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Un equipo de arqueólogos de las universidades de Cambridge, Oslo y Bergen, dirigido por Lars Pilo, investigador del Departamento de Patrimonio Cultural de la Región de Innlandet y director del proyecto Glacier Archaeology Program, acaba de hacer en Noruega un descubrimiento sensacional: 68 flechas, algunas unidas aún a su asta, además de otros objetos como zapatos, textiles y huesos de reno. Todo ello se ha localizado en la ladera de una montaña en Jotunheimen, tras el deshielo del llamado manchón de Langfonne, a unos 390 kilómetros de Oslo. El hallazgo ha sido publicado en la revista Holocene.

Páramo helado de Langfonne, Noruega.
Foto: Innlandet Fylkeskommune
Un "congelador" de piezas arqueológicas
Los bancos de hielo o manchones son depósitos fijos de nieve y hielo, y su estudio está proporcionando hallazgos arqueológicos de gran trascendencia. En el caso de Langfonne, el movimiento de las placas de hielo, el deshielo y otros procesos naturales han posibilitado el descubrimiento de todos estos artefactos, que proporcionan valiosa información sobre prácticas de caza antiguas y sobre la extensión del hielo en distintos momentos de la historia.
Langfonne fue descubierto en 2006 por un excursionista, Reidar Marstein, que encontró allí por casualidad un zapato de cuero que le pareció muy antiguo. Avisó a las autoridades, y Pilo se hizo cargo del caso. El arqueólogo quedó sorprendido cuando comprobó que la pieza databa nada menos que de la Edad del Bronce (hace unos 3.300 años).
En 2006, un excursionista descubrió el manchón de Langfonne, donde encontró un zapato de la Edad del Bronce.
Posteriores expediciones arqueológicas a Langfonne, entre los años 2014 y 2016, sacaron a la luz huesos de animales, sobre todo renos, por lo que se cree que este lugar fue usado por los cazadores durante milenios. El actual descubrimiento, sin embargo, constituye una cifra récord entre piezas fragmentarias y completas, ya que hasta la fecha en ningún yacimiento congelado se había encontrado tanta cantidad de objetos. La datación por radiocarbono establece un amplio abanico temporal para ellos, puesto que se han fechado entre el Neolítico (hacia 4100 a.C.) y la Edad Media (la fecha más reciente es 1300).

Una flecha de alrededor del 700 d.C., encontrada sobre las piedras tras el derretimiento.
Foto: Innlandet Fylkeskommune

Dos de los arqueólogos que han realizado el descubrimiento durante su trabajo con un GPS de alta precisión.
Foto: Innlandet Fylkeskommune
Los objetos se desplazan
Hasta ahora, los arqueólogos creían que los objetos que se depositaban en los manchones de hielo permanecían inalterables en el mismo lugar durante siglos y que todos, los más antiguos y los más modernos, se preservaban del mismo modo. Pero el estudio ha demostrado que el hielo del manchón de Langfonne se derritió y se volvió a congelar en múltiples ocasiones a lo largo del tiempo, lo que contribuyó al desplazamiento de las flechas y otros elementos desde sus ubicaciones originales, lo que provocó también que los artefactos más antiguos se conservasen peor que los más recientes. Por ejemplo, las flechas del Neolítico estaban rotas y presentaban un gran desgaste, lo que sugiere que estuvieron expuestas a la intemperie en diversas ocasiones. Pero las del siglo XIV parecían totalmente nuevas.
El estudio ha demostrado que el hielo del manchón de Langfonne se derritió y se volvió a congelar en múltiples ocasiones, lo que contribuyó al desplazamiento de las flechas y otros elementos desde sus ubicaciones originales.

Una de las flechas encontradas, de unos 4.000 años de antigüedad, tal como se encontró en la superficie del hielo.
Foto: Innlandet Fylkeskommune

Una punta de flecha de 4.000 años de antigüedad hecha de cuarcita.
Foto: Innlandet Fylkeskommune

Una gran cornamenta de reno datada alrededor del año 1275 en lo que habría sido uno de los pocos renos que quedaron tras las grandes matanzas de la Edad del Hierro y la Edad Media.
Foto: Innlandet Fylkeskommune
El manchón de Langfonne, tras su deshielo, se encuentra ahora dividido en tres secciones más pequeñas, y sigue descongelándose a causa del calentamiento global. Atle Nesje, glaciólogo de la Universidad de Bergen y coautor del estudio, se ha basado en el crecimiento del liquen en las rocas que lo rodean para afirmar que "Langfonne se ha deshelado drásticamente en las últimas dos décadas. Ahora tiene menos del 30% del tamaño que tenía hace veinte años. Y solo el 10% de lo que fue en su momento álgido". Pero quién sabe que más misterios ocultará bajo sus aún imponentes capas de hielo...