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En un comunicado de prensa, la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) ha desvelado el último descubrimiento realizado por un equipo de arqueólogos de la institución: un espejo de bronce datado a finales del siglo IV a.C. y principios del siglo III a.C. Este sorprendente hallazgo fue realizado en la tumba de una mujer de entre 20 y 30 años, que fue incinerada y cuyas cenizas y huesos se enterraron después en una cueva en la carretera que lleva de Hebrón a Jerusalén.
Pero, ¿quién era aquella joven? Los arqueólogos creen que podría tratarse de una hetaira, una cortesana griega que viajaba junto a las tropas de Alejandro Magno. El arqueólogo y director de la excavación, Guy Stiebel, del departamento de Arqueología del Antiguo y Cercano Oriente de la Universidad de Tel Aviv, ha declarado sobre el ritual de enterramiento que "esta es la evidencia más antigua en Israel de cremación en el período helenístico".
Por su parte, la arqueóloga Liat Oz, de la Autoridad de Antigüedades de Israel, ha manifestado respecto al espejo que la acompañaba que "este es el segundo espejo de este tipo descubierto en Israel y, en total, solo se conocen 63 espejos de ejemplo en todo el mundo helenístico".

Guy Stibel (derecha) y Liat Oz (izquierda) sosteniendo el espejo encontrado en la tumba de una supuesta hetaira.
Guy Stibel (derecha) y Liat Oz (izquierda) sosteniendo el espejo encontrado en la tumba de una supuesta hetaira.
Emil Eljam (Autoridad de Antigüedades de Israel)
Un artículo de lujo
En el mismo comunicado, los arqueólogos afirman que "los espejos de bronce como el recientemente descubierto se consideraban un artículo de lujo y podían llegar a manos de las mujeres griegas de dos maneras: como parte de su dote antes de una boda o como un regalo ofrecido por los hombres a sus amantes. Como tales, los espejos simbolizaban, entre otras cosas, la conexión así como las relaciones íntimas entre los clientes y las hetairas".
En cuanto a su decoración, a diferencia de otros espejos que estaban decorados con figuras femeninas o de diosas (principalmente Afrodita), este espejo de bronce, guardado en una caja plegable, presentaba unos simples círculos concéntricos grabados en su exterior.
Los espejos de bronce, como el recientemente descubierto, se consideraban un artículo de lujo.

Figura helenística que representa a una mujer mirándose en un espejo similar al localizado durante las excavaciones. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Figura helenística que representa a una mujer mirándose en un espejo similar al localizado durante las excavaciones. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
PD

Liat Oz a la entrada de la cueva funeraria donde se ha descubierto este singular espejo de bronce, en Jerusalén.
Liat Oz a la entrada de la cueva funeraria donde se ha descubierto este singular espejo de bronce, en Jerusalén.
Yotam Asher (Autoridad de Antigüedades de Israel)
Por lo que respecta a la identidad de la mujer, los investigadores especulan con que "lo más probable es que se trate de la tumba de una mujer de origen griego que acompañó a un alto miembro del ejército o del gobierno helenístico". Los arqueólogos añaden que es posible que fuera la compañera de un militar que pudo haber luchado en las llamadas guerras de los Diadocos, una serie de conflictos armados que libraron los generales de Alejandro Magno por su sucesión.
Los misteriosos clavos de hierro
Los textos antiguos ya informaban de la presencia de hetairas entre las filas del ejército de Alejandro. Estas mujeres tenían una buena formación cultural, ya que aparte de proporcionar servicios sexuales también sabían leer y escribir y entretenían a los hombres recitando poesía y bailando. "Sabemos que algunas se unieron a generales o gobernantes en sus campañas; es conocido que la hetaira Thaïs viajaba junto a Alejandro y que a él no le gustaba que ella estuviera lejos", comenta Stiebel.
Los textos antiguos ya informaban de la presencia de las hetairas entre las filas del ejército de Alejandro Magno.

Guy Stiebel (derecha) y Liat Oz (izquierda) examinan el espejo de bronce encontrado en una tumba cerca de Jerusalén.
Guy Stiebel (derecha) y Liat Oz (izquierda) examinan el espejo de bronce encontrado en una tumba cerca de Jerusalén.
Yoli Schwartz (Autoridad de Antigüedades de Israel)

Imagen del espejo de bronce descubierto en la tumba de una hetaira. Se aprecia el patrón de círculos grabados en la superficie.
Imagen del espejo de bronce descubierto en la tumba de una hetaira. Se aprecia el patrón de círculos grabados en la superficie.
Emil Aladjem (Autoridad de Antigüedades de Israel)
Por otra parte, en el exterior de la tumba, los arqueólogos encontraron unos clavos de hierro doblados a los que probablemente se atribuyeron poderes mágicos. Los investigadores creen que estos "poderes" iban destinados a protegerse contra el mal de ojo e impedir que el difunto "resucitara" e hiciera daño a los vivos. De hecho, no es esta la primera vez que los arqueólogos documentan la presencia de clavos en tumbas griegas y romanas, así como en entierro judíos de la época.