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Descubren los vestigios de un lecho funerario nubio en una tumba egipcia

Los arqueólogos del Proyecto dos cero nueve, de la Universidad de La Laguna, Tenerife, han recreado mediante técnicas 3D la cama funeraria que se dispuso en la sepultura donde, con bastante probabilidad, descansó la momia de Nisemro, su propietario.

El equipo del Proyecto dos cero nueve durante la campaña de excavación 2020.

Foto: José Miguel Barrios Mufrege

El Proyecto dos cero nueve es una misión arqueológica que está llevando a cabo en Egipto la Universidad de La Laguna, en Tenerife, bajo la dirección de Miguel Ángel Molinero Polo. Su objetivo es el estudio y la conservación de una singular tumba egipcia, la TT 209, en la actual Luxor, la antigua Waset (Tebas para los griegos). Esta sepultura fue construida para un hombre llamado Nisemro, que no era egipcio, sino nubio, a juzgar por el nombre que acompaña a los relieves que lo representan. La tumba de Nisemro fue descubierta a principios del siglo XX, aunque su ubicación se perdió de nuevo durante las ultimas décadas de ese mismo siglo. Había quedado oculta bajo los sedimentos arrastrados por las riadas provocadas por las lluvias en la montaña tebana.

Un nubio en la ciudad del dios Amón

Cuando el equipo del Proyecto dos cero nueve inició su actividad, en el año 2012, se había perdido todo rastro del emplazamiento de la tumba, conocida solo por algunas referencias. De hecho, el primer descubrimiento del equipo fue la tumba misma. Se le atribuía entonces una datación en la dinastía XXVI (664-525 a.C.), originaria del Delta, y se había dado un nombre improbable a su propietario. Así, entre los objetivos iniciales de este proyecto se incluía identificar al propietario de la tumba y sus títulos, así como concretar la cronología del hipogeo. Además, se tenía noticia de algunas particularidades arquitectónicas, por lo que convenía documentarlas bien para comprender su estructura y las implicaciones simbólicas de sus espacios internos.

Relieve que muestra a Nisemro, propietario de la TT 209. La figura ocupa el marco decorativo de la puerta norte en la sala transversal de la tumba.

Foto: José Miguel Barrios Mufrege

Durante las siguientes campañas de excavación, el equipo identificó por fin el nombre del propietario, que era nubio y no egipcio como ya se ha apuntado anteriormente. Nisemro ostentó varios títulos importantes, entre ellos el de Supervisor del Sello, por lo que debía de ser el responsable de las finanzas en la ciudad de Tebas. Se confirmaba así una cronología en la dinastía XXV (722-655 a.C.), diferente a la que hasta entonces se había supuesto, un momento de gran relevancia histórica pues Egipto fue conquistada por el reino de Napata, un estado nubio heredero de las poblaciones que siglos antes habían sido vencidas por el poderoso vecino del norte. Esta situación de "debilidad" es precisamente la razón por la que la Egiptología ha mostrado tradicionalmente tan poco interés en este período. Sin embargo, las consecuencias del contacto entre un reino nubio y la civilización egipcia, con tres milenios de antigüedad a sus espaldas, en especial la recepción de determinados aspectos de la cultura egipcia en esta región del África central, han logrado despertar el interés de los investigadores por esta época. La antigua Tebas, donde residía Nisemro, fue uno de los núcleos principales de esa transmisión cultural, y por ello el análisis de su tumba es tan importante como testimonio de ese contacto entre dos culturas tan diferentes.

Entre los objetivos iniciales del Proyecto dos cero nueve se incluía identificar a la persona que hizo construir la tumba y sus títulos, así como concretar la cronología del hipogeo.

El sorprendente lecho funerario

El último día de la campaña del año 2018, el equipo arqueológico del Proyecto dos cero nueve había conseguido uno de sus objetivos: alcanzar el suelo de la cámara funeraria situada al final del eje subterráneo principal de la tumba, es decir, a priori, el lugar destinado al descanso eterno de la momia del propietario. Aunque no esperaban grandes hallazgos en ese lugar, pues un grupo de excavadores ya lo había explorado a comienzos del siglo XX, tal vez con suerte podrían haber dejado algún elemento del ajuar funerario olvidado en una esquina.

No fue así, pero la sorpresa llegó al barrer el suelo: los investigadores descubrieron los huecos para introducir las cuatro patas de una cama. Ese vacío, que es el negativo de la estructura de un antiguo lecho funerario, muestra evidencias del momento de la colocación de este elemento en el interior de la tumba y de cómo el suelo fue adaptado en este proceso.

Trincheras talladas en la roca para encajar el lecho funerario. Cámara de enterramiento NECBC.

Ortofotografía: Sergio Pou Hernández

Mediante técnicas de arqueología virtual se ha podido identificar el ancho de la zapata,la altura de las patas, la existencia de sendos travesaños en los lados cortos y hasta algunos de los gestos que hicieron los porteadores. Tomando como modelo los escasos restos conservados de camas nubias se ha podido crear una reconstrucción hipotética del lecho que ocupó esta cámara.

Lo más significativo al respecto es que los paralelos más cercanos hay que buscarlos en las pirámides reales de el-Kurru, en Nubia, en el actual Sudán, y en algunas tumbas de guerreros de esta civilización, lo que demuestra el valor identitario de ese objeto y sus implicaciones culturales y religiosas.

La sorpresa llegó al barrer el suelo de la cámara funeraria de la tumba de Nisemro: los investigadores descubrieron los huecos para introducir las cuatro patas de una cama.

Tradiciones nubias en Egipto

De todo ello se desprende que Nisemro quiso que su cuerpo reposara sobre el mismo tipo de soporte en que se habían enterrado sus antepasados en Nubia. Los investigadores dedujeron asimismo que el ritual mediante el cual el lecho y la momia se depositaron en la cámara funeraria incluiría también una gestualidad de tradición nubia y no egipcia. Así, la identificación del lecho funerario que se dispuso en la tumba de Nisemro como un elemento de tradición nubia ha abierto una perspectiva de trabajo novedosa: distinguir otros aspectos cultuales y rituales en el yacimiento que no respondan a la tradición egipcia. Un ejemplo de ello son las especificidades arquitectónicas de la TT 209, ya que algunas características responden a modelos tebanos, pero otros rasgos no presentan paralelismos claros anteriores, por lo que su origen debe ser rastreado en Nubia.

Hipótesis de reconstrucción del lecho funerario que se dispuso en el interior de la cámara funeraria de la tumba de Nisemro, en el eje principal de la TT 209. 

Imagen 3D: Raquel Agrás Flores

La identificación del lecho funerario de la tumba de Nisemro como un elemento de tradición nubia ha abierto una perspectiva de trabajo novedosa: distinguir otros aspectos culturales y rituales en el yacimiento que no respondan a la tradición egipcia.

Otra cuestión es la que los investigadores han denominado "biografía" de la tumba, es decir, las varias fases de su reutilización. Durante los siglos siguientes, las cámaras subterráneas de la TT 209 siguieron utilizándose como lugar de enterramiento, así que el equipo está analizando cómo cambió la interpretación del espacio interior de la sepultura durante las siguientes generaciones, qué nuevos usos se dieron a estos espacios y también cómo se integró la tumba en la celebración de rituales que tuvieron lugar en la necrópolis, con procesiones que se iniciaban en las orillas del Nilo y discurrían por el wadi (el cauce seco por el que corre el agua de lluvia) en el que se construyó.

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Detalle de la lámina de oro sobre la lengua de una de las momias.

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Nuevos retos y técnicas punteras

A todas estas metas iniciales, el equipo del Proyecto dos cero nueve ha incorporado en las últimas campañas otras nuevas a medida que el propio yacimiento se convertía en un agente activo que abría nuevas vías de investigación, como por ejemplo la identificación del régimen hídrico del wadi Hatasun, el barranco seco en el que se construyó la tumba, y, a través de ese análisis, descubrir la evolución climática de la región tebana y conocer el paisaje ritual en que se enclava la TT 209, estudiando el entorno del yacimiento.

El proyecto pretende asimismo estudiar el régimen hídrico del wadi donde se construyó la tumba, la evolución climática de la región tebana y conocer el paisaje ritual en que se enclava la TT 209.

En cuanto a los métodos de análisis empleados, el tradicional método estratigráfico de excavación se ha visto complementado con novedosas técnicas aplicadas a la arqueología como una combinación de programas de gestión SIG (Sistema de Información Geográfica) y de modelación fotogramétrica. También se han incorporado nuevas perspectivas de análisis como la osteoarqueología a medida que han ido apareciendo enterramientos que incluyen cuerpos momificados. La última fase del proyecto será la adaptación del yacimiento para su visita al público y su integración activa en el rico patrimonio cultural de Egipto.

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