Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
Actualizado a
· Lectura:
Arqueólogos del Instituto de Arqueología de la Universidad Nicolaus Copernicus (NCU) han descubierto un peculiar y siniestro enterramiento cerca del pueblo de Pnie, ubicado en el voivodato de Pomerania en el norte de Polonia. Se trata de un niño enterrado con el cráneo colocado entre las piernas y con un amuleto “antivampiros” compuesto por un candado triangular, que debía servir para impedir que se convirtiera en una de estas criaturas.
El entierro, que data del siglo XVII, se encontró junto a otro enterramiento “contra vampiros” descubierto en 2022, donde el difunto fue enterrado con una hoz en el cuello para evitar que sufriera “vampirismo”. Durante siglos existió la creencia que los muertos podían convertirse en vampiros y se practicaba este tipo de enterramientos para evitarlo.
Un cementerio de vampiros
El niño fue originalmente enterrado boca abajo, lo que según los rituales de la época estaba destinado a hacer que el difunto no regresara como vampiro. En una fecha posterior, la mayoría de los restos fueron retirados, dejando solo la parte inferior de las piernas, que estaban apresadas con candados; y el cráneo, que fue colocado entre ellas. Según el Dr. Dariusz Polinski de la Universidad Nicolaus Copernicus, el cadáver fue decapitado para evitar que se convirtiese en vampiro y el candado simbolizaba el cierre de la vida.

Niño vampiro amuleto (Nicolaus Copernicus University)
Nicolaus Copernicus University

Niño vampiro mandíbula (Nicolaus Copernicus University)
Mandíbula de otro niño con restos de una poción "antivampirismo".
Nicolaus Copernicus University
Cerca de la sepultura, los arqueólogos también encontraron un pozo que contenía los restos de otros tres niños. En la fosa se encontró un fragmento de mandíbula tenida de verde, en la cual las pruebas de composición elemental han mostrado rastros de oro, permanganato de potasio y cobre. Los investigadores sugieren que la mancha fue causada por una poción que se preparó para prevenir el "vampirismo", mientras que el cementerio más amplio probablemente era un lugar de entierro para las personas rechazadas por la sociedad, tanto en vida como después de la muerte.

Niño vampiro 2 (Nicolaus Copernicus University)
Arqueólogos de la Universidad Nicolaus Copernicus desenterrando uno de los cuerpos.
Nicolaus Copernicus University
La época del terror a los vampiros
La idea de unos seres no muertos que se alimentan de la sangre y la carne de los vivos ha estado presente en muchas culturas. La figura del vampiro tal como la conocemos se popularizó durante los siglos XVII y XVIII, especialmente en Europa. Fueron descritos como cadáveres poseídos por un espíritu malévolo, a menudo resultado de una muerte traumática o suicida que les impedía descansar en paz.
Este pánico se debía sobre todo a la propagación de epidemias cuyos síntomas eran asociados al vampirismo, como la tuberculosis. Existía la creencia popular de que las personas que sufrían ciertos síntomas relacionados con la pérdida de sangre (palidez, anemia o sangrados inexplicables) habían sido víctimas de un vampiro y que podían incluso convertirse en uno de ellos.
El terror a los vampiros alcanzó su punto álgido en el siglo XVIII, especialmente en Europa del Este, aunque también en Europa occidental y Estados Unidos. Esto llevaba con frecuencia a exhumar cadáveres y realizarles prácticas macabras para impedir que volvieran como vampiros, como llenarles la boca con ajos, clavarles estacas en el corazón e incluso quemarlos. Los cadáveres sospechosos eran aquellos que parecían extrañamente bien conservados o que mostraban lo que parecía ser sangre fresca en la boca.
En realidad, el buen estado de conservación se debía a ciertas condiciones del suelo que, por la escasez de bacterias anaerobias, impedían la descomposición de los cadáveres. Con el tiempo el rigor mortis desaparece de los cadáveres, lo que daba al difunto la apariencia de una persona durmiendo. Por su parte, los restos de sangre provenían del tracto digestivo, que al descomponerse producía un líquido de apariencia parecida a la sangre.