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Hace unos 14.700 años se practicó el canibalismo en la cueva de Gough, en el suroeste de Inglaterra. Los restos humanos excavados en la cueva muestran claras evidencias de "descarnado, desarticulación, mascado, trituración de huesos esponjosos y rotura de huesos para extraer la médula", en palabras de los investigadores, del Museo de Historia Natural de Londres, de la University College de Londres y del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), con sede en Tarragona. "La presencia de marcas de dientes humanos en muchos huesos postcraneales [diferentes al cráneo] proporciona una evidencia incuestionable de canibalismo", agregan los autores del estudio, publicado recientemente en Journal of Human Evolution. Los huesos también presentan marcas de corte realizadas con herramientas de piedra durante el desuello y descarnado de los cuerpos.
¿Con qué fin?
La presencia de abundantes cortes, fracturas y otras marcas en los huesos se ha podido comprobar mediante técnicas con imágenes tridimensionales. Más visible resulta la forma de los cráneos, rotos y modificados con cuidado para darles forma de cuenco, probablemente en función de un ritual funerario. El tratamiento de los cadáveres y la fabricación y uso de cráneos-copa en la cueva de Gough guarda similitudes con otros sitios paleolíticos de Europa central y occidental. "Esto sugiere que el canibalismo durante el período Magdaleniense, al que pertenecen los restos humanos de esta cavidad, era parte de una práctica mortuoria habitual que combinaba el procesamiento y el consumo de los cuerpos con el uso ritual del cráneo-copa", concluyen los investigadores, según recoge el IPHES en un comunicado.