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“Solo los ricos podían pagar los inodoros (...) y el rabino Yossi sugirió que ser rico es ‘tener el baño al lado de su mesa’”. Con esta declaración justifica el arqueólogo Yaakov Billig, de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), la importancia del descubrimiento realizado esta semana en Jerusalén Este: una letrina privada de unos 2.700 años de antigüedad, un auténtico lujo para la época.
El lavabo constaba de un cubículo rectangular de piedra caliza con un agujero que conectaba con una fosa séptica excavada en el subsuelo. Los investigadores de la IAA creen que perteneció a “una antigua finca real del siglo VII a.C.”, puesto que según Billig, “un cubículo de baño privado era muy raro en la antigüedad, y hasta la fecha solo se han encontrado unos pocos, la mayoría de ellos en la Ciudad de David ”, es decir, la zona que abarca la ciudad antigua de Jerusalén.
Junto al lavabo, se han desenterrado también algunos capiteles y fragmentos de pequeñas columnas que, según los arqueólogos, hacían las veces de “rejas” para las ventanas. Además, en el fondo de la fosa séptica han encontrado fragmentos de cerámica y huesos de animales que, según dicen, “potencialmente podrían darnos información sobre el estilo de vida y dieta de la gente de la época del Primer Templo (entre los años 1000 y 586 a.C.), así como sobre enfermedades antiguas”. Fuera del espacio del lavabo, se han hallado también evidencias de un jardín donde una vez crecieron “árboles frutales y otras plantas, señal de una mansión suntuosa”.
El sitio se ha descubierto en el curso de unas excavaciones en el barrio de Armon Hanatziv, en Jerusalén Este, donde el gobierno israelí tiene la intención de construir un nuevo complejo turístico. Durante estas obras, el año pasado salieron a la luz las primeras evidencias de esta mansión que ofrecía vistas al Monte del Templo, razón por la cual Billig cree que podría haber pertenecido “a un rey de Judá”.
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