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Un equipo de arqueólogos, dirigido por Aimée Little de la Universidad de York, ha examinado los restos incinerados de la sepultura más antigua que se conoce en Irlanda, fechada entre el 7530 y el 7320 a.C., según un estudio publicado en Cambridge Archaeological Journal. La fosa, que contenía los restos de un individuo adulto, probablemente un hombre, fue hallada en 2001 junto a otro entierro cerca del río Shannon, en el condado de Limerick, en el oeste de Irlanda. El difunto fue incinerado y sus restos enterrados, una práctica inusual en una época histórica tan temprana.
Los arqueólogos han deducido que la tumba fue marcada con un poste de madera que sobresalía de la misma. Entre los restos incinerados había una azuela o especie de hacha de piedra pulimentada que, para los investigadores, "representa la azuela o hacha pulimentada más antigua de Europa que se haya fechado de forma segura". El análisis microscópico ha revelado que la azuela apenas fue utilizada, por lo que seguramente fue encargada para realizar algún tipo de ritual funerario durante el entierro. La pieza fue intencionadamente pulida antes de ser depositada en la tumba, probablemente como un acto que simbolizaba la muerte del individuo: para que continuara siendo eficiente en el más allá.
"La azuela es excepcional, pues las azuelas y hachas pulidas como esta tradicionalmente se han asociado a la llegada de la agricultura en Europa, unos 3.000 años después", expresa Ben Elliott, coautor del estudio. "El rastro microscópico que conserva esta azuela proporciona una visión excepcional sobre las creencias de la muerte de los cazadores-recolectores del Mesolítico, para quienes las herramientas eran un elemento esencial en los ritos mortuorios y eran vistas como piezas fundamentales para una satisfactoria vida después de la muerte", afirma los investigadores.