia.
Eneas vence al rey Turno. Luca Giordano. Siglo XVII. Palacio Corsini, Florencia.
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Pero asentarse en la "nueva Troya" no le resultará fácil. Debe enfrentarse a una guerra larga y cruenta contra un príncipe local, de nombre Turno, antiguo aspirante a la mano de la princesa Lavinia, conflicto que se resuelve con la victoria del troyano. A partir de este momento culminante, el mito de Eneas se desdibuja. Eneas funda una ciudad a la que, por su esposa, llama Lavinio. Este será el primer asentamiento troyano en el Lacio. Después de su muerte en extrañas circunstancias (desaparece en medio de una tormenta), su hijo trasladará la capital a Alba Longa, donde nacerá Rómulo, el fundador de la futura Roma.