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Sin duda los anfiteatros son unas de las construcciones más icónicas de la Antigua Roma. Repartidos por todo el Imperio, en su interior tenían lugar los legendarios combates entre gladiadores y las cacerías de fieras inmortalizados en libros y películas. Hispania no era una excepción a esta tendencia, y en el municipio lusitano de Ammaia los arqueólogos acaban de descubrir los restos de uno de estos grandes edificios de espectáculos.
La ciudad olvidada
Perdida durante más de un milenio, la ciudad fue identificada en 1932, gracias al hallazgo de una inscripción tallada en la que se hacía referencia a la CIVITAS AMMAIENSIS. Aunque la ciudad había sido abandonada sobre el año mil, su existencia constaba en las crónicas medievales, que la localizaban a 120 kilómetros de Mérida y a 100 de Cáceres.

A través de la gran puerta sur se entraba a la ciudad por el Cardo Máximo hasta llegar a la plaza porticada del Foro.
Foto: Michael Klein / 7reasons

Recreación 3D de las termas realizada a partir del estudio geofísico del yacimiento.
Foto: Michael Klein / 7reasons
Más de 30 años de trabajo
Pese a los siglos de expolio sufridos a manos de los lugareños, el gobierno portugués inició la recuperación del yacimiento en 1990. Bajo la dirección de la Fundación Ammaia, los trabajos han continuado hasta el presente, sacando al descubierto el Foro, las termas y una cuidadosa planificación urbana en la que destaca el Cardo Máximo, calle que cruzaba de parte a parte la ciudad.
Tras años de excavaciones, el equipo se había hecho una buena idea del urbanismo de la ciudad, pero quedaba todavía la duda de si esta albergaba los edificios de espectáculos habituales en cada urbe romana (teatro, anfiteatro y circo), que deberían hallarse extramuros, pues no se habían hallado indicios de ellos en el interior de la población.

Engastada en un anillo hoy desaparecido, esta piedra del siglo II o III d. C. muestra una Menorá y otros símbolos hebreos, lo que la convierte en uno de los rastros más antiguos de la presencia judía en la Hispania romana. Su presencia en la ciudad de Ammaia demuestra el alcance de los intercambios comerciales y religiosos de la época.
Foto: MNA-DGPC
En busca del anfiteatro
Así, desde 2018, la Universidad de Lisboa y el Museo Nacional de Arte Romano, junto la Fundación de Estudios Romanos, han puesto en marcha un proyecto para encontrar los espacios lúdicos de la ciudad; un proyecto que contó asimismo con la financiación del Ministerio de Cultura y Deporte español, a través de las Ayudas a Proyectos Arqueológicos en el Exterior, y la colaboración de la Fundación Ammaia.
La zona noroeste parecía el lugar adecuado para la ubicación de este tipo de infraestructuras, tanto por la configuración del terreno como por su nombre: picadeiro (arena). La infructuosas indagaciones previas en el lugar no desanimaron a los arqueólogos, que se adentraron en la espesa maleza que cubría la zona.
Tras años de trabajos y desescombro al fin apareció el anfiteatro de Ammaia, el quinto encontrado hasta ahora en la antigua provincia romana de Lusitania. No se trataba de un edificio monumental de hormigón (opus caementicium) como los de Mérida y Conímbriga, sino uno construido con un sistema híbrido de mampostería y madera, similar a los ya conocidos en Bobadela (Oliveira do Hospital, Portugal) y Cáparra (Haza del Olivo). Era pues un edificio humilde, acorde con los escasos medios de una ciudad de provincias que no podía compararse con grandes capitales como Mérida o Tárraco.

El estudio geofísico del edificio permitió reconstruir virtualmente el aspecto que tendría el anfiteatro en época romana.
Foto: Michael Klein / 7reasons
El edificio fue construido en el siglo I de nuestra era y estuvo en funcionamiento hasta el siglo V, cuando el cierre de las puertas con muros de mampostería evidencia su tapiado y abandono. Ayer como hoy, la evolución de los gustos y las costumbres hizo caer en el olvido un tipo de espectáculos que en su día habían atraído a verdaderas multitudes de espectadores.
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