Una nueva imagen del faraón más famoso

La egiptóloga Joyce Tyldesley pone en duda mucho de lo que creíamos saber sobre Tutankamón

En su libro “Tutankamón, faraón, icono, enigma”, la egiptóloga Joyce Tyldesley pone en duda muchas de las cosas que se daban por sentadas sobre el faraón niño, como que fuese un rey incapaz y que estuviera inválido.

Joyce Tyldesley Tutankamón

Joyce Tyldesley Tutankamón

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La imagen que se suele tener de Tutankamón, el faraón cuya tumba fue hallada en 1922 por Howard Carter, no es muy espléndida: por su corta edad – murió con 18 o 19 años – y los daños físicos que presentaba su momia en los pies, se ha dado por hecho que fue un rey incapaz e inválido, manipulado por quienes movían los hilos en la corte, que podrían incluso haberlo asesinado. Pero la egiptóloga Joyce Tyldesley pone en tela de juicio todas estas ideas en su atrevido libro Tutankamón, faraón, icono, enigma.

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Tutankamón, ni inválido ni incapaz

Según Tyldesley, los indicios de que Tutankamón sufría algún tipo de discapacidad podrían haber sido malinterpretados. En primer lugar, apunta que el daño en el pie de la momia podría haber sido post mortem, incluso como resultado de un fallo durante el proceso de momificación. Por otra parte, los bastones encontrados en su tumba no necesariamente le servían para apoyarse: “Debemos recordar que el bastón era un símbolo de autoridad que portaban los hombres de élite, y no tiene que indicar una enfermedad o un problema para caminar”. Además, añade que el calzado del ajuar funerario no sugiere que tuviera ningún problema en los pies.

Para saber más

Máscara de Tutankhamón, sin duda alguna la pieza estrella del tesoro del faraón. Museo Egipcio, El Cairo.

Nuevas hipótesis sobre el tesoro de Tutankhamón

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En cambio, la autora apunta a indicios de que el faraón podría haber estado perfectamente sano. Hay imágenes de Tutankamón cazando avestruces en el desierto montado en su carro, una actividad propia de la élite que no habría podido realizar si hubiera tenido problemas de movilidad. Es más, Tyldesley recupera una de las teorías sobre su muerte, la de un accidente en carro, como prueba de que el faraón gozaba de buena salud, ya que esta actividad requería entrenamiento y buena condición física. No hay que olvidar, no obstante, que estas escenas de caza no necesariamente reprodujeron la realidad.

Joyce Tyldesley también pone en tela de juicio que Tutankamón fuese un rey títere como a menudo se le presenta. No hay duda que cuando subió al trono, con ocho o nueve años, eran sus consejeros quienes llevaban las riendas del reino, pero la autora duda que a los 18 o 19 años siguiera sin tener ningún poder. Es más, apunta que el faraón pudo estar de acuerdo con la decisión de revertir la política monoteísta de su padre, Ajenatón, como una garantía de recuperar la estabilidad del reino, y que eso sería una muestra de su buen juicio al no querer repetir los errores del “faraón hereje”.

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Los enigmas de Tutankamón y su tumba

La autora también aborda algunos de los enigmas que siguen en discusión respecto al faraón niño y a la tumba hallada por Howard Carter y su equipo en noviembre de 1922, un acontecimiento que fue celebrado el año pasado con motivo del centenario del descubrimiento.

Uno de los más persistentes son las dudas acerca de su familia inmediata y en particular su madre, la reina Nefertiti, Gran Esposa Real de Ajenatón. Históricamente se la ha presentado como una reina muy importante, que pudo incluso haber gobernado como faraón entre la muerte de Ajenatón y la entronización de Tutankamón. Pero Joyce Tyldesley sugiere que Nefertiti tal vez no tuviera un papel tan destacado ya que “no era de sangre real por nacimiento”.

En cambio destaca el papel de Anjesenamón, esposa de Tutankamón, y también de Meritatón, hermana mayor de este. Ambas eran de sangre real, hijas de Ajenatón, y por lo tanto la autora cree que posiblemente habrían podido ejercer una influencia mayor en la corte. En cuanto a Nefertiti, cree que fue simplemente “una reina importante en una familia de reinas importantes”.

Otro gran enigma que aborda Tyldesley es la hipótesis presentada por Nicholas Reeves de que la tumba de Tutankamón esconde aún cámaras secretas. Sobre esto, la autora no cree “que haya suficiente evidencia para sugerir que hay habitaciones completamente terminadas”, aunque sostiene que sí es posible que lo hubiesen intentado puesto que la tumba del faraón fue arreglada a toda prisa debido a su temprana muerte: “No me sorprendería que los constructores de tumbas, al adaptar el lugar de enterramiento para Tutankamón (una pesadilla logística), hubieran intentado crear más cámaras abriéndolas desde la cámara funeraria. Los restos de estas cámaras inacabadas (perfiles de puertas fantasmas) bien pueden ser evidentes debajo del yeso”.

Tyldesley cree que “la única forma de resolver este problema de una vez por todas sería perforar un agujero en la pared e insertar una cámara: pero ese sería un método muy destructivo y es poco probable que se haga”. Además, sostiene que Carter posiblemente ya comprobó en su momento que no hubiera cámaras secretas usando alfileres. Así que, de momento, la tumba de Tutankamón sigue guardando sus últimos misterios.

Para saber más

Cámara funeraria de Tutankamón

¿Hay una cámara oculta en la tumba de Tutankhamón?

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