Arqueólogo asesinado por el ISIS

Encontrados los restos de Khaled Asaad, el "mártir" de Palmira

Este arqueólogo, asesinado por Estado Islámico en 2015, dedicó su vida a intentar proteger los restos de la antigua ciudad de Palmira. Gracias a su trabajo la legendaria urbe pasó a formar parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. Ahora acaban de encontrarse sus restos tras años desaparecidos entre los escombros.

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Foto: AP

La vida y la muerte del arqueólogo sirio Khaled Asaad puede resumirse en una palabra: Palmira. Nacido en Tudmur, la ciudad adyacente a la antigua población siria, trabajó toda su vida en sus ruinas. De hecho el epicentro de su vida estaba allí hasta que el Estado Islámico lo asesinó en ese mismo lugar el 18 de agosto de 2015, cuando tenía 83 años.

Recientemente la agencia de noticias siria Sana ha publicado la noticia de que se han encontrado sus restos, de los cuales se perdió el rastro pocos días después de su ejecución. Los restos de Khaled Asaad, a los que se les realizará un test de ADN para comprobar su identidad, habrían sido encontrados en la zona de Kahloul, diez kilómetros al este de Palmira.

El "mártir" de Palmira

El arqueólogo y traductor Khaled Asaad nació en Tudmur, que en árabe significa “palmera” pero que al pasar al griego se transformó en Palmira, el 1 de enero de 1932. Estudió en la Universidad de Damasco, donde se graduó en Historia, y en 1963 fue elegido director del Museo de Palmira. Se mantuvo en el cargo durante los siguientes 40 años, en los cuales trabajó incansablemente para obtener el reconocimiento de la zona arqueológica de la antigua ciudad, y para conseguir su tutela y su reconstrucción.

Assad fue elegido en 1963 director del Museo de Palmira, un puesto en el que se mantuvo durante los siguientes 40 años.

Durante cuatro décadas colaboró con proyectos arqueológicos internacionales y realizó varias excavaciones. Trabajó incansablemente para conseguir el reconocimiento del valor histórico de Palmira, también a nivel administrativo y financiero. En pocos años, y gracias a su contribución, Palmira pasó a ser el epicentro del panorama cultural sirio, mientras el mundo tomaba conciencia de aquella joya oculta entre la arena del desierto sirio. En 1980 Palmira pasó a formar parte del Patrimonio mundial de la Unesco, y se transformó en un lugar importante del turismo en en Oriente Próximo. Hasta el año 2015.

Khaled Asaad tenía 83 años. Aunque desde el 2003 ya no dirigía el sitio arqueológico -su hijo tomó el cargo- Asaad seguía trabajando incansablemente para la tutela de Palmira y de sus tesoros. No abandonó la ciudad ni siquiera cuando esta pasó a ser un objetivo del Estado Islámico de Iraq y Siria, es más, escondió en un lugar aún desconocido decenas de artefactos de gran valor de la antigua ciudad. En mayo de 2015, cuando Tudmur y la adyacente Palmira cayeron en manos de ISIS, el arqueólogo aún estaba allí, pese a que todo el mundo le aconsejó huir.

Fue rápidamente capturado por los militantes de Estados Islámico, que lo torturaron durante meses hasta que lo decapitaron el 18 de agosto de 2015, exponiendo sus restos en una columna de la antigua ciudad. Pocos días después sus restos desaparecieron, aparentemente hasta hoy.

Es fácil imaginar porque Khaled Asaad dedicó su vida a proteger la ciudad de Palmira, gravemente dañada tras el paso del ISIS. La población, conocida también como “esposa del desierto”, fue el punto que unía Occidente y Oriente, y vivió su período de máximo esplendor entre los siglos I y III d.C., pero hay trazas en documentos asirios del milenio II a.C. Sabemos que hacia el siglo IV a.C. cayó en manos de los seléucidas, que controlaron la zona hasta el siglo I a.C..

Tras el paso de ISIS la histórica ciudad de Palmira quedó gravemente dañada.

Según el historiador, la ciudad conservó su independencia incluso cuando Siria pasó a ser una provincia romana, en el 64 a.C., y no fue anexionada al imperio hasta el 19 d.C.. Permaneció en él hasta el 268, cuando la reina Zenobia, después del asesinato de su marido Odenato, se autoproclamó “augusta”. Su reinado duró poco: en el 272 la ciudad fue retomada por los romanos, que en el 273 la abandonaron casi completamente. Mientras Diocleciano fue emperador la ciudad fue utilizada como un gran campamento, pero a partir del siglo IV. Sabemos que fue conquistada por los árabes en el 634 y que acto seguido se echó a perder.

Dos ingleses, Robert Wood y James Dakins, devolvieron a Palmira la atención del mundo en el año 1753, cuando publicaron el libro Les Ruines de Palmyra, autrement dite Tadmor au dèsert. Pero la antigua ciudad aún esperaba a su mayor protector, Khaled Asaad, nacido y muerto en sus ruinas.