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La Gruta de Figueira Brava es un yacimiento arqueológico situado a unos 30 kilómetros al sur de Lisboa, en la conocida sierra de Arrábida. En la actualidad, esta cueva se encuentra junto al mar, pero cuando los neandertales habitaron la zona, en el Paleolítico medio, hace más de 90.000 años, estos tenían que desplazarse más de dos kilómetros para llegar hasta la costa. En su interior, los arqueólogos han logrado recuperar un número considerable de herramientas de piedra y huesos, y gran cantidad de restos de crustáceos de gran tamaño que presentan claras evidencias de haber sido ingeridos. De hecho, al parecer estos grupos de neandertales consumieron grandes cantidades de bueyes de mar que asaron al fuego.
Esta investigación sobre los grupos de neandertales que ocuparon la Gruta de Figueira Brava ha sido llevada a cabo por Mariana Nabais, investigadora posdoctoral en el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA), y en ella también han participado Catherine Dupont, del CNRS-Université du Rennes, y João Zilhão, del Centro de Arqueología de la Universidade de Lisboa-UNIARQ. Los resultados se han publicado en Frontiers in Environmental Archaeology.

(A) Ubicación de la cueva. (B) Plano de las cavidades (las elevaciones están en metros sobre el nivel del mar). (C) Las tres entradas de la cueva vistas desde el mar.
(A) Ubicación de la cueva. (B) Plano de las cavidades (las elevaciones están en metros sobre el nivel del mar). (C) Las tres entradas de la cueva vistas desde el mar.
Foto: IPHES
Asados a altas temperaturas
El estudio, de este modo, pone de manifiesto que el hecho de explotar recursos marinos de forma intensiva no fue algo exclusivo de nuestra especie, sino que los neandertales también lo practicaron. En cuanto a las especies consumidas, los investigadores hallaron en la cueva una amplia variedad de restos de mariscos que se pescaban en pozas rocosas cercanas a la costa. Así, aunque los restos documentados son muy diversos y corresponden a diferentes especies, hay una que sobresale por encima del resto: el cangrejo marrón o buey de mar (Cancer pagurus).
Los investigadores encontraron una amplia variedad de restos de marisco, pero sobre todo cangrejo marrón.
Nabais ha calculado el tamaño de estos ejemplares a partir de la relación entre el caparazón y las pinzas, y los resultados han sido sorprendentes: se trata en su mayoría de ejemplares adultos, de aproximadamente 16 centímetros, que podrían proporcionar hasta 200 gramos de carne. "Al final del último interglacial, los neandertales capturaban regularmente grandes cangrejos marrones. Los crustáceos fueron llevados enteros a la cueva, donde fueron asados sobre brasas y luego consumidos", explica la investigadora.

Restos de conchas y huesos recuperados de la cueva, situada al sur de Lisboa.
Restos de conchas y huesos recuperados de la cueva, situada al sur de Lisboa.
Foto: IPHES
Al estudiar los patrones de rotura en las conchas y pinzas de los crustáceos, los investigadores han descartado la posibilidad de que carnívoros, roedores o aves fueran los causantes de dichas roturas. También analizaron si los cangrejos habían estado expuestos a un calor intenso, como efectivamente así fue. El ocho por ciento de los restos recuperados indican que estos crustáceos estuvieron sin duda expuestos al fuego. Los restos muestran una coloración ennegrecida en su superficie, y Nabais la ha comparado con otros estudios experimentales publicados por ella. Los resultados muestran que los cangrejos de la Gruta de Figueira Brava fueron cocinados a unos 300 o 500 grados centígrados.
¿Por qué los neandertales comían cangrejos?
"Nuestros resultados agregan un clavo adicional al ataúd de la noción obsoleta de que los neandertales eran primitivos habitantes de las cavernas que apenas podían sobrevivir consumiendo animales de caza mayor", afirma con rotundidad Nabais. Sin embargo, los autores del estudio añaden que es imposible saber el motivo por el cual los neandertales escogieron "recolectar" cangrejos o si le daban alguna importancia a su consumo. Con todo, e independientemente de las razones, comer estos crustáceos aportó a estos grupos grandes beneficios nutricionales.
'Los neandertales no eran primitivos habitantes de las cavernas que apenas podían sobrevivir consumiendo animales de caza mayor', afirma Nabais.

Diversas especies de cangrejos, identificadas según la morfología de las pinzas.
Diversas especies de cangrejos, identificadas según la morfología de las pinzas.
Foto: IPHES
"La noción de los neandertales como carnívoros de alto nivel que viven de grandes herbívoros es extremadamente sesgada. Tales puntos de vista bien pueden aplicarse hasta cierto punto a las poblaciones neandertales del cinturón periglacial de la Edad de Hielo de Europa, pero no a los que viven en las penínsulas del sur, donde la mayoría de los humanos del continente vivieron durante todo el Paleolítico, antes, durante y después de que lo hicieran los neandertales", concluye Nabais.