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La ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo, localizada en la provincia de Zaragoza, fue un importante cruce de caminos en la ruta que unía Caesar Augusta (Zaragoza) con el sur de Francia. Es posible que en época de la dinastía Flavia (69-96 d.C.), Los Bañales de Uncastillo alcanzase el rango de municipio, alargando su ocupación hasta la crisis que sufrió el Imperio romano en la primera mitad del siglo III d.C.
Fue en ese momento cuando en una domus (casa) situada en uno de los barrios residenciales de la ciudad debió de celebrarse un opíparo banquete en el que las ostras, un manjar del que solo podían disfrutar las familias adineradas y por el cual los romanos sentían verdadera devoción, fueron las principales protagonistas. Al finalizar el ágape, las conchas de las ostras habrían sido arrojadas a la acera del cardo (la calle principal de una ciudad, que la atravesaba de norte a sur), la cual llevaba ya un tiempo abandonada.
un Origen desconocido
Precisamente gracias a que aquella zona de la ciudad se había convertido en un vertedero donde los vecinos arrojaban la basura y todo aquello que consideraban inservible, los arqueólogos han podido encontrar aquí todo tipo de elementos de interés. De hecho, las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento en el año 2021 sacaron a la luz todo tipo de objetos, como restos de vajilla y otros utensilios.
Y, sobre todo, el hallazgo más singular e interesante del antiguo vertedero fueron los restos de ostra común (Ostrea edulis) que posiblemente son los vestigios de una lujosa cena. El estudio de estos restos ha sido llevado a cabo por los investigadores Darío Bernal-Casasola (Universidad de Cádiz), Javier Andreu Pintado (Universidad de Navarra) y Juan Jesús Cantillo Duarte (CSIC), que han publicado los resultados en la revista SPAL.
Las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento en el año 2021 sacaron a la luz, entre otras cosas, algunos restos de ostra común.

Detalle del depósito romano de ostras encontrado en el cardo de Los Bañales de Uncastillo, en la provincia de Zaragoza.
Detalle del depósito romano de ostras encontrado en el cardo de Los Bañales de Uncastillo, en la provincia de Zaragoza.
Darío Bernal-Casasola et al.
Las excavaciones en el cardo del yacimiento han documentado un mínimo de 71 conchas que, según los investigadores habrían sido recolectadas en su medio natural y no en un criadero. A pesar de que Los Bañales tenía contactos con el Mediterráneo, los investigadores no han podido determinar si estas ostras, que eran de pequeño tamaño, venían de Oiasso (Irún) o bien, aprovechando la navegabilidad del río Ebro, procedían de Tarraco (Tarragona).
Con todo, los investigadores afirman que, en condiciones normales, estos moluscos pueden aguantar vivos hasta doce días fuera del agua, lo que habría permitido su transporte desde cualquier punto de la península ibérica.
Un manjar exótico
Pero ¿cómo sabemos con certeza si las ostras son los restos de un banquete? Los autores del estudio señalan cuatro factores para interpretar este hallazgo como las sobras de una lujosa cena. El primero sería la cercanía de las conchas a una domus. "Se trataría de restos de comida descartados tras su consumo en uno de los solares vacantes del entorno de estas ricas viviendas urbanas, que habría generado un vertedero de los llamados no seleccionados, donde se entremezcló la materia orgánica y la inorgánica", afirman los autores del estudio.
Los autores del estudio han señalado cuatro factores para interpretar este hallazgo como los restos de un banquete.

En la imagen, el emplazamiento del hallazgo de los restos de ostras en el cardo del yacimiento romano de Los Bañales de Uncastillo.
En la imagen, el emplazamiento del hallazgo de los restos de ostras en el cardo del yacimiento romano de Los Bañales de Uncastillo.
Darío Bernal-Casasola et al.
El segundo sería el hallazgo en el lugar de vajilla fina de mesa, tanto de tipo terra sigillata (un tipo de cerámica sellada de color rojo brillante) como cerámicas engobadas (el engobe es una técnica cerámica que se obtiene mezclando distintos tipos de arcilla y otros materiales con agua), lo que reforzaría la hipótesis de que se trataría de objetos destinados al consumo de bebidas y para el procesado de alimentos.
Y el tercero es la gran cantidad de ostras localizadas, lo que revela la imposibilidad de que tantas otras fueran degustadas por una sola persona; los investigadores creen que los bivalvos fueron consumidos como mínimo por seis comensales.
Finalmente, los investigadores destacan que la ubicación de esta ciudad, alejada de las costas atlántica y mediterránea, dota a las ostras de "un carácter exótico, una auténtica exquisitez si tenemos en cuenta la lejanía de su zona de hábitat. Aunque en un ámbito natural su presencia no ha de considerarse como un sinónimo de riqueza debido a su accesibilidad, sin embargo en las localidades del interior incrementarían sus precios siendo estas solo asequibles para los bolsillos más pudientes", concluyen.