TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST
En este capítulo recorreremos la costa del desierto de Atacama a orillas del Pacífico en busca de los recursos vegetales del lugar. Viajamos al país chileno para conocer más sobre las plantas, cactus y algas del desierto y sus posibles usos en la antigüedad.
Un equipo de arqueólogos españoles y chilenos está investigando la importancia del uso de estos vegetales, para las sociedades cazadoras-recolectoras que vivieron allí, hace miles de años. Una importancia que, como escucharemos en unos minutos, es a veces infravalorada.
Trataremos de responder, para qué usaban estos recursos vegetales. ¿Cómo alimento? ¿Cómo combustible? Y, ¿cómo se las ingenian los investigadores para hallar pruebas que expliquen su uso?
Demostraremos también que, al contrario de lo que muchos piensan, porque así se ha creído a lo largo de la historia, los desiertos son lugares habitables.
Bienvenidos a un nuevo capítulo de “Desenterrando el pasado”.
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Vamos a ponernos en situación, a ambientarnos. Estamos en el desierto... silencio… Delante nuestro kilómetros y kilómetros de arena, un paisaje de tonos marrones claros monótono, a veces manchado por el verde de alguna planta… Y, de fondo, como banda sonora, el mar…el imponente Pacífico. Ese fuerte sonido del impacto de las olas al toparse con la arena nos recuerda constantemente la fuerza del agua.
Ante este paisaje muchos entendemos que estamos en una de las zonas más recónditas del planeta, por lo tanto, nos preguntamos, ¿Quién puede vivir aquí? Y, si somos arqueólogos, también nos cuestionamos ¿Quién vivió aquí? Pues parece que alguien vivió y ha vivido a lo largo de los años en esta zona de Chile.
Y ¿cómo? y ¿De qué vivían? Más allá de la caza, sobre todo de recursos marinos y también de los recursos vegetales… Sin embargo, en los yacimientos estudiados hasta el momento en el desierto hay también evidencias de la existencia de restos arqueobotánicos de forma masiva. Un equipo de investigadores está desarrollando desde hace unos años un proyecto en esta zona y tratan de dar respuesta a todas las preguntas antes mencionadas. Escuchamos a Debora Zurro, directora del proyecto.
“La historia de la humanidad demuestra de forma sobrada que los grupos humanos han habitado lugares radicalmente opuestos no? Todavía hoy hay poblaciones en Siberia o al norte de Canadá en los que hay mucha gente a quien ,le podríamos preguntar porqué la gente se queda a vivir en un lugar al que se llega a menos 40 grados en invierno. Entonces siguiendo esta lógica, en que a lo mejor las condiciones no parecen ser las óptimas, pues podríamos plantear esto mismo no?”.
A lo largo de los años hemos ido construyendo la idea de que los desiertos no se pueden habitar. Que son lugares inhóspitos e infértiles donde las personas no pueden vivir. Sin embargo, los desiertos han sido permanentemente habitados por distintas poblaciones humanas. Un dato que refuerza esta idea: en el desierto de Atacama las poblaciones han ocupado las costas desde hace 12.000 años.
El proyecto que hoy nos ocupa, conocido también como proyecto “ARVCODA” analiza el uso de los recursos vegetales del desierto de Atacama por parte de las antiguas sociedades cazadoras, recolectoras y pescadoras que habitaron esta zona durante milenios. Recursos vegetales como plantas y también algas que usaban, entre otras funciones, cómo combustible.
Débora, la directora del proyecto, financiado por cierto por la Fundación Palarq, es investigadora de la Institución Milà i Fontanals, del CSIC. Ella y su equipo trabajan conjuntamente con expertos de la Universidad de Chile y la Universidad de Tarapacá.
Situémonos al norte de Chile, en una zona conocida como Norte Grande.
“Es un paisaje precioso, es espectacular realmente, es maravilloso el desierto de Atacama. Tenemos una franja de terreno habitable muy estrecha que discurre entre el espacio que queda entre la línea costa y la cordillera de la costa. Y este en alguna zonas puede ser de un kilómetro tan solo. Así es que Chile es un país muy longitudinal, así es que tenemos que imaginar sociedades recolectoras haciendo movimientos longitudinales a lo largo de la costa. Y hacienda también movimientos hacia el interior del desierto, por ejemplo para el aprovisionamiento de materia prima para la talla de litio. Es un paisaje en el que apenas hay materia vegetal. Es un desierto de piedra y con muy poca vegetación realmente, y con un océano pacífico espectacular en frente que tiene mucha producción en biomasa, hay un contraste entre la tierra y el océano, importante”.
Le preguntamos a Debora, si trabajar en un lugar con este paisaje es óptimo para desarrollar las tareas… ¿Es un buen lugar para trabajar?
“A mí me resulta relajante personalmente. Yo soy de Barcelona y trabajo en la Milá y Fontanals que es el centro de humanidades del CSIC en Catalunya, está cerca de la ramblas. Para mí es un lujo de alguna manera poder trabajar allí, ¿no? la tranquilidad y el silencio, el silencio en el que solo se escucha el ruido del oleaje, porque es un océano con mucha energía, ¿no?
Debora se dedica desde hace años al estudio de las sociedades cazadoras-recolectoras, centrándose especialmente en los recursos vegetales usados por estas sociedades. Este estudio, el de los vegetales, ha jugado un rol secundario según la investigadora. Un hecho que contrasta con el estudio de la caza y el litico, que tienen un rol central. ¿Por qué?
“Esto tiene mucho que ver desde mi punto de vista con dar un mayor valor a las actividades masculinas que no a las femeninas, no sabemos en el pasado como se hacían las cosas pero si que otorgamos valores a las tareas y les dotamos género de alguna manera, no? Y por eso me dedico a la arqueobotánica porque es una manera de hacer arqueología que tendría que ver con ser crítica con la manera como se hacen las cosas en mi disciplina que en este caso es la arqueología”.
El fútbol, un ejemplo terrenal
Debora cuestiona la “neutralidad” que se otorga al discurso científico, cuestiona los discursos históricos que se han construido a lo largo de los años. Explica que el paleolítico europeo se ha construido en torno a la idea de la caza. Debora nos pone un ejemplo muy práctico y conocido para trasladar este debate científico al mundo terrenal. El fútbol.
Ese deporte es seguido por una gran masa de gente…
“La creo tan necesaria porque creo que en todas las disciplinas se da una forma de pensamiento único, cosas que se repiten que llegan a tener un protagonismo tan grande y se explican por sí solas no? y eso hace que se generen evidencias tan grandes que eclipsan a otras cosas que puedan tener a su alrededor. Vamos a poner un ejemplo actual con el tema del fútbol por ejemplo y las noticias no? vemos tanto fútbol que necesariamente la gente se aficiona al fútbol como te puedes aficionar al criquet es imposible, no? En investigación pasa algo parecido cuando se repiten unas aproximaciones teóricas, todo aquello va tomando peso, hay más especialistas… mientras hay otras cosas que quedan un poco en una zona satelital a ese núcleo central de la disciplina, a mí estas zonas satelitales son las que me interesan, porque creo que allí es donde está lo nuevo y lo que nos permite un poco cuestionar las bases de la arqueología”.
Siguiendo el ejemplo, las plantas, como el criquet, han sido concebidas como recursos secundarios en contraposición a uno de los primarios como es la caza, (el futbol).
Pero, otro de los motivos por el que no se estudia tanto los recursos vegetales es por su difícil conservación. Los restos vegetales son materiales perecederos, estos no se conservan, a no ser que hayan pasado por un proceso de carbonización, que permite, por ejemplo, identificar las maderas o las semillas quemadas.
Para poder estudiar los recursos vegetales que el equipo va encontrando en el desierto, aplican una técnica: el análisis de los fitolitos.
“Se trata de células mineralizadas que siempre se preservan una vez desaparece la planta. Todas las plantas tienen fitolitos, las plantas vivas, cuando decaen y desaparecen la materia orgánica estas células silicificadas caen al suelo. Nosotros aplicamos una técnica que nos permite recuperarlas e identificar de qué plantas o de qué tejido provienen”. Y ¿cómo se hace?
“Este proceso cómo nos lo imaginamos, a ver? Pues nos los imaginamos como si yo tomo tierra de una maceta que tengo en casa, y esta tierra primero la deshidrato para saber el peso que tiene, luego le elimino la materia orgánica, lo haría con productos químicos, esta tierra al final me quedaría solamente el espectro mineralógico, y al final tendría que aplicar una técnica específica para analizar esta parte de los minerales solamente”.
Para que os hagáis una idea de los “tempos”… tomar las muestras le lleva aproximadamente una semana. Luego estas se tienen que secar y esto es una semana más. Después, finalmente, las podrán mirar al microscopio.
Quedaos con esta frase: “La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”. Repetimos, “la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”. Debora nos la explica.
“Esto quiere decir que en arqueología yo puedo asegurar sobre lo que tengo, la arqueología es una ciencia muy empirista, es una ciencia muy ligada a lo material, pero yo no puedo asegurar que aquello que no encuentro no estaba en el pasado, por ejemplo las plantas. Que yo en un yacimiento encuentre restos de mamut, es algo evidente y yo lo identifico puedo asegurar que se ha consumido restos de mamut. Que en aquel ecosistema hubiera por ejemplo el ciervo X y no se encuentre el ciervo X en el yacimiento, que no se encuentre no es prueba de que no se consumiera”.
¿Por qué destacamos esta frase, aparentemente compleja, pero que tiene todo el sentido del mundo? Pues porque esta es la manera como trabaja este equipo: no se puede asegurar que aquello que no han encontrado en la actualidad, no existiera en el pasado.
Cojamos como ejemplo la hipótesis del combustible. ¿Usaron las plantas para quemar y para calentarse? #sonido del crepitar de la madera, por debajo Sabemos que para los grupos de cazadores recolectores es imprescindible el combustible por la noche, hace frío y necesitan hacer fuego para cocinar…
“Cuando tienes tan poco recurso combustible terrestre se genera esta duda no? Cómo era posible, o había muchas más plantas leñosas originalmente, o podría darse la circunstancia de que podrían estar usando otros combustibles. De aquí surge la hipótesis de plantear las algas como combustible. El plantear que las algas que se encuentran de forma masiva en las costas, esto podría usarse como combustible y también que los cactus también podrían haber sido usados como combustible. Son cactus de gran tamaño y una vez seco adquieren la consistencia de la madera.
Tanto las algas, que se encontraban de forma masiva en las costas, como los cactus, podrían, haberse usado como cambustible
Puede ser qué así fuera, que usaron los recursos vegetales como combustible. Pero también se pregunta este equipo si estos mismos recursos fueron usados como alimento, por ejemplo. Por lo tanto, ¿de qué manera usaban estas sociedades los recursos vegetales? Para plantear nuevas hipótesis realizaron un estudio etnográfico.
“Trabajamos con la Human Relation Area Files, es una base de datos en la que los párrafos están etiquetados y las sociedades también, se hizo un vaciado de cómo gestionan y cómo se consumen las algas en la costa pacífica norteamericana que es otro contexto ecológico, esto es cierto, pero aquel del que teníamos datos y hemos podido identificar la multiplicidad de usos que se da a tipo de plantas que también se encuentran en la costa de Chile. Y que van desde el uso de las algas como combustible, a su uso como elemento constructivo, hay algas que se usan con finalidades medicinales, algas que se usan como chucheria, para entretenerse como chicles, hay cuestiones rituales, se usan como cabos, como cuerdas, se usan para hacer algún tipo de cestería…”
El desierto de Atacama recibe escasas o nulas precipitaciones. Pero hay una neblina conocida como la “camanchaca” que se instala en la zona de la costa y genera humedad permitiendo la existencia de vegetales como líquenes, cactus, algunos arbustos, entre otros. ¿Cómo nos tenemos que imaginar las algas encontradas en el desierto?
Pues tienen un tamaño considerable. Son algas grandes, duras y muy largas. Pensad que pueden llegar a tener 30 metros de altura. En el Pacífico hay unos enormes bosques de macroalgas, igual que en el Mediterráneo tenemos las praderas de posidonia. Las algas son empujadas por el agua desde dentro del mar hasta la costa, dónde quedan varadas… cómo imaginamos que pasaba hace miles de años…
“Es de esperar que en el pasado las algas llegaron a la costa por efecto del oleaje por desprendimiento de ramas de estos bosques de macroalgas”.
También cabe destacar el tamaño de otro de los recursos vegetales del lugar, los cactus, que usaban además de cómo combustible, también para otras funciones. Por ejemplo, sus espinas, que son de varios centímetros, tenían múltiples usos.
“Bueno las espinas de cactus se han usado para muchas cosas, por ejemplo para tatuar, como agujas para tatuar, en Chile de desarrollan los anzuelos de espina de cactus, para pescar, en los museos por ejemplo en África? Encontramos remos hechos con madera de cactus. Y hay cestería hecha con algas en toda la costa del pacifico, así es que bueno en realidad son realmente muy ingeniosas las maneras de usar los recursos en todas las sociedades cazadores, recolectores. Nosotros tenemos una visión muy limitada, creo que es muy de gente de ciudad. Creo que si vamos al Pirineo y preguntamos a la gente mayor, pues también nos sorprendemos, de cómo saben que esto se trenza muy bien o la lana… no sé, mil cosas no? Cosas que a nosotros nos parecen muy ajenas”.
Actualmente, el equipo está trabajando en la simulación de escenarios posibles. Están desarrollando un modelo que analiza qué tamaño poblacional (qué cantidad de población) podría sostener “x” cantidad de recursos terrestres. ¿Cómo hacen estos modelos predictivos? Para entenderlo es como si jugaran a una partida de SIMS.
“Una realidad virtual que ocupa “x” espacio del desierto de Atacama en el que tenemos unos recursos terrestres en forma de combustible que se reproducen a un ritmo que yo les marco, y que tiene que ver con las pautas de reproducción de esas plantas y unos ritmos de consumo en función de una densidad de población. De manera que si yo tengo 10 personas viviendo en esta hectárea, consumen “x” kilos de madera de cactus en “x” días, pero si en vez de 10 tengo 100, gastan “x”, ¿no?
Este modelo tipo SIMS también les puede ser útil para estudiar la movilidad de un grupo de cazadores recolectores.
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Vamos a conocer un poco más a nuestra investigadora… con unas preguntas más personales…
¿Qué es lo que más te fascina de la evolución humana y las civilizaciones que han vivido en la Tierra?
“A mí lo que más me fascina es la diversidad cultural. O sea que seamos lo mismo y que esta cosa de ser lo mismo se materializa en la realidad de maneras tan diferentes culturalmente, colores y sabores tan variados… Eso con respecto a lo que vemos hoy en día, a eso le tenemos que poner miles de años de pasado. La variedad es bestial.
¿En qué momento de la historia, Debora, te hubiera gustado vivir?
“Si yo pudiera vivir no creo que quisiera vivir en otra gente, me gusta la mía con mi gente, pero ver: Teotihuacan y también el poblamiento americano , el poblamiento americano es fascinante, porque es una ciudad que cuando llegaron los descubridores se sorprendieron, mucho mas grande que cualquier ciudad europea”.
¿Qué gran descubrimiento arqueológico te hubiera gustado desenterrar?
“Por ejemplo las primeras evidencias de consumo de algas, y vuelvo a mi tema, Monteverde, sur de Chile, o los yacimientos antiguos de poblamiento americano, esto si que me parece maravilloso. Las momias chinchorro, son de la zona norte de Chile y son las momias más antiguas del planeta”.
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El equipo continuará en los próximos años trabajando en el desierto de Atacama para tratar de comprender qué usos le daban a los recursos vegetales que tenían a mano, con la idea de dar una nueva comprensión de las comunidades cazadoras recolectoras de la región. Además, continuarán cuestionando los enfoques asumidos hasta el momento y trabajarán con el objetivo de ampliar la visión historiográfica de nuestro pasado para que sea más rica y completa.
Como siempre decimos, conocer nuestro pasado es conocernos mejor en el presente.