Hace tiempo que los investigadores intentan descubrir dónde tuvo lugar la batalla del Tajo, que enfrentó a las tropas cartaginesas, lideradas por un joven Aníbal Barca, contra un enorme contingente de tribus iberas locales (carpetanos, vettones y olcades), formado por unos 100.000 hombres. El choque tuvo lugar en algún momento entre la primavera y el verano del año 220 a.C., y terminó con una aplastante victoria cartaginesa.
Tras la pista de Aníbal
Un grupo interdisciplinar de investigadores ha publicado un estudio titulado Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación de la batalla de Aníbal en el Tajo (220 a.C.), que pretende arrojar luz sobre este antiguo misterio. En el estudio, los investigadores sostienen la hipótesis de que la batalla del Tajo tuvo lugar entre los municipios de Driebes e Illana, en la provincia de Guadalajara. Hasta ahora se habían barajado un sinfín de posibles localizaciones, como Toledo, Talavera de la Reina, Aranjuez, Colmenar de Oreja o Fuentidueña, basándose en algunas fuentes clásicas como Tito Livio o Polibio de Megalópolis, pero sin tener en cuenta las evidencias arqueológicas.
Los investigadores sostienen la hipótesis de que la batalla del Tajo tuvo lugar entre los municipios de Driebes e Illana, en la provincia de Guadalajara.
Una batalla fluvial
El presente estudio sigue basándose en las fuentes, pero además tiene en cuenta otros aspectos como las características morfológicas del Tajo y el trayecto más lógico que debió de haber seguido el general cartaginés. Los autores creen que Aníbal usó una vía que unía Complutum (Alcalá de Henarés) con Carthago Nova (Cartagena) y que cruzaba el Tajo cerca de un poblado carpetano llamado Caraca.
Aníbal colocó a la caballería en los vados y tras una empalizada, a la infantería y a sus elefantes.
Los carpetanos, al parecer, decidieron atacar a los cartaginenes, pero Aníbal situó a sus hombres en los vados del río, así que los carpetanos se vieron obligados a concentrar a sus guerreros allí, con lo que perdieron su ventaja numérica, ya que, aunque eran más, disponían de muy poco espacio para combatir. El general cartaginés colocó a la caballería en los vados y tras una empalizada, a la infantería y a sus elefantes. Si los carpetanso intentaban vadear el río, la corriente los arrastraba, eran abatidos por los jinetes de Cartago, o, tal como cuenta Tito Livio, "algunos, arrastrados en dirección al enemigo por la corriente llena de rápidos, fueron aplastados por los elefantes".
¿El lugar exacto?
Pero si los meandros del Tajo han cambiado en dos mil años, ¿cómo podemos saber que la batalla fue entre Driebes e Illana? Según los investigadores, algunos factores geológicos de ese tramo del río, como la existencia de fallas con actividad tectónica, hacen posible que "los vados que vemos ahora, sean probablemente los mismos, o en parecida situación, que los existentes en época de Aníbal", afirman.
Algunos factores geológicos del Tajo hacen que sea posible que los vados actuales se correspondan con los existentes en época de Aníbal.
Asimismo, un estudio geomorfológico realizado en el lugar ha revelado "la existencia de una estructura cuadrangular posiblemente de origen antrópico [humano]" (que podría corresponderse con la empalizada construida por los cartagineses), así como "un elemento geográfico que pudo tener un papel importante en la batalla: el cerro de El Jardín, al sureste de la empalizada, y desde donde el general pudo observar todo el escenario de la batalla, así como el oppidum (poblado fortificado) de Caraca, y usar el montículo para ocultar a los ojos del enemigo su escolta y la caballería ligera", concluyen los investigadores.
Los arqueólgos tienen la intención de seguir estudiando el emplazamiento y realizar una "prospección sistemática del entorno" para intentar localizar elementos que certifiquen el paso por la zona del ejército cartaginés; incluso algunos huesos de elefantes, aunque ninguna fuente menciona que muriese ningún paquidermo en esta sangrienta batalla.
El estudio ha sido llevado a cabo por los arqueólogos Javier Fernández (Equipo arqueológico Caraca-Driebes) y Emilio Gamo (Museo Nacional de Arte Romano), y por los geólogos Miguel Ángel Rodríguez-Pascua, Andrés Díez-Herrero, María Ángeles Perucha y José Francisco Mediato del Instituto Geológico Minero de España (IGME). El estudio ha sido patrocinado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Diputación de Guadalajara, los ayuntamientos de Driebes, Illana y Brea de Tajo, y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara.