424 monedas de oro puro

Descubierto en Israel un tesoro de más de 1.000 años de antigüedad

Un recipiente con cientos de piezas de oro ha sido hallado en el curso de unas excavaciones en Israel. Se trata de un hallazgo excepcional que contiene monedas de época abasí y una rara pieza de origen bizantino.

Tesoro de monedas abásidas en Israel

Tesoro de monedas abásidas en Israel

Foto: Yoli Schwart / Autoridad de Antigüedades de Israel

Un increíble tesoro ha salido a la luz en el curso de unas excavaciones en Israel: 424 monedas de oro puro datadas en la época del Califato Abasí, hace unos 1.100 años, y una pieza de origen bizantino. Se trata de un descubrimiento excepcional tanto por la antigüedad de las monedas como por la cantidad de ellas, que habrían bastado para comprar una lujosa casa.

En Tel Aviv se ha desenterrado un recipiente con 424 monedas de oro puro del siglo IX.

El hallazgo se ha producido cuando miembros de la Autoridad de Antigüedades de Israel estaban realizando una prospección en un terreno que iba a ser edificado en Jolón, una ciudad del área metropolitana de Tel Aviv. Según Oz Cohen, la persona que encontró el tesoro, “fue toda una sorpresa. Estaba excavando cuando vi algo que parecían hojas muy finas. Al mirarlo mejor, vi que eran monedas de oro”. Al excavar, salió a la luz un recipiente que contenía casi 1 kilo de oro de 24 quilates. Al tratarse de un material que no se oxida, las monedas están “en una condición excelente, como si se hubieran enterrado ayer”.

Dinares abásidas

Las piezas han sido examinadas y datadas por el doctor Robert Kool, experto en monedas de la Autoridad de Antigüedades. La mayoría son dinares abásidas, pero ellas destaca una de factura bizantina con la imagen del emperador Teófilo, que gobernó a mediados del siglo IX. Nunca se había encontrado una pieza igual en Israel y su hallazgo entre un tesoro compuesto mayoritariamente de monedas islámicas es, según Kool, la evidencia de que esos dos imperios enemigos también mantenían relaciones comerciales. Además había piezas cortadas que, según explica, servían como monedas de cambio, una práctica “habitual en países islámicos después del año 850, cuando desaparecieron las monedas de bronce y de cobre”.

La mayoría de las monedas son dinares abásidas, pero ellas destaca una de factura bizantina con la imagen del emperador Teófilo, del siglo IX.

“La persona que enterró este tesoro hace 1.100 años claramente esperaba volver para recogerlo, incluso fijó el recipiente con un clavo para que no se moviese de sitio”, afirman los arqueólogos a cargo de la excavación, Liat Nadav-Ziv y Eli Hadad. Que no cumpliera este propósito tiene que deberse a alguna razón de fuerza mayor, ya que según explican Nadav-Ziv y Hadad, el oro era una posesión muy preciada que se transmitía de generación en generación y que es muy rara de encontrar en excavaciones arqueológicas. Además se trata de una suma muy grande, tanto que según Kool habría sido suficiente para “comprar una lujosa casa en los mejores barrios de Fustat, la rica capital de Egipto en aquella época”.

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