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Uno de los grandes éxitos de taquilla de 1967 fue la película Hace un millón de años, que causó sensación porque mezclaba a dinosaurios con humanos y por la estampa de Raquel Welch vistiendo el primer bikini de la humanidad (al menos así lo afirmaba la publicidad del film). La película contribuyó a que muchas personas creyeran que dinosaurios y hombres habían coincidido en el tiempo, aunque los primeros se extinguieron hace 66 millones de años y nuestra especie, Homo sapiens, dejó África hace unos 100.000 años.
Hay ideas erróneas sobre la Prehistoria que no son tan escandalosamente falsas como las de aquel film, pero que han modelado nuestra visión de esa época sin que nos demos cuenta. Vayamos al Paleolítico, cuando los sapiens ya habían entrado en escena. Quienes fabricaban las herramientas de piedra, ¿eran los hombres o las mujeres? Quienes pintaron Altamira o Lascaux, ¿fueron los artistas o las artistas? Las estatuillas femeninas a las que los investigadores llamaron «venus», ¿fueron modeladas por hombres o por mujeres? Posiblemente pensaremos que fueron ellos, y no ellas, porque estamos empapados de reconstrucciones de la vida paleolítica en las que las mujeres se limitan a tratar las pieles, moler grano y cuidar de los niños mientras los hombres abaten mamuts, practican con sus lanzas (¿sólo ellos las manejaban?) o pintan las paredes de las cuevas.
El propio lenguaje lleva implícita una cierta concepción de la sociedad. En el siglo XVIII, aquel naturalista extraordinario que fue Linneo nos bautizó como Homo sapiens. ¿Cómo veríamos hoy a la humanidad si hubiera utilizado, por ejemplo, Femina sapiens?
Este artículo pertenece al número 198 de la revista Historia National Geographic.