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El uso de la yema de huevo como aglutinante para pigmentos es una técnica pictórica conocida desde la más remota antigüedad. Este método ya aparece en las pinturas murales del palacio de Néstor en Pilos, al sudoeste del Peloponeso, en Grecia, datadas hacia 1200 a.C., durante el período micénico. Pero no sería hasta mucho tiempo después, en el siglo XV, cuando se produciría en Europa un cambio en las técnicas pictóricas. Grandes maestros de la pintura, como el flamenco Jan van Eyck, empezaron a utilizar el aceite como aglutinante. De ahí el nombre de pintura al óleo.
Aunque no fue el aceite el único elemento usado como aglutinante. Estudios realizados sobre algunas de las obras más importantes de artistas del Renacimiento como Sandro Botticelli o Leonardo da Vinci revelaron evidencias de trazas de huevo en ellas. Así, estos artistas crearon una nueva técnica pictórica conocida como temple al huevo, mezclando aceites y yema de huevo. De hecho, esta técnica hace tiempo que es conocida por los expertos, pero no así el motivo del uso de este peculiar ingrediente.
Un ingrediente sorprendente
Así, un equipo internacional de ingenieros químicos decidió intentar averiguar qué cambios producía la utilización de la yema de huevo en las pinturas al óleo empleadas por los grandes maestros de la pintura de los siglos XVI, XVII y principios del XVIII. Para ello añadieron yema de huevo a diversos tipos de aceites para ver cómo les afectaba. "Existen muy pocas fuentes escritas, y no hay ningún trabajo científico que se haya realizado antes para investigar el tema con tanta profundidad", asegura Ophélie Ranquet, investigadora del Instituto de Tecnología de Karlsruhe y autora principal de un estudio sobre la materia que acaba de publicarse en la revista Nature Communications,
Un equipo internacional de ingenieros químicos decidió averiguar qué cambios producía la utilización de la yema de huevo en las pinturas.

Virgen del clavel, cuadro pintado por Leonardo da Vinci hacia 1475. Pinacoteca Antigua de Múnich.
Virgen del clavel, cuadro pintado por Leonardo da Vinci hacia 1475. Pinacoteca Antigua de Múnich.
PD
De este modo, para llevar a cabo el experimento, los investigadores crearon tres tipos de pinturas. La primera se hizo a partir de pigmento molido con aceite de linaza; en la segunda se usó la misma mezcla, pero añadiendo unas gotas de yema de huevo, y la tercera se creó mezclando un pigmento con una solución de yema de huevo diluida que después de secarse se trituró y se mezcló con el aceite.
Las propiedades del huevo
Los resultados revelan cómo la yema puede influir en la rigidez de la pintura, dependiendo de cómo se agregue y del pigmento utilizado. "Al cambiar la técnica de preparación puedes cambiar las propiedades de la pintura. Por lo tanto, dos pinturas con la misma composición pueden tener diferentes microestructuras y esto dará como resultado propiedades diferentes", según Ilaria Bonaduce, investigadora de la Universidad de Pisa y otra de las autoras del estudio.
Los resultados revelan cómo la yema de huevo puede influir en la rigidez de la pintura, dependiendo de cómo se agregue y del pigmento utilizado.

Detalle de la Virgen del clavel, cuadro de Leonardo da Vinci pintado hacia 1475. Pinacoteca Antigua de Múnich.
Detalle de la Virgen del clavel, cuadro de Leonardo da Vinci pintado hacia 1475. Pinacoteca Antigua de Múnich.
PD
Los investigadores también descubrieron que se podían elaborar pinturas al óleo más rígidas añadiendo unas gotas de yema de huevo, lo que permite aplicar la pintura en capas gruesas que no se esparcen (lo que se conoce como impasto). "Además, la rigidez de las capas inferiores de pintura evita que la superficie de la pintura se agriete [o] se arrugue durante el secado", ha afirmado Norbert Willenbacher del Instituto de Tecnología de Karlsruhe, otro de los autores del estudio.

Detalle de La lamentacio´n sobre Cristo muerto con santos, de Sandro Botticelli, uno de los cuadros que ha servido para el estudio,. Bavarian State Painting Collections, Múnich.
Detalle de La lamentacio´n sobre Cristo muerto con santos, de Sandro Botticelli, uno de los cuadros que ha servido para el estudio,. Bavarian State Painting Collections, Múnich.
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El estudio también revela que la humedad afectaba menos a las propiedades de la pintura blanca con plomo cuando esta se elaboraba secando el pigmento con yema de huevo antes de triturarlo y agregar el aceite. "[La yema] protege las pinturas de cambios indeseables causados por la absorción de humedad del ambiente, porque el agua se captura en la capa de proteína [que rodea los pigmentos]", sigue explicando Willenbacher.
Y es que la técnica a base de yema de huevo aumenta el tiempo de secado, una característica que los investigadores atribuyen a sus propiedades antioxidantes, que también ayudan a proteger las pinturas para evitar su degradación. De este modo, los investigadores creen que los antiguos artistas sabían que mediante el uso de la yema de huevo mejoraban la calidad de sus pinturas. "Estoy bastante convencida de que no conocían las propiedades químicas y físicas de todo este proceso, pero sabían muy bien lo que estaban haciendo", concluye Bonaduce.