Cetros, coronas y títulos

El lenguaje del poder en el antiguo Egipto

Las insignias de poder del faraón, como las coronas y los cetros, han sido incansablemente representados en relieves, pinturas y estatuas por todo Egipto a lo largo de su historia. Estos importantes elementos simbólicos dan cuenta de la naturaleza divina del faraón y de su capacidad para ejercer de intermediario entre los dioses y los hombres, así como de actuar como garante del orden universal.

El faraón es coronado con la Doble Corona, blanca y roja, por dos divinidades que representan el Alto (derecha) y el Bajo (izquierda) Egipto.

El faraón es coronado con la Doble Corona, blanca y roja, por dos divinidades que representan el Alto (derecha) y el Bajo (izquierda) Egipto.

El faraón es coronado con la Doble Corona, blanca y roja, por dos divinidades que representan el Alto (derecha) y el Bajo (izquierda) Egipto.

En los monumentos egipcios se repite una y otra vez durante milenios, la imagen del faraón con sus atributos y títulos. Coronas, cetros y nombres hablan de un ser más que humano, en el que descansa el propio orden del mundo. Dios y hombre a un tiempo, sus representaciones en pinturas, relieves y esculturas manifiestan constantemente el poder de quien participa de la naturaleza divina y que constituye la máxima autoridad religiosa y secular de la sociedad egipcia. Son muchos los símbolos que, incorporados a su persona en el transcurso de la historia de Egipto, lo distinguen del común de los mortales.

Así sucede con las coronas que ostenta. Aunque los faraones podían lucir diversos tipos de coronas, la más característica era la Doble Corona o pschent. Esta se convirtió en el distintivo de los faraones que gobernaron el Egipto unificado, es decir, el país formado por el valle del Nilo o Alto Egipto y el delta del Nilo o Bajo Egipto. El pschent surgió de la superposición de la corona blanca del Alto Egipto (jedyet), similar a una mitra, y la corona roja del Bajo Egipto (desheret).

Señor de las Dos Tierras

El primer faraón representado con las dos coronas fue Narmer, en la famosa paleta que lleva su nombre, donde aparece destruyendo a sus enemigos. En el anverso de la paleta se le ve con la corona blanca del Alto Egipto, país de que sería rey, y, en el reverso figura con la corona roja del Bajo Egipto, que él habría conquistado, unificando las Dos Tierras en su persona. Luego, los faraones que mantuvieron Egipto unido aparecerían siempre luciendo el pschent.

Otra corona muy habitual era el nemes, un tocado de tela con bandas horizontales. La tela caía sobre los hombros del faraón y generalmente estaba coronado por una cobra (ureo), representación de la diosa serpiente Uadyet, del Bajo Egipto, protectora de la realeza. En muchas ocasiones, sobre todo a partir del Reino Medio, esta diosa aparecía junto a la diosa buitre Nekhbet, del Alto Egipto.

La tela del nemes caía sobre los hombros del faraón y generalmente estaba coronado por una cobra.

Copia de un relieve donde se muestra a Ramsés II en su carro, tocado con la corona azul jepresh.

Copia de un relieve donde se muestra a Ramsés II en su carro, tocado con la corona azul jepresh.

Copia de un relieve donde se muestra a Ramsés II en su carro, tocado con la corona azul jepresh.

Foto: Cordon Press

La corona azul o jepresh se relacionaba frecuentemente con la guerra; quizá se trataba de una casco de parada militar. Con ella fueron representados de modo preferente los faraones de la dinastía XVIII, probablemente debido a las numerosas acciones bélicas que tuvieron lugar en Egipto, especialmente contra pueblos extranjeros que amenazaban la estabilidad del país del Nilo.

Para saber más

Paleta de Narmer

La Paleta de Narmer, el primer faraón

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Cetros, los emblemas del faraón

Los cetros que el faraón solía sostener entre sus manos también estaban cargados de significado. Los más comunes eran el flagelo (con tres correas anudadas) y el cetro heqat, un bastón parecido a un cayado, con la parte superior curvada. Es muy posible que estos cetros derivasen de utensilios propios de pastores; así, por ejemplo, estos solían servirse del cayado para atrapar a los animales. En su evolución, sirvieron al faraón para considerarse el pastor de su pueblo. Estos dos elementos también eran característicos del dios de los muertos, Osiris, con quien el faraón se asimilaba cuando moría.

Es muy posible que el flagelo y el cayado derivasen de utensilios propios de pastores.

Modelos de cetros hallados en la tumba de Seni. Dinastía XII. MET, Nueva York.

Modelos de cetros hallados en la tumba de Seni. Dinastía XII. MET, Nueva York.

Modelos de cetros hallados en la tumba de Seni. Dinastía XII. MET, Nueva York.

Foto: PD

Otro cetro que se representaba con frecuencia era el sejem, cuyo significado es "poder" y "fuerza". Se trataba de un bastón de mando en cuya parte superior aparecían dos ojos y que fue utilizado tanto por los soberanos como por diversos personajes de alto rango. Por su parte, el uas, que significaba "dominio" era otro emblema vinculado con la realeza. En la parte superior de este bastón aparecía lo que puede ser la cabeza del dios Seth, mientras que su parte inferior terminaba en una punta bífida. Era el símbolo de la ciudad de Tebas, capital de Egipto durante la dinastía XVIII y una de las principales ciudades del país.

Normalmente se representaba a los faraones con el torso desnudo y con falda. Se han documentado dos tipos de falda. Una de ellas era de forma triangular y se anudaba con un cinturón; parte de esta prenda estaba plisada formando un triángulo en la parte delantera, como si se tratase de un delantal. Otra de las faldas o faldellín iba ajustada al cuerpo, por encima de las rodillas, y cruzaba sus extremos dejando ver entre medio un trozo de ropa.

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Una pareja tocada con sendas pelucas. Estatua de piedra caliza. Dinastía XIX.

Pelucas, tintes y extensiones en el antiguo Egipto

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El poder de la palabra

El nombre era también un elemento distintivo de los monarcas egipcios. Se componía de títulos y epítetos que tenían que ver con su relación con las divinidades y con su fuerza y autoridad. El faraón tenía cinco títulos que le acompañaban durante todo su reinado, aunque solo se empleaban en ocasiones especiales.

El primero y más antiguo era su "nombre de Horus". En un principio, este nombre aparecía inscrito dentro del serej, una especia de rectángulo que imitaba la fachada de palacio, sobre el que aparecía un halcón, símbolo de Horus. De este modo, el faraón se identificaba con este dios, hijo de Osiris, convirtiéndose en la personificación de Horus en la tierra. Durante el Reino Nuevo siguió a este nombre el epíteto de "toro poderoso", alusivo al poder del faraón, tanto en cuanto a fuerza como a poder fecundador.

El faraón se identificaba con Horus, hijo de Osiris, convirtiéndose en la personificación de aquella divinidad en la tierra.

Estela de Raneb, con el halcón Horus posado sobre el serej, una representación simbólica del palacio. MET, Nueva York.

Estela de Raneb, con el halcón Horus posado sobre el serej, una representación simbólica del palacio. MET, Nueva York.

Estela de Raneb, con el halcón Horus posado sobre el serej, una representación simbólica del palacio. MET, Nueva York.

Foto: PD

El segundo título del monarca era el de Nebty, es decir "Las dos Señoras", haciendo referencia a las dos diosas protectoras de Egipto mencionadas anteriormente. El significado de este título era muy concreto: el faraón era quien controlaba las Dos Tierras, es decir, al Alto y el Bajo Egito. El tercer título, "Horus de Oro", aludía al dios Horus como Sol e insistía en la naturaleza divina del faraón.

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Tutmosis III

Los cinco nombres de cada faraón

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El Señor de la Caña y la Abeja

El cuarto título real era Nesu bity, "El que pertenece a la Caña y a la Abeja", y estaba relacionado con los derechos de soberanía del faraón sobre todo el país del Nilo. La caña y la abeja eran los símbolos heráldicos tradicionales del Alto y el Bajo Egipto, respectivamente, por lo que este título también podría traducirse como "Rey del Alto y del Bajo Egipto", con lo que quedaban claros los derechos de soberanía del faraón sobre todo el territorio egipcio. A este título seguía el nombre que había escogido el faraón al subir al trono, que se colocaba dentro de un "cartucho" al que suele atribuirse una función de protección.

La caña y la abeja eran los símbolos heráldicos tradicionales del Alto y el Bajo Egipto, respectivamente.

Desde el reinado de Kefrén (dinastía IV), existía además un quinto título, del de "Hijo de Re", que expresaba la relación paterno-filial entre la divinidad solar, Re, y el faraón. Este título, como el anterior, iba seguido (también dentro de un cartucho) por el nomen, el nombre que el soberano había recibido al nacer.

Estatua sedente de Kefrén, protegido por el dios halcón Horus. Museo Egipcio, El Cairo.

Estatua sedente de Kefrén, protegido por el dios halcón Horus. Museo Egipcio, El Cairo.

Estatua sedente de Kefrén, protegido por el dios halcón Horus. Museo Egipcio, El Cairo.

Foto: Cordon Press

El conjunto de estos atributos (coronas, cetros, atuendos, títulos) contribuía a revestir al monarca egipcio de una autoridad absoluta a ojos de sus súbditos, convirtiéndolo no solo en el mejor de los egipcios, sino también en el más poderoso y magnánimo de todos sus dioses. Los símbolos de poder, pues, subrayaban la infinita distancia que mediaba entre los simples mortales y aquel que era el sostén del universo.

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