Abel G.M.
Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas
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Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) han anunciado el descubrimiento de más de 400 vasijas en una cripta del Templo del Sol en Toniná (Chiapas, México). Los recipientes contenían cenizas humanas mezcladas con restos de carbón, goma y raíces: los investigadores sostienen la hipótesis de que se trata de los restos cremados de gobernantes del reino maya de Po'p, y que dichos restos se usaban para elaborar bolas de hule que después se utilizaban en el famoso ritual del juego de la pelota.
“Es aleccionador saber que los mayas buscaran que el cuerpo de sus gobernantes se convirtiera en una fuerza viva, en algo que estimulara a su pueblo”, explica Juan Yadeun Angulo, investigador del INAH. “Este vaso comunicante hacía renacer la vida, encarnada en el maíz, cuyo ciclo, entre cosecha y siembra, comprende 260 días, periodo ritual que cumplía el cadáver de los dignatarios en la ‘cueva de la muerte’”.
El proceso era seguramente llevado a cabo por sacerdotes mediante vulcanización con azufre, un método que utiliza este elemento presente en las propias cenizas, mezclándolo con goma y resinas para producir un material compacto y elástico semejante al caucho. Los mayas y otros pueblos mesoamericanos creían que algunas partes del cuerpo poseían un poder particular; se sabe, por ejemplo, que con las cenizas de los difuntos fabricaban los llamados “bultos funerarios”, que las familias relevantes guardaban como prueba de su linaje.

Tapa de piedra con la representación de un cautivo atado hallado en Toniná
Foto: Mauricio Marat. INAH
Una segunda tumba en el Templo del Sol
El equipo también ha localizado una segunda tumba en el Templo del Sol, a poca distancia de la cripta mencionada. Sin embargo, esta no contenía restos ni evidencias de cremaciones y los investigadores sostienen que debió de ser saqueada entre los siglos XIX y XX y que posiblemente también había alojado los cuerpos de gobernantes. Esta tumba desemboca en una amplia cámara en la que el equipo reconoció un fragmento de las fauces de un “monstruo de la tierra”, de las que emerge una pequeña tortuga.
Juan Yadeun afirma que “tales descubrimientos en Toniná brindan una idea más acertada de lo interesante y compleja que era la religión maya, dentro de la cosmovisión mesoamericana, y cómo el conocimiento de este proceso de transformación del cuerpo es fundamental para comprender a esta antigua sociedad, ya que lo planeado para sus señores, era el destino pensado para el pueblo mismo”.