En el siglo XV, la situación política entre el papado y la República de Florencia daría un resultado inesperado en forma de república independiente. Se trataba de un lugar llamado Cospaia, cuyos habitantes, tras declarar la "independencia" siguieron manteniendo excelentes relaciones con los pueblos vecinos de San Giustino y de Borgo Sansepolcro. Como además no pagaban impuestos, ni tributo alguno, su economía empezó a prosperar gracias a ciertas actividades ilícitas y al cultivo del tabaco. Pero ¿cómo llegó a proclamarse una minúscula república en la Italia de aquella época?
Esta es la historia de una franja de tierra de unos 3,3 kilómetros cuadrados de extensión que de forma inesperada obtuvo su independencia tras un malentendido durante una disputa que tuvo lugar entre el papa Eugenio IV y la República de Florencia. Y es que tras ceder el papado el territorio de Sansepolcro a la República de Florencia, un error a la hora de marcar los límites fronterizos provocó que una pequeña franja de tierra no fuera incluida en el tratado y sus habitantes se apresuraran a declarar la independencia.
La deuda con los Médici
La historia de la independencia de Cospaia empezó en 1430. El papa Eugenio IV se había quedado sin fondos y había recurrido a la rica familia florentina de los Médici, a quienes solicitó un préstamo de 25.000 florines de oro, una suma considerable para la época. Antes de cerrar el trato con los florentinos, estos le pidieron un aval y el papa les ofreció una pequeña porción de territorio que formaba parte de los Estados Pontificios en la región de la Umbría, una población de Borgo Sansepolcro (el actual Sansepolcro, en la Toscana) que también incluía a sus habitantes.
El papa ofreció a los Médici como aval una pequeña porción de territorio de los Estados Pontificios en la región de la Umbría.

Retrato del Papa Eugenio IV realizado por Cristofano Dell'Altissimo. Galería de los Uffizi, Florencia.
Retrato del Papa Eugenio IV realizado por Cristofano Dell'Altissimo. Galería de los Uffizi, Florencia.
Foto: PD
Todo parecía haber salido a pedir de boca para Eugenio IV, pero diez años más tarde, en 1440, tras vencer el préstamo, el papa no pudo hacer frente al pago de la deuda a la banca Médici e irremisiblemente no le quedó otro remedio que entregar el territorio que había ofrecido como aval. Y es aquí donde empezaron las dificultades.
Error en las mediciones
El acuerdo entre ambas partes establecía como nueva frontera entre Florencia y los Estados Pontificios un pequeño afluente del Tíber. Pero el Tíber tiene muchos afluentes, algunos de ellos separados por pocos metros de distancia. Así, los enviados de ambas delegaciones que debían realizar las mediciones pertinentes se equivocaron de afluente. Así, los florentinos escogieron el situado más al oeste y los enviados papales el situado más al este. Como resultado de esta partición, entre ambos ríos quedó una franja de tierra en la que se ubicaba la aldea de Cospaia.
El papa no pudo hacer frente del pago a la banca Médici e irremisiblemente tuvo que entregar el territorio ofrecido como aval.

Miembros de la familia Me´dici en un fresco pintado por Benozzo Gozzoli en 1461. Capilla de los Magos, palacio Médici-Riccardi, Florencia.
Miembros de la familia Me´dici en un fresco pintado por Benozzo Gozzoli en 1461. Capilla de los Magos, palacio Médici-Riccardi, Florencia.
Foto: PD
Cuando los habitantes de Cospaia supieron lo que había sucedido, de inmediato se proclamaron república independiente, en la que no faltó ni siquiera su propia bandera. Pero tanto Cosimo de Médici como Eugenio IV se desentendieron del asunto, posiblemente porque tenían cosas más importantes de las que preocuparse o porque pensaron que en realidad les beneficiaría contar con un estado bisagra con el que poder negociar.
El negocio del tabaco
Sea como fuere, la República de Cospaia prosperó increíblemente durante casi cuatro siglos, con apenas 300 habitantes, convirtiéndose en una zona de libre comercio. Sin embargo, los habitantes de Cospaia no se hallaban aislados. Utilizaban los servicios de molienda de trigo y el médico de sus vecinos de San Giustino y de Borgo Sansepolcro, y dependían del obispado de esta última localidad. Sería precisamente al obispo de Borgo a quien el cardenal Niccolo Tornabuoni, nuncio apostólico en París, enviaría las semillas de una nueva planta medicinal procedente de América y que ya era de uso cotidiano en Francia: el tabaco.
Cospaia prosperó durante casi cuatro siglos, con apenas 300 habitantes, convirtiéndose en una zona de libre comercio.

Escudo de armas de la Repu´blica de Cospaia.
Escudo de armas de la Repu´blica de Cospaia.
Foto: PD
De hecho, fue Cospaia el primer lugar de Italia donde empezó a cultivarse el tabaco. Lo hizo en tales cantidades que muy pronto tanto la venta como el contrabando de esta planta se convertiría en un monopolio, así como en una atracción irresistible para los contrabandistas. Al final, el tabaquismo fue prohibido por los estados circundantes y abolido por el papa Benedicto XIII en 1724, que incluso llegó a amenazar a los fumadores con la excomunión.
Un reducto de traficantes
Durante mucho tiempo, hasta Cospaia acudieron mercaderes de todos los rincones de Italia, como Génova, Venecia o Nápoles, para realizar intercambios y negocios de todo tipo. Cospaia, que por otra parte que no tenía ejército, ni policía ni tan siquiera cárceles o sistema judicial, no impedía la entrada a los mercaderes judíos, prohibidos y marginados en otras regiones del país. La única ley escrita de Cospaia era la que podía leerse en la puerta de su iglesia: Perpetua et Firma Libertas (Firme y eterna libertad) y que hoy se guarda en el Museo de Anghiari, en la Toscana.
Cospaia no impedía la entrada a los mercaderes judíos, prohibidos y marginados en otras regiones del país.

Imagen de Cospaia tomada a principios de 1900.
Imagen de Cospaia tomada a principios de 1900.
Foto: PD
Finalmente, tras varios siglos de existencia, Cospaia se redujo a un mero reducto de contrabandistas y se convirtió en un punto de reunión para todo tipo de gentes, desde quienes buscaban un lugar donde ocultarse por motivos económicos a los que querían escapar de la justicia de los dos grandes Estados vecinos, Italia y Francia. Pero esta situación tan peculiar estaba a punto de llegar a su fin. En 1826, apenas 50 años antes de que comenzara la unificación de Italia, los habitantes de Cospaia vieron como el papa Leon XII y el duque de la Toscana les obligaban a firmar el Acta de Subyugación, por la cual debían someterse y renunciar a sus 385 años de independencia.
De este modo, el territorio de la antigua república se dividió entre el Gran Ducado de la Toscana y los Estados Pontificios, y, a cambio, cada uno de los 14 representantes del territorio firmantes del tratado recibieron una moneda de plata y un permiso para el cultivo de medio millón de plantas de tabaco al año. Hoy en día, la República de Cospaia no es más que un recuerdo, pero la localidad sigue celebrando cada año el llamado Banquete de Cospaia para rememorar las libertades de las que una vez disfrutaron.