"El precioso ciervo vivirá miles de años"

Unos arqueólogos chinos sacan a la luz una tumba de la dinastía Liao con unos murales perfectamente conservados que rezuman alegría, dinamismo y vitalidad

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© PHOTO COURTESY OF CHINESE CULTURAL RELICS

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Datong

Dos personajes flanquean la entrada de la tumba: un anciano con barba y un sombrero negro que sostiene un bastón; y una doncella que sujeta un abanico de plumas.

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Escenas de la vida rural, con campesinos, caballos y un camello que tira de un carruaje.

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Doncellas o sirvientas alrededor de un lecho.

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Sirvientes sosteniendo bandejas con cuencos para servir vino y con frutas como la granada y el melocotón.

La revista Chinese Cultural Relics revela en su edición de noviembre un hallazgo excepcional: una tumba de un personaje anónimo datada a finales de la dinastía Liao, alrededor del siglo XII, y que en 2011 se comenzó a excavar en una zona residencial de Datong, al oeste de Pekín, en China. El pavimento de la tumba se encuentra a 5,6 metros por debajo del nivel actual del suelo y su bóveda, en la que aparecen representadas las constelaciones, quedó dañada durante unas obras de construcción.

El Instituto Municipal de Arqueología de Datong ha sacado a la luz unas pinturas murales cuya excelente conservación no sólo evoca un pasado olvidado, que durante siglos ha permanecido grabado en los muros interiores, sino que permite comprender cómo era la vida diaria y familiar del misterioso ocupante, que era del grupo étnico de los han, de un cierto rango social y con convicciones religiosas. Apenas se han encontrado piezas en el interior de la tumba porque fue saqueada en tiempos remotos, pero entre las pertenencias halladas hay efigies de piedra relacionadas con el budismo, que han permitido conocer la doctrina del difunto. No hay ningún epitafio, pero sí un hermoso canto a la naturaleza sobre uno de los muros: El precioso ciervo vivirá miles de años (...) y la flor florecerá durante diez mil años. E implora lo siguiente: El tiempo dice que el bambú puede soportar el clima frío. Vive tanto como los espíritus de la grulla y la tortuga.

Las pinturas murales rezuman alegría, dinamismo y vitalidad, nada del carácter tétrico que reina en las tumbas de otras civilizaciones. La pintura de viajes no era un tema presente en los murales de las primeras tumbas de la dinastía Liao. En cambio, los murales de la dinastía Liao tardía a menudo representan partidas y viajes en vez de temas de retorno al hogar, explica uno de los investigadores. Dos personajes flanquean la entrada de la tumba: un anciano con barba y un sombrero negro que sostiene un bastón; y una doncella que sujeta un abanico de plumas. En la parte superior de la puerta hay una representación de Garudá, un ave mítica, y alrededor hay nubes propicias, llamas, perlas preciosas, cuernos de rinoceronte y una alabarda para exorcismos, entre otras cosas. Los muros interiores representan escenas de la vida rural, con campesinos, caballos y un camello que tira de un carruaje. En otras pinturas aparecen sirvientes sosteniendo bandejas con cuencos para servir vino y con frutas como la granada y el melocotón. No se han hallado restos humanos, pero la presencia de figuras de piedra con efigies refleja la creencia budista del ocupante de la tumba y se diferencia de las prácticas funerarias habituales de la dinastía Liao, en las que se utilizaba una urna para depositar los restos incinerados o un sarcófago de piedra.

La información contenida en este reportaje ha sido cedida a Historia National Geographic por Chinese Cultural Relics, la traducción oficial al inglés de la revista Wenwu, una publicación trimestral sobre arqueología china que ha sido premiada. Desde los años cincuenta, Wenwu es conocida en China y en el extranjero por la calidad de sus artículos exhaustivos sobre investigaciones arqueológicas desarrolladas en este país. Más información a través de East View Press.