Grandes descubrimientos

El cónsul Cesnola y el despojo de Chipre

Luigi Palma di Cesnola enriqueció el Museo Metropolitano de Nueva York con miles de piezas de las antiguas culturas de Chipre.

Basílica de Curio

Basílica de Curio

Esta basílica cristiana se alza en las ruinas de la antigua Curio (Kourion), en la costa sur de Chipre, donde Palma di Cesnola dijo haber descubierto un «tesoro» más importante que el hallado por Schliemann en Troya.

Foto: ALAMY / ACI

Todo el mundo reconoce que el Metropolitano de Nueva York es uno de los museos más importantes del mundo, con miles de obras de todos los estilos y períodos; y que posee, concretamente, una de las mejores colecciones de arte chipriota. Pero lo que poca gente sabe es que esta colección la trajo el primer director de la institución, Luigi Palma di Cesnola, un conde italiano nacido en 1823 en el castillo de Rivarolo Cavanese, cerca de Turín.

Cronología

Pasión por Chipre

1865

Cesnola llega a Chipre como cónsul de EE. UU. En 1870 descubre el llamado Tesoro de Golgos.

1873

Llegan a Nueva York 35.000 piezas enviadas por Cesnola con destino al Museo Metropolitano.

1877

Tras otra temporada en Chipre, Cesnola regresa a EE. UU. y es nombrado director del Metropolitano.

1880

Un experto denuncia que Cesnola manipuló las piezas halladas en Chipre para darles un aire más clásico.

Cesnola no era arqueólogo, sino un militar rudo, impulsivo y polémico, producto de escuelas militares y tiempos de revolución. Con apenas quince años, se había enrolado en el ejército, participando en la Primera guerra de Independencia italiana (1848-1849) y en la guerra de Crimea (1853-1856). En 1858, sin embargo, dejó Italia para probar suerte en Nueva York. Allí, al principio, sobrevivió dando clases de italiano a jovencitas de postín (fue así como conoció a su esposa), pero tras el estallido de la guerra civil en 1861 participó en el conflicto como coronel, siendo capturado por los confederados en Aldie (Virginia), en 1863. Fue condecorado en 1865 con la medalla de Honor del Congreso de EE. UU. por el presidente Abraham Lincoln, y el mismo Lincoln lo nombró cónsul estadounidense en Chipre, isla que entonces pertenecía al Imperio otomano.

Enviado de Lincoln


Cesnola llegó a Lárnaca el mismo día de Navidad de 1865, con su esposa embarazada y una hija, después de quince jornadas de viaje por mar desde Ancona. El día amaneció nublado y con la mar picada, y Lárnaca, a lo lejos, le pareció la imagen misma de la desolación, con su discreto caserío del que sólo destacaban los minaretes de las mezquitas y algunas palmeras solitarias de largas hojas caídas. Por no haber, no había ni puerto; así que Cesnola tuvo que desembarcar a hombros de un lugareño, cuando el bote de remos que los llevaba a todos encalló a unos metros de la playa.

Pero Cesnola no se arredró. Enseguida supo imponerse con su firmeza de curtido general a las sibilinas autoridades otomanas que, bajo maneras suaves y trato obsequioso, disimulaban su implacable arbitrariedad. Pero, sobre todo, supo ganarse el aprecio de la población griega de la isla. Gracias a ello tuvo conocimiento de los hallazgos de objetos antiguos que se producían continuamente. El propio Cesnola apuntaba en su correspondencia que el campesinado chipriota traficaba con las reliquias de sus antepasados «con una frivolidad y una avidez nunca vistas en el Mediterráneo». Lo cierto es que Cesnola enseguida se implicó personalmente en el comercio de estas piezas.

El templo de Golgos

En marzo de 1870 le llegó la noticia de que dos oficiales suyos habían encontrado un supuesto templo de Afrodita en Golgos, cerca de Athienou. Había restos de estatuas de la diosa y de sacerdotes y sacerdotisas; entre ellos, una cabeza de tamaño colosal. Cesnola se dirigió inmediatamente a Athienou, y, en cuanto llegó, dispersó a los curiosos, se enfrentó a la guardia otomana allí presente y ordenó a sus oficiales que se acercaran con un carro, lo pusieran todo cuidadosamente allí y se lo llevaran a Lárnaca. Fue así como Cesnola se apropió de un tesoro arqueológico de excepcional valor; y todo esto, sin que nadie del lugar se lo impidiera, ni siquiera el dueño de los terrenos donde se realizaron los hallazgos.

Cesnola quiso emular en Curio los espectaculares hallazgos de Heinrich Schliemann en Troya.

Cesnola transformó su casa de Lárnaca en un museo arqueológico. Vinieron a visitarla expertos internacionales como Karl Friederichs, director del Antiquarium de Berlín, o Johannes Doell, quien presentó la «colección Cesnola» en una sesión de la Academia de Ciencias de San Petersburgo. Pero también pasaron por allí damas inglesas que solicitaban del mismo Cesnola que las instruyese en los «misterios de Afrodita», lo que, dicho así, podía resultar un tanto equívoco. Con tanto trasiego, no siempre era posible evitar que la gente se llevara algunas de las piezas amontonadas de «recuerdo».

Finalmente, en 1871 Cesnola decidió llevarse «su colección» fuera de Chipre. Una parte se perdió en un naufragio cerca de Beirut, mientras que el resto llegó sin problemas a Londres. Allí se vendieron algunas piezas al Museo Británico y al Louvre. También Turín se llevó su parte como homenaje a la patria. El grueso de la colección, casi 35.000 piezas, acabó a comienzos de 1873 en el Museo Metropolitano de Nueva York.

Cabezas colosales

Cabezas colosales

luigi palma di cesnola se llevó a los Estados Unidos, sin ningún tipo de escrúpulos, un gran número de cabezas de piedra caliza procedentes del santuario chipriota de Golgos. Debido a su enorme tamaño, una de estas esculturas recibió el nombre de Coloso de Golgos.

Foto: iStock/Getty Images

Mejor que Schliemann

Cesnola regresó a Chipre, a seguir excavando en la región de Limasol en busca de piezas para sorprender al mundo. Por entonces, quien acaparaba titulares era Heinrich Schliemann con sus descubrimientos en Troya y Micenas. Deseoso de gozar de la misma fama, Cesnola publicitó sus trabajos en Curio, yacimiento grecopúnico en el sur de la isla. «Mis excavaciones en Curio han sido aún más impresionantes y en cuanto publique mis últimos descubrimientos van a ensombrecer los de Schliemann», dijo de las piezas que aseguraba haber encontrado juntas en una misma cámara mortuoria. Pero lo cierto es que todas ellas eran absolutamente dispares, tipológica y cronológicamente hablando, y Cesnola no aportó mapas o datos estratigráficos fiables que sustentaran sus afirmaciones. Hoy resulta imposible saber la procedencia exacta del llamado Tesoro de Curio, porque Cesnola sólo quería presumir de un hallazgo tan extraordinario como el Tesoro de Príamo de Schliemann.

En 1877, Cesnola volvió definitivamente a Nueva York, donde fue nombrado director del Museo Metropolitano.

En 1877, Cesnola volvió definitivamente a Nueva York, donde fue nombrado director del Museo Metropolitano. En 1880, poco después de asumir la dirección, apareció en la revista Art Amateur un artículo del marchante Gaston L. Feuardent, en el que se denunciaba que buena parte de las piezas de la «colección Cesnola» habían sido chapuceramente restauradas. Al parecer, en su afán por obtener el mayor rédito de su colección, Cesnola no había dudado en sacar al mercado «obras completas», uniendo cabezas y piernas con cuerpos que no se correspondían, y hasta se retallaron algunas obras para hacerlas más «clásicas». Tras un largo juicio, Cesnola fue absuelto en 1884.

Un cargo vitalicio

Cesnola ostentó el cargo de director del Metropolitano durante casi 25 años, hasta su muerte en 1904. Siguió protagonizando polémicas, como cuando se negó públicamente a que el museo abriera los domingos: «Dejar que entren el domingo diez mil personas, que pelarán plátanos, comerán su almuerzo e incluso escupirán, me parece simplemente inconcebible», aseveró entonces. Lo indudable es que el museo neoyorquino, tal como se conoce hoy en día, es resultado de esa energía y determinación que Cesnola mostró en su juventud y como cónsul en Chipre.

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Tesoro Cesnola 1

Tesoro Cesnola 1

Cabeza de joven con diadema decorada con rosetas. Golgos. Siglo VI a.C.

Foto: See caption / Age Fotostock
Tesoro Cesnola 2

Tesoro Cesnola 2

Hombre barbado y sonriente tocado con un casco cónico. Golgos. Siglos VI-V a.C.

Foto:See Caption / Age Fotostock
Tesoro Cesnola 3

Tesoro Cesnola 3

Joven con corona de laurel procedente del santuario de Golgos. Siglo V a.C.

Foto:See Caption / Age Fotostock
Tesoro Cesnola 4

Tesoro Cesnola 4

Cabeza de toro de bronce. Al parecer formó parte de la decoración de un trípode. Principios del siglo VII a.C. 

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Tesoro Cesnola 5

Tesoro Cesnola 5

Crátera de estilo geométrico, procedente de Curio. Posiblemente fue elaborada en la isla de Eubea. 750-740 a.C.

Foto: MET / Scala, Firenze

La colección Cesnola

Estas cinco piezas forman parte del extensísimo fondo de arte chipriota que el Museo Metropolitano de Nueva York compró a Palma di Cesnola en 1872.

Este artículo pertenece al número 198 de la revista Historia National Geographic.