Editorial

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Por Chris Johns, director de National Geographic Magazine

editorial octubre

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¿Quién puede resistirse a un misterio? En especial a uno relacionado con la tragedia de un naufragio, el enigma sin resolver de un tesoro y un emplazamiento prohibido que lo convierte en uno de los yacimientos arqueológicos más intrigantes de la Tierra.
El artículo de Roff Smith sobre el Pecio de los Diamantes narra los entresijos de un drama apasionante: un geólogo de la compañía De Beers desentierra, durante la prospección de una inaccesible playa de Namibia, extraordinariamente rica en diamantes, un lingote de cobre. Excavaciones posteriores revelan la existencia de centenares de esos lingotes. Algunos llevan la marca de Anton Fugger, el «príncipe de los mercaderes» del siglo XVI. Además, también aparecen raros efectos navales, así como cientos de monedas que datan de la época imperial de España y Portugal.
Con cada tesoro recuperado, surgen nuevas preguntas: ¿de qué barco se trata? ¿Cómo acabó tan lejos de las rutas comerciales? ¿Qué nuevos datos nos brindará sobre la vida de los exploradores portugueses?
Se necesitará tiempo para responder a estas cuestiones, pero el tiempo apremia para los encargados de la excavación del pecio. Semanas después del descubrimiento del primer lingote de cobre por Bob Burrell, el arqueólogo Dieter Noli y su equipo dieron con un conjunto excepcional de monedas y objetos. Después, un equipo internacional encabezado por Bruno Werz recuperó los restos del propio barco, una nao portuguesa que ahora sabemos era la Bom Jesus.
Gracias a sus esfuerzos y dedicación, pronto sabremos mucho más acerca de la edad de oro de las exploraciones europeas.