Descubierta una acuarela del explorador Edward Wilson en una cabaña de la Antártida

La acuarela, en la que aparece representado un pájaro agateador, estaba en una carpeta abandonada en el primer edificio que se contruyó en la Antártida, una cabaña en el cabo Adare

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Foto: Antarctic Heritage Trust

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Acuarela de Edward Wilson

El explorador inglés Edward Wilson pintó un agateador boca arriba y muerto.

Foto: Canterbury Museum

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Edward Wilson

Edward Wilson (1872-1912) fue un explorador polar inglés, además de médico, naturalista y ornitólogo.

Foto: Antarctic Heritage Trust

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Cabaña histórica

La cabaña histórica del cabo Adare, situada en el norte de la Antártida.

Foto: Antarctic Heritage Trust

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Interior de la cabaña

Interior de la cabaña histórica del cabo Adare.

Foto: Antarctic Heritage Trust

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Carpeta olvidada

La conservadora Josefin Bergmark-Jiménez encontró la acuarela en una carpeta olvidada.

Una acuarela de 1899, realizada por el explorador inglés Edward Wilson (1872-1912) y en un estado de conservación inmejorable, ha sido descubierta entre excrementos de pingüino y papeles cubiertos de polvo y moho en el primer edificio de la Antártida, una cabaña histórica del cabo Adare, en el norte del continente, según anunció ayer la Fundación del Patrimonio de la Antártida, con sede en Nueva Zelanda. La cabaña de Borchgrevink, denominada así en honor a Carsten Borchgrevink, el pionero explorador anglo-noruego, es importante por su función en el descubrimiento de la Antártida y es el único primer edificio de un continente que aún se conserva.

El pájaro agateador que aparece representado en la acuarela fue pintado por Edward Wilson, quien murió en 1912, a los 39 años de edad, junto con el capitán Robert Falcon Scott y otros miembros de la tripulación en un viaje de regreso del polo sur. En Cheltenham, su localidad natal, hay una estatua de bronce en memoria suya y una galería de arte y museo con su nombre, con una colección permanente de su obra.

La conservadora Josefin Bergmark-Jiménez encontró la acuarela en una carpeta olvidada en una de las dos cabañas históricas que va a restaurar dicha fundación en el cabo Adare. "La abrí y ahí estaba esa maravillosa pintura... Me asusté tanto que salté y volví a cerrar la carpeta. Entonces saqué la pintura y no pude parar de mirarla: los colores, la vivacidad; es una obra verdaderamente bonita y no me podía creer que estuviera ahí", expresa Bergmark-Jiménez.

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