Historia de la Ciencia

El descubrimiento de Titán, el primer satélite de Saturno

El 25 de marzo de 1655, el astrónomo neerlandés Christiaan Huygens hacía un importante descubrimiento astronómico: un gran satélite que orbitaba el gigante gaseoso. Desde entonces Titán ha sido objeto de estudio por parte de la ciencia debido a su curiosa situación, órbita y composición.

Titán, la primera luna de Saturno vista en distinta longitudes de onda

Titán, la primera luna de Saturno vista en distinta longitudes de onda

Foto: NASA

Corría el 25 de Marzo de 1655. Desde ese día, el gigante gaseoso Saturno dejaba de estar solo en la inmensidad del universo. A partir de entonces compartiría el espacio con Titán, el único satélite del planeta de los anillos con una atmósfera importante y el segundo en tamaño del sistema solar tras Ganímedes, satélite de Júpiter.

Todo comenzó cuando el astrónomo holandés Christiaan Huygens intentaba explicar la naturaleza de los anillos de Saturno, usando para ello un telescopio de gran calidad de apenas 5 centímetros de diámetro, aunque de más de tres metros y medio de longitud. Con este aparato, Huygens logró observar que en torno a los anillos (que ya habían sido descubiertos por Galileo en julio de 1610, aunque el astrónomo italiano no había podido identificarlos con claridad) giraba un cuerpo celeste al que dio el nombre de Luna Saturni.

Los compañeros de Titán

Casi dos siglos después, ya se conocían siete de los cerca de doscientos satélites que hoy sabemos que tiene Saturno (61 con órbita confirmada). En 1847, y como resultado de una estancia en Sudáfrica, John Herschel publicó la obra Resultados de observaciones astronómicas hechas en el Cabo de Buena Esperanza. En ella, el astrónomo inglés proponía dar el nombre de los titanes (los hermanos y hermanas de Cronos o Saturno, el dios del tiempo que devoró a sus hijos y acabó vencido por su hijo Jupiter) a los siete satélites de Saturno descubiertos hasta la fecha: Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Titán y Japeto. Un método mucho más efectivo de nombrar a estos cuerpos celestes, que hasta entonces se designaban por numerales romanos siguiendo el orden de proximidad al planeta.